Capítulo 7: Fenrir's Protection

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Lucius suspiró satisfecho. Era agradable estar de vuelta en Inglaterra. No es que le importaran otros países, de hecho le gustaban muchos. Pero estar de vuelta en Inglaterra significaba que su tiempo con los hombres lobo llegaba a su fin.

Y ese pensamiento lo complacía enormemente. A Lucius no le gustaban los hombres lobo, en absoluto. Eran demasiado incivilizados y salvajes. Era cierto que Lucius les tenía miedo, como deberían tenerlo todas las personas lógicas. Pero había una razón más profunda detrás de su odio hacia los hombres lobo.

No podían ser controlados por medios ordinarios. Eran tan poderosos que la fuerza bruta casi nunca funcionaba y sus otras formas de manipulación eran inútiles. Los hombres lobo no querían dinero ni posesiones, no les importaba el poder político y no se dejaban impresionar por su encanto y elegancia. No le respetaban ni reconocían su importancia en modo alguno. Esto, francamente, cabreaba a Lucius sobremanera.

Cuando Lucius buscó por primera vez a las otras manadas de Europa, prácticamente tuvo que suplicar para reunirse con sus líderes. E incluso cuando finalmente le permitieron reunirse con ellos, Lucius tuvo la clara impresión de que sólo lo hacían por puro entretenimiento.

-¿Y qué noticias nos trae su estimado señor?-, preguntó burlonamente uno de los líderes de la manada. Lucius necesitó toda su determinación para no retroceder, podía oír las risas mordaces de otros hombres lobo en el fondo.

-Mi señor tiene cierta información que te interesará. A cambio sólo pide...-, comenzó Lucius, pero fue interrumpido.

-Los humanos no nos piden nada. Dile a tu señor que puede matar a tantos humanos como le plazca mientras se mantenga alejado de nuestros bosques-, se mofó uno de los líderes de manada más jóvenes e impacientes.

-Vamos, vamos, deja hablar a la rubia bonita-, amonestó otro jefe de manada con suavidad, aunque su mirada seguía siendo amenazadora.

Lucius respiró hondo antes de continuar. -Mi señor sabe de la ubicación de un portador licántropo...- Lucius esperó a que pasara el repentino estallido que brotó de los hombres lobo. -Sin embargo, el bosque en el que reside el portador es demasiado denso y protegido para que lo atraviese solo. Si mi señor le conduce a este bosque, ¿le guiaría por el resto del camino y mantendría a raya a la manada rival a cambio?-.

-Si accediéramos a esto, ¿quién se quedaría con el portador licántropo?-. Preguntó cuidadosamente el hombre lobo de aspecto amenazador.

-Tú, por supuesto, o cualquiera de los líderes de manada aquí presentes-, añadió Lucius rápidamente. -Mi señor sólo desea que el licántropo sea apartado de la manada actual-.

Mientras los líderes de las manadas conferenciaban entre sí, Lucius esperaba que aceptaran sus palabras como verdaderas.

Por supuesto, Lucius sabía que lo más probable era que no fuera así. Si tuviera que adivinar, supondría que era el chico Potter el portador del licántropo. Y como tal, Voldemort mandaría matar al chico lo antes posible. Pero, por supuesto, los demás hombres lobo no tenían por qué saberlo.

A pesar del odio de Lucius hacia los hombres lobo y la aparente apatía de éstos hacia él, habían llegado a un acuerdo decente: Permitirían que Voldemort los siguiera en su persecución del licántropo portador a cambio de información sobre la ubicación de éste y la eventual posesión del licántropo portador. (Cómo planeaban repartirse la "posesión" del niño Lucius no lo sabía, ni le importaba saberlo).

Lo único que le importaba a Lucius era el hecho de que el Señor Oscuro se sentiría complacido con él cuando llevara cinco manadas de hombres lobo a Gran Bretaña. Su deber estaba cumplido.

WOLF'S INTENTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora