Jin habría pagado por no tener los ojos vendados.
Habría resultado menos agónico si no hubiese almacenado una fila de sucesos inentendibles para reproducirlos en bucle en la oscuridad. Los disparos, los gritos, los portones restallando como bombas. La gente asustada, siendo cegada y maniatada.
A Jin le vendaron los ojos enseguida.
Permaneció paralizado al lado de ese hombre hasta que él dio la orden.
—Busán.—Jin le había mirado aterrado, sin comprender por qué de la nada, aquel hombre extraño mencionaba una ciudad. Pero entonces un tipo con un mono rojo y una máscara veneciana había aparecido ante ellos.—Encárgate de él. Sé bueno.—le pidió, cediéndole el brazo de Jin.
Jin se había dejado hacer, atenazado por el pánico y la confusión. Busán le ató las manos con una brida y llegó a contar un total de siete enmascarados antes de que le vendase los ojos.
Entonces le colocaron de pie al lado de otras personas y le ordenaron estar quieto.
Intentaba ignorar las respiraciones erráticas a su alrededor cuando el trajín menguó y la voz cantarina del hombre se alzó, amplificada por el eco del hall.
—Señoras.—saludó y con un tono mas bajo, casi cómplice, agregó.—Señores.—con toda la cortesía, continuó.—Yo me llamo Seúl y me alegra informarles de que ya casi estamos listos. No tendrán que permanecer con nosotros mucho mas tiempo. Mis compañeros están preparando nuestro botín y saldremos de aquí enseguida. Por favor, mantengan la calma.
Mantén la calma, se dijo. Se van a ir. Han venido por dinero. Lo han conseguido y pronto se irán. No hay peligro. No hay peligro. No hay peligro…
—Hey.—Jin saltó cuando la voz de aquel hombre le rozó los labios.—Hey, hey, hey…—el hombre susurró con un tono diseñado para tranquilizar a niños asustados. Jin se sentía como uno.—Tranquilo. Ven, dame las manos.
Fue entonces que Jin comprendió que estaba temblando. No solo temblando, hiperventilaba y regueros de llanto le caían bajo la venda.
Se sentía al borde de un ataque de pánico.
El hombre que se hacía llamar Seúl le apretó las manos entre las suyas de un modo reconfortante y se las llevó contra la boca, besándolas.
—Vamos, vamos…—arrulló.—¿Jin, verdad?
—Sí…—hipó, haciendo un esfuerzo consciente por no perder la voz.
—No hay nada que temer, Jin. Vamos, respira conmigo.—sintió que le apretaba las manos contra su pecho, hasta que pudo sentir el potente pero lento latido del corazón del atracador.—Respira… Inspira.—Jin respiró con él, jadeos e hipidos interrumpiéndole constantemente.—Respira… Expira… ¡Todos juntos!—anunció.—Respiramos… Expiramos… Respiramos…
Jin no supo si ese ejercicio estaba ayudando al resto de rehenes a no mearse encima, pero él se notaba mas calmado. Tal vez la palabra calmado era demasiado optimista, pero al menos ya no temía ahogarse con sus propios mocos.
En un momento dado, Seúl le agarró con ternura la cara.
—¿Mejor?—Jin, desconcertado por tanta suavidad, asintió rígidamente. Entonces Seúl se llevó su cabeza contra el pecho para acunarle.—Muy bien. Lo estás haciendo de maravilla, Seokjin. Eres muy valiente.
Seokjin no recordaba albergar mayor bola de sentimientos y pensamientos confusos jamás. En todos sus años de vida, había sabido juzgar con bastante certeza cuando sentir para bien y cuando para mal.
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Operación Estocolmo PAUSADA 🔥 Namjin, Kookmin, Taegi
Fanfiction❝Ocho atracadores asaltan un edificio estatal y los rehenes luchan contra el síndrome de Estocolmo.❞ La casa de la moneda de Corea ha sido asaltada. Ocho atracadores, ocultos tras máscaras y armados con fusiles, toman el control del lugar más seguro...