El mundo es VIDA

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Las puertas de las estancias se abrieron dejando ver al siguiente invitado. Entró dentro, paseando con su elegancia frente a nosotros. El señor Fraile, tan acicalado como siempre, pero tan lustros que más que fraile parecía un canónigo; se acercó a mí y con su fuerte acento imperturbable dijo: "Es el señor de las aguas tranquilas, Cygnus, pura aristocracia. - Y tras sumergirse en la bebida de su vaso, se estiró el chaqué de gala.

En el pasado había sido asociado al cargo de vizconde, sin embargo, rechazó todo eso, para seguir su propio camino, como los gatos, a lo suyo. ¿Qué hizo que se amansara? ¿Qué sentiría cuando veía a sus antiguos compañeros de clase social?

No nos hace falta viajar a tierras lejanas, para poder observar el cambio. Podemos observar cómo cuida de los suyos de una forma tan dulce como eficaz.

Varios de los presentes agradecimos que permaneciera cerca de nosotros, ya que su simple presencia nos reconfortaba.

La sala estaba presente de personajes de clases muy distintas entre los que destacaba:

El señor Gregario, siempre caminando con su altura y sincronizado deje y levedad. Tenía un pasado muy pobre y saliendo de los suburbios, las conocidas como ciénagas, nunca se ensució y fue creciendo hasta el que es ahora. Siempre no teniendo miedo de mostrar de dónde viene, su fuerte acento flamenco o su forma de vestir tan característica. Con clase y su traje "roseus" se hace ver desde lejos y es esa singularidad exótica la que le permite sobrevivir día a día y la cuál admiramos.

Y por último las señoras de las señoras. La imponente Alba, siempre una personaje muy sigilosa, pero con una esencia de cazadora tan eficaz que sus víctimas no se dan cuenta de su poder. Sí, su canto agrietado y lánguido hace más misteriosas las veladas de actuaciones de esta gran cantora. Su gran imposición en el escenario me hace pensar sobre la certeza de su presencia, que aunque en esta sala parezca invisible, me hace recapacitar sobre lo imprevisible que es el mundo en el que vivimos.

Y después estoy yo. El señor Alcedo Martín. Al que siempre me llaman el pequeño, bonito y dulce de mi clase social. Sorprendentemente para hacer mi trabajo, tengo que idear todos los días algo. Para construir las casas, tengo que excavar profundas galerías en las orillas de mi tierra. Trabajo mucho, pero siempre relajado, atento a todo. El agua siempre me hace despejarme y siempre estoy dispuesto a dejar todo para sumergirme para tomar un tranquilo baño. Yo con esto, tal vez gracias a mi aguda vista, tengo el arte de estar en el lugar adecuado en el momento preciso.

Como diría mi padre, todos llevan consigo hasta el fin, viscosidades y cáscaras de huevo de un mundo primordial. De un mundo llamado VIDA. De un mundo, llamado AVE.

El mundo es vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora