2.- "Quiero más libertad"

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En una tarde tranquila en el paddock, Max y Checo compartían risas después de una jornada de entrenamiento. Sentados en un rincón apartado, la conversación fluía de manera relajada. De repente, un cambio la potencia del aire acondicionado trajo consigo el inconfundible aroma natural de Max de flan y fresas frescas.

Checo, al instante, dejó de reír y se quedó quieto, como si hubiera percibido una fragancia única. Sus ojos se iluminaron con un brillo peculiar mientras olfateaba el aire.

- ¿Qué pasa, Checo? -preguntó Max, notando la reacción de su compañero.

Checo, con una expresión de deleite, se acercó más a Max, inhalando profundamente.

- Max, tu aroma... es increíble. No puedo resistirlo. -confesó Checo, con una mirada intensa.

Max, sorprendido pero complacido, sonrió ante la reacción de Checo.

- ¿En serio te gusta tanto? -preguntó Max, divertido.

Checo asintió y rió entre dientes.

- Es adictivo. No sé cómo describirlo, pero cada vez que lo percibo, me siento... atraído de una manera única.

Max, tomándolo con buen humor, bromeó:

- Debería embotellarlo y venderlo como mi nuevo perfume.

Checo, aún encantado por el aroma, se rió.

- Si lo hicieras, creo que sería un éxito de ventas. Pero prefiero tenerlo solo para mí.

Ambos rieron, disfrutando de la ligereza del momento. La conexión entre ellos se fortalecía con cada risa compartida y cada reacción peculiar. En ese instante, el aroma de Max se volvía un recordatorio tangible de la autenticidad que compartían y del lazo especial que iba más allá de las pistas de carreras.

- Checo, creo que deberías acostumbrarte a mi olor, si no, un día podrías marcarme por solo haberme olido... -dijo Max, recordando cuando Checo casi lo marcó el primer día en el que no usó perfume metálico.-

Checo, con una sonrisa juguetona, respondió:

- Tal vez eso no sería tan malo, ¿no crees? Tu aroma es como una firma única, Max. No puedo prometer nada, pero asegúrate de que si alguna vez lo hago, será porque quiero que el mundo sepa que eres mío.

Ambos se miraron con complicidad, dejando que la conversación fluyera entre bromas y sinceridad. La conexión entre Max y Checo se volvía cada vez más fuerte, y la idea de ser marcado, lejos de ser una amenaza, se convertía en un símbolo de la profunda intimidad y aceptación que compartían.

...

Claramente, no todo podía ser risas y diversión, pues el padre de Max ya había llegado al Paddock para ver a su hijo correr en la siguiente carrera. Jos, además de ser su padre, ejercía una especie de rol de jefe para Max. Desde la ventana, Max observó a su padre caminar por el Paddock. Rápidamente, se separó de Checo y se dirigió hacia su mochila.

Con determinación, Max sacó de su mochila todos esos accesorios que su padre le obligaba a usar: los supresores, el perfume metálico y los colmillos falsos. Aunque Max prefería ser auténtico y llevar su verdadero aroma, la presión de cumplir con las expectativas de su padre le llevaba a ponerse la máscara que le imponían desde pequeño.

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⏰ Última actualización: Apr 26 ⏰

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