capitulo 1

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Llamarada atrapada por ti

Capítulo 1

Emilia Menes se ajustó el micrófono y miró al público que la aclamaba. Era una noche especial, la última de su gira por Latinoamérica. Había recorrido varios países, cantando sus éxitos y conquistando corazones. Pero ninguno le había robado el suyo. Emilia seguía siendo una mujer soltera, independiente y feliz. O al menos eso creía.

- ¡Gracias, -- tu país! -gritó al finalizar su última canción-. ¡Los quiero mucho!

Los aplausos y los gritos se intensificaron. Emilia sonrió y saludó con la mano. Luego se dirigió al camerino, donde la esperaba su equipo. Todos la felicitaron por el gran espectáculo que había dado. Emilia les agradeció y les dijo que se fueran a celebrar. Ella se quedaría un rato más, para relajarse y empacar sus cosas.

- ¿Segura que no quieres venir con nosotros? -le preguntó su mejor amiga y asistente, Sofía.

- Sí, estoy segura -respondió Emilia-. Tengo que hacer unas llamadas y luego me voy al hotel. Mañana salgo temprano para Miami.

- Bueno, como quieras -dijo Sofía-. Pero no te quedes hasta muy tarde. Y cuidado con los fans locos.

- No te preocupes, estaré bien -aseguró Emilia-. Nos vemos mañana.

Sofía le dio un abrazo y se fue con el resto del equipo. Emilia se quedó sola en el camerino. Se quitó el maquillaje y se puso una ropa cómoda. Luego sacó su celular y llamó a sus padres, que vivían en Buenos Aires. Ellos eran panaderos y habían trabajado duro para darle una buena educación a su hija. Emilia les debía todo lo que era y siempre los llamaba después de cada concierto.

- Hola, mamá -dijo Emilia al escuchar la voz de su madre.

- Hola, mi amor -respondió ella-. ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue?

- Estoy bien, mamá. Me fue muy bien. El público fue increíble. Fue el mejor cierre de gira que pude tener.

- Me alegro mucho, hija. Estamos muy orgullosos de ti. Tu papá y yo te vimos por la televisión. Estabas hermosa.

- Gracias, mamá. Ustedes también son hermosos. Los extraño mucho.

- Nosotros también te extrañamos, Emilia. ¿Cuándo vuelves a casa?

- Pronto, mamá. Pronto. Solo tengo que pasar por Miami para grabar unas canciones nuevas y luego regreso. Te prometo que no me demoro.

- Está bien, hija. Te esperamos con los brazos abiertos. Te queremos mucho.

- Yo también los quiero mucho, mamá. Les mando un beso grande. Cuídense.

- Tú también, Emilia. Que Dios te bendiga.

Emilia colgó el teléfono y se secó una lágrima. A pesar de su éxito y su fama, ella seguía siendo una chica sencilla, que amaba a su familia y a su país. No se había dejado deslumbrar por el dinero ni por los lujos. Siempre recordaba sus raíces y sus valores. Pero también sabía que tenía un sueño que cumplir. Y para eso tenía que sacrificarse y viajar por el mundo.

Emilia guardó su celular y tomó su bolso. Estaba lista para irse. Apagó las luces y salió del camerino. Caminó por el pasillo, hacia la salida trasera del estadio. No había nadie a la vista. Todos se habían ido. Emilia pensó que sería fácil salir sin ser vista. Pero se equivocó.

De pronto, sintió que alguien la tomaba por el brazo y la arrastraba hacia un rincón oscuro. Emilia se asustó y trató de soltarse. Pero el desconocido era más fuerte que ella. La empujó contra la pared y le tapó la boca con la mano.

- ¡Shh! No grites -le susurró al oído-. No te voy a hacer daño. Solo quiero hablar contigo.

Emilia lo miró con terror. Era un hombre joven, de unos treinta años, con el cabello negro y los ojos verdes. Llevaba una chaqueta de cuero y una gorra. Emilia no lo reconocía. No sabía quién era ni qué quería. Solo sabía que estaba en peligro.

- ¿Quién eres? ¿Qué quieres? -logró decir Emilia, mordiendo la mano del hombre.

- ¡Ay! -exclamó él, soltándola-. No seas bruta. Te dije que no te voy a hacer daño.

- Entonces, suéltame. Déjame ir -pidió Emilia, intentando escapar.

- No puedo, Emilia. No puedo dejarte ir. Te he estado buscando por mucho tiempo. Te he seguido por todos lados. Eres mi obsesión. Eres mi llamarada.

Emilia se quedó helada. El hombre estaba loco. Era un fanático obsesionado con ella. Un acosador. Un peligro.

- ¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Estás loco? -preguntó Emilia, asustada.

- No, Emilia. No estoy loco. Estoy enamorado. Enamorado de ti. Desde que te vi por primera vez, supe que eras la mujer de mi vida. La única que podía llenar mi vacío. La única que podía hacerme feliz.

- Eso es una locura. Tú no me conoces. Yo no te conozco. No puedes estar enamorado de alguien que no conoces.

- Claro que te conozco, Emilia. Te conozco mejor que nadie. Sé todo de ti. Sé dónde vives, dónde trabajas, qué te gusta, qué no te gusta. Sé lo que piensas, lo que sientes, lo que sueñas. Sé lo que necesitas, Emilia. Y lo que necesitas soy yo.

- No, no, no. Eso no es cierto. Eso es una mentira. Tú no sabes nada de mí. Tú solo eres un extraño. Un extraño que me asusta. Un extraño que me quiere hacer daño.

- No, Emilia. No te quiero hacer daño. Te quiero hacer el amor. Te quiero hacer mía. Te quiero hacer feliz.

El hombre se acercó a Emilia y la besó con fuerza. Emilia sintió asco y repulsión. Intentó resistirse, pero el hombre la sujetó con fuerza. Emilia se sintió atrapada. Atrapada por él. Atrapada por su llamarada.

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⏰ Última actualización: Jan 24 ⏰

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