Vacaciones de navidad: Sandra

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Capítulo 1: Sandra, 12 de Diciembre

Abro los ojos y me quedo mirando el despertador unos segundos hasta que suena la alarma. ¡Son las 6:53! Momento de empezar el día.

"Buenos días, Sandra. Hoy vas a triunfar", y con esa frase y una sonrisa llena de confianza salto de la cama.

6:55 Me ducho.

7:07 Preparo mi café, con cinco coma setenta y tres gramos de azúcar (tengo que amortizar la báscula de alta precisión que compré en un ataque de locura obsesiva).

Y 7:15 salgo hacia el trabajo caminando los cuarenta y cinco minutos que convalidan mi deporte diario y compensan las seis siguientes horas de oficina.

Como habrás adivinado me encanta tenerlo todo bajo control, y creo que una buena rutina es la clave para lograrlo.

Pero empecemos por el principio, mi nombre es Sandra, soy una chica de aspecto normal y con una vida bastante corriente, aunque mi mejor amiga Susana dice que estoy obsesionada con el orden. Y os aseguro que ella me conoce bien. Somos amigas desde que nacimos porque nuestras madres eran vecinas y prácticamente nos criamos juntas, entre dos pequeñas casitas en un pueblo de montaña. Al ir creciendo nos hicimos inseparables, y vinimos a la ciudad a estudiar en la universidad, yo económicas y ella bioquímica... y hablando tanto de mi amiga... ¡Qué rápido se me pasa el tiempo! Si parece que acabo de empezar a trabajar pero, ¡ya son las 14:00! Así que apago la pantalla del ordenador, agarro mi abrigo y salgo en dirección a un pequeño restaurante de pinchos de la Plaza Mayor, en el que he quedado con Susana, como todos los días.

Hola, tía. ¿Cómo lo haces? Siempre entras por la puerta a las 14:07, ¡cero, siete!

Es el tiempo que hay entre la oficina y el restaurante.- Le guiño el ojo y ella pone los suyos en blanco.- ¿Has pedido ya?

Sí, yo voy a probar los pinchos de calabacín con huevo de codorniz, la tortilla con pimientos y el hojaldre de txangurro, recomendación de Dani, creo que le entendí que era centollo.

Mucho caso le haces últimamente a Dani, amiga.- La miro pícaramente y ella se sonroja.

Claro, porque siempre acierta, pero tranquila, para ti pedí lo de siempre.

¡Estupendo!

El camarero nos interrumpe trayendo los platos y no puedo evitar fijarme en sus miradas. ¡Son tan tiernos! Pero no me atrevo a presionar a mi amiga para que dé el primer paso porque no quiero que sufra por amor... como siempre.

Susana es muy enamoradiza y con "muy" me refiero a exageradamente, porque se enamora con solo una mirada: del panadero, la profesora de física, el monitor de gimnasia, el vecino de enfrente... Creo que en los últimos siete años ha tenido ya veinte almas gemelas.

Estamos a doce de diciembre.- Dice sin levantar la vista del plato.

Lo sé.

Ya sé que lo sabes, y seguro que conoces el número de días que quedan para mi cumpleaños y hasta para la próxima revisión del coche, pero, ¡quedan solo trece días para Navidad!

Eso también lo sabía.- Ya empieza con el sermón de cada año, en fin, cuánta paciencia tengo.

¿Y qué piensas hacer?

Lo de siempre, me quedaré en casa, prepararé una comida deliciosa que disfrutaré con Adri mientras tenemos una videollamada con todos vosotros, porque este año también vais al pueblo, ¿verdad?

Sí, claro, iremos todos: tus padres, tu tío Nicolás cantando villancicos, mi madre poniendo orden, mi padre y mi hermano Lucas con la estirada de su mujer. Venga, Sandra, tienes que venir, hazlo por Lara, así podrás pasar más tiempo con ella.

La vida es mejor con amig@sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora