10 de febrero 2020

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el domingo 09 de febrero del año 2020 estaba terminando un trabajo de la universidad que me había consumido el fin de semana entero.

la semana pasada habíamos visitado la sede de SaludTotal para la revisión de los exámenes que te habían tomado. Tomamos un Uber desde casa y nos dejó en la parte contraria de la Av. Américas, tuvimos que cruzar una parte de los carriles hasta llegar a la estación de Transmilenio.

Apenas podías respirar, te mirabas agotada y tuviste que sentarte para poder continuar. No le dí mucha importancia, pensé que quizás era el clima lo que te estaba afectando.

Después de tanto ajetreo, entramos al consultorio médico. Una hoja sencilla, y un médico tosco y frío te dice: usted tiene diabetes.

Mientras hablaban, y hacías preguntas, tuve que girar mi cabeza hacia la pared y hacer como que no entendía nada. No podía contener las lágrimas, sabía que ibas a morir pronto.

Lo supe días antes de eso, en el bus de camino a la universidad. Sentada, repentinamente recuerdo una foto que tenemos juntas y empiezo a llorar a cántaros. Sentí el principio del dolor que me acompañaría durante toda mi vida: tu ausencia.

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Era ya de madrugada, estaba junto a tí en la cama que compartimos por muchos años. Te giraste y me preguntaste "¿Te falta mucho?" y te respondí "Ya casi acabo ma". La verdad, me faltaba bastante, pero no quería molestarte. Tenías un sueño muy ligero, a duras penas podías dormir 6 horas (y con muchas interrupciones).

Todo el fin de semana estuviste descansando en la cama, al parecer te habías contagiado de gripa, y decías que no era la gran cosa. Sin embargo Sharon se encargó de la comida esos días, y estuviste viendo películas en el televisor. Odiabas quedarte quieta, siempre querías estar haciendo algo productivo y que pudiera ayudar a todos en casa.

10 de febrero del año 2020, despierto y te veo acostada. Usualmente me despertaba y te escuchaba en la cocina o en el taller, pero ese día aún estabas en la cama. Supuse que intentabas dormir, y no le tomé mucha importancia. Me levanté, hice sándwiches para desayunar y escuché a mi hermana caminar algo apurada para ir al trabajo.

Ambas te preguntamos si ya te sentías mejor, y nos dijiste que sí. Confiando en tus palabras, mi hermana se fue a trabajar y yo me dispuse a continuar con el trabajo que tenía pendiente para la universidad.

Me sentía feliz por cómo me estaba quedando, y en varias ocasiones te desperté para mostrarte el resultado. Tus respuestas estaban llenas de amor, aunque tu voz me dejaba saber que estabas cansada. Terminé apurada lo que debía hacer, fuí a preparar mi almuerzo y luego estuve alistándome para ir a clases.

Cuando regresé a la habitación, me preguntaste si ya había almorzado y te dije que sí. Para ese entonces no sabía mucho de cocina, y te alegraste. Me dijiste "Ya me puedo morir en paz, mi hija no se va a morir de hambre". En mi afán, sólo me reí ligeramente y seguí corriendo para no llegar tarde. Ese día me puse una blusa de flores azules y naranjas sobre un fondo blanco, la habías hecho para mí.

Al terminar de guardar todo, te avisé que el cargador del celular quedaba conectado por si lo necesitabas, y me dijiste "Bueno mi amor". Siempre que me iba, me despedía de tí con un beso y un abrazo, pero ese día iba apurada. Estando ya en la puerta de la habitación te dije que me iba, y me dijiste "Qué te vaya bien, Dios te bendiga".

Fue la última vez que escuché tu voz.

Fue la última vez que te ví.

Fue tu último adiós.

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⏰ Última actualización: Jan 25 ⏰

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