"Navidad. La fiesta del año donde todos se dan regalos y viven felices junto a sus familiares, amigos y pareja. Todos excepto yo, mi familia se había ido de viaje sin avisar y sin contar conmigo porque, claro, no querían niños en su viaje, aunque tuviera veinte años. Todas mis amigas pasaban Nochebuena con sus familias o la de sus parejas y yo novio precisamente no tenía."
Llevaba todo el día con el mismo pensamiento dándome vueltas en la cabeza. Pasaba una y otra vez, y cada vez me deprimía más. Aún quedaban dos días para esa gran cena que tendría sola o, bueno, en compañía de mi perro. Deseaba ansiosa estar acompañada en la víspera de Navidad, aunque luego todos se fueran.
Primer deseo antes de Navidad
Sentada en las escaleras de mi Universidad mientras almorzaba, veía a la gente pasar de un lado a otro simplemente ignorándome. Para que se entienda de otra forma, era una piedra en mitad de un camino para todos, sin molestar y siendo casi imperceptible. Mis amigas habían ido a hacer unos "recados", cosa que ni ellas mismas creyeron, pero qué le podía hacer. Nada, efectivamente, así que opté por sentarme en las escaleras.
Terminando el último bocado a mi preciado bocadillo, se me acercó una chica. La miré dudando de si se sentaría a mi lado, cosa que efectivamente hizo. Ella, sonrojada, me entregó una cajita que supuse que era un regalo por Navidad. La miré, dudando de absolutamente toda mi vida. ¿Me vería cara de lesbiana?
- ¿Podrías dárselo a tu hermano, por favor? - Genial, encima para el estúpido de mi hermano que, por si no lo sabíais, se iba de botellón con sus amigos por Nochebuena. - De parte de Celia, de primero.
Le sonreí y me levanté, dirigiéndome a la sala donde impartíamos arte. Miré la caja que a saber Dios qué contendría y suspiré hondo. No me lo podía creer, yo solo deseaba recibir los regalos de esa persona y mi hermano las tenía todas a sus pies.
Segundo deseo antes de Navidad
Abrí la puerta de la clase. Genial, vacío. Volví a llegar la primera, pero esta vez no era tan temprano. Me senté frente al atril donde se situaba mi lienzo y saqué las cosas que necesitaba. Una vez lo hice, me coloqué mi bata llena de pintura que usaba para no mancharme la ropa y los cascos para escuchar buena música mientras pintaba. Miré el lienzo casi vacío, puesto que había terminado el anterior a mitad de la última clase y empecé uno nuevo. Aún no sabía qué quería pintar, pero estaba segura de que quería que fuera algo que me saliera del corazón. Solo cerré los ojos y visualicé mis sentimientos que, no mucho más tarde, transmitiría al lienzo y a todo aquel que lo viera.
Y así pasé la tarde, pintando en un lienzo mis sentimientos. ¿Cuáles? Pues todos. Todos los sentimientos que sentía aquel día. Muchos. Eran muchos sentimientos en un solo lienzo.
Abrieron la puerta. Mi profesor de arte se me acercó, vi que me decía algo, pero no era capaz de oírle por la fuerte música que retumbaba en mi cabeza y de la que nunca me quejaría. Él me quitó los cascos y, por fin, logré oírle.
- ¿Qué estás haciendo aquí Valeria? - Miré a mi alrededor, estaba completamente sola excepto por él.
- Terminar mi cuadro... ¿Hoy no había clase? - El profesor suspiró mientras sonreía. Me caía estupendamente, era el mejor profesor que tenía.
- Valeria, ¿cuántas veces te he dicho que es solo lunes, miércoles y viernes? - Miré la fecha. Estábamos a jueves, qué estúpida.
- Lo siento, ya me voy. - Sonreí y recogí mis cosas. Mientras tanto, Mario, que así se llamaba, miraba el lienzo al fin terminado.
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Deseos por Navidad
RomanceValeria pasará la víspera de Navidad sola. Su familia está de vacaciones, su hermano se irá de botellón, sus amigas la pasarán con sus familias o parejas y el chico que le gustaba la había rechazado hará unos años. Ella va pidiendo deseos, que no s...