Había decidido pasar la noche en una taberna de un pueblo que quedaba de camino a mi próximo objetivo, un malhechor por el que ofrecían una considerable recompensa.
Estaba interesado por aquel tipo puesto que si ofrecían tanto dinero por él debía ser un contrincante fuerte, era una buena oportunidad para mejorar mis habilidades de espadachín y aumentar mi fuerza.
Pero ahora mismo que había caído la noche era la hora de descansar y aquella sencilla taberna era perfecta.
Pedí una de las habitaciones a la dueña del local, pagué y recibí mi llave y número de habitación.
Subí a mi habitación y tras cerrar con llave me acomodé.
Me quité las katanas dejándolas sobre la cama, me desaté la bandana y comencé a desvestirme, me iría directamente a dormir y ya mañana buscaría unos baños públicos o unas termas en el pueblo, sino quizá un río de camino... El caso es que ahora mismo no me quedaban energías ni tiempo para asearme.
No tardé en dormirme, estaba cansado de mi largo viaje.
Al día siguiente me vestí con la misma ropa, me ajusté las katanas y me coloqué mi bandana tras acomodarme algo el pelo con los dedos, usando el filo de una de mis espadas como espejo.
Una vez listo bajé las escaleras del hostal hasta llegar a la zona de la taberna.

Allí había algunos seres, aunque a ninguno le presté especial atención.
Entre ellos se encontraba una tabaxi felina, es decir, un gato que camina a dos patas y habla, también había lo mismo pero en cuervo y por supuesto la dueña del local, quien se encontraba tras la barra.
Un pequeño niño entró atropelladamente al local. Al parecer le llamé la atención, puesto que se acercó a mi y tiró suavemente de la tela suelta de mis pantalones para llamar mi atención.
-Señor, señor! ¿No lo había visto nunca antes por aquí, quién es usted?-
Aparté su mano de mis prendas y respondí sin dar mucho pié a que la conversación continuara.
-Zoro-
-Ya veo... ¿Es usted un aventurero?-
Asentí levemente, aunque aquella palabra no me definía exactamente.
-Entonces debería disfrutar del festival! Nuestra aldea se encuentra disfrutando de Springrass, una festividad maravillosa. Se pueden comprar, vender cosas, hay concursos, juegos... Y lo mejor de todo, ¡una competición que involucra una matanza de monstruos!-
Aquello despertó mi atención. Quizá podría pasarme por los puestos de ventas, podría haber algo útil para el resto de mi viaje, además de que resuministrarme de útiles siempre era una buena idea. Además... Una cacería de monstruos sonaba como una posible oportunidad de hacerme más fuerte.
-Muy bien, me pasaré. ¿A que hora es dicha competición?-
Tras obtener ese último detalle me dispuse a salir de la taberna, estaba a punto de hacerlo cuando un minúsculo ser se colocó literalmente delante de mis narices.
Se trataba de lo que parecía ser una pequeña hada.

Se trataba de una hadita muy rosada rodeada de un dulzón olor a bizcocho.
-Hola! Me llamo Tarttete!-
-Hum... ¿Hola? Zoro...-
-¡He escuchado que irás a esa cacería de monstruos, pareces fuerte, vayamos juntos!-
-Ah... Si, iré probablemente, pero ¿porqué iría contigo?-
-Porque eres fuerte y yo podría lastimarme fácilmente... Con este tamaño.-
-Ajá... Y ¿cuál es la ventaja que saco yo de hacer equipo contigo?-
-Pues... Una compañía muy agradable! Además puedo usar algunos hechizos.-
La miré dudando que aquella mingurria pudiera ser fuerte.
-Vamos señor musculos... No seré un estorbo para ti, solo quiero un regio cuerpo tras el que cobijarme.-
-Es decir, que quieres que te haga de escudo humano.-
-Si quieres llamarlo así... Sí, sé mi musculoso escudo humano! Y para compensártelo...-
Aquella enana rosada chasqueó los dedos e hizo aparecer un diminuto cupcake, con un dulce giro aquel cupcake adquirió un tamaño normal y se trasladó levitando hacia mi mano.
Aquel dulce extremadamente colorido fue mi desayuno. Al menos por el momento.