Bad influence

716 76 3
                                    

Siempre me considere un buen policía. Siempre les hice creer a todos, e incluso a mi mismo, que soy un niño bueno.
Lo soy, de hecho.
Lo he dado todo para demostrarle al Superintendente que yo era un subordinado al cual le podía confiar la malla.
Mí esfuerzo dió frutos y a pesar de mi rango promedio y mí relación decente con mis compañeros, me encargué de que nadie recibiese una queja sobre mi persona.

Entonces, ¿por qué toda mi fachada se iba a la mierda tan de repente?

Gustabo García, el Subinspector de comisaria llegó y puso todo de cabeza. . . Incluso a mí.
El tiene una personalidad contagiosa. Te hace saber que con él; ni tu físico, ni tu personalidad, ni tus hábitos, ni tu pasado va a ser juzgado.

-<<Joder, mi buena racha con el Superintendente va a irse a la mierda si sigo asi. . .>>

Estaba apunto de entrar a vestuarios pero García me retuvo con un ingenioso insulto que ahora no soy siquiera capaz de recordar. Cegado por una extraña sensación de confianza que jamas había sentido con nadie, lo perseguí y me arrojé sobre el antes de que tuviese la oportunidad de escapar.

-¡Placaje! —Exclamé, ya sobre su cuerpo. Sobrecogido por una infantil sensación de jugueteo que rápidamente se disipó al momento de abrir los ojos.

-¡Argh! —Los lentes ahumados de Gustabo salieron volando, la gorra también. Cuando enfoqué mi vista hacía abajo, una onda de electrochoque recorrió mi espina dorsal.
Sus ojos clavados en mí con ingenua sorpresa, su pierna izquierda sobre mi hombro y ambos brazos a la altura de su cabeza, dandome una visión totalmente desprotegida de mi compañero.
-Joder. . . —Susurró, tomando aire con fuerza al sentir su pecho apretujado por una de mis manos. Cuando me quise levantar lo mas rápido que pude, perdí el equilibrio de mi torso y caí hacia delante.

Bajo la expectante mirada de uno de nuestros compañeros, yacíamos Gustabo y yo unidos en el suelo. Nuestros pechos estaban pegados y calidos, molestos por el chaleco antibalas que actuaba como un muro entre nosotros.
Una escena que a los ojos de los demas pudo durar segundos, pero a los míos duró una eternidad. . . Porque los cristalinos iris de Gustabo estaban hechizandome para que me quedara.

El suavemente empujó mis hombros hacía atras y se escurrió de entre mis piernas, levantándose y sacudiendo sus piernas. Extendió su mano y sin apartar la mirada del suelo, me la ofreció.
Ambos arriba, nos quedamos frente a frente en silencio sepultante.
Nuestro compañero empezó a hablar sobre lo recién ocurrido como si nuestros rostros enrojecidos no fuesen una clara señal de que ya lo teníamos claro, y que no nos importaba.
Recogió sus lentes y gorra, mas sin embargo solo los sostuvo en su mano.
Creo que mi estupidez estaba siendo obvia, porque hasta yo me dí cuenta de que lo estaba mirando demasiado.

-¡Gustabo! Vamo' a patrulla' coño. —Reclamó Isidoro quién recién llegaba de planchar un par de bragas. Este asintió y sin mediar palabra conmigo, se fue dejándome plantado con un sentimiento de desesperación y quemazón en el corazón.
Con lo buen portado que yo era antes de conocerte. . .

De igual manera, ahora lo pienso y agradezco que Gustabo me haya apartado en ese momento.
Porque si no lo hacía,
definitivamente lo habría besado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 23 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

¡Placaje! | GortaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora