like you were my closest friend

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Estaba a punto de amanecer en la Ciudad De México. La mayoría de los ciudadanos estaban preparándose para empezar la jornada laboral o para ir a la escuela. Excepto dos jóvenes en un apartamento en el sur de la Ciudad de México. Julián y Kevin reían mientras admiraban el amanecer de la ciudad desde el suelo del apartamento del argentino. Julián estaba recargado contra la pared mientras Kevin estaba a su lado recargándose en un sillón con sus pies el regazo del argentino.

— Ya es demasiado tarde.

— Más bien es demasiado temprano. — respondió Kevin. — Apenas son las 6.

— No hemos dormido nada.

— Dormir está sobrevalorado.

— Eso no decís cuando te levantas a las 2 de la tarde los domingos.

— Los domingos son para dormir. — gritó el mexicano mientras miraba al argentino que reía.

— Si tú decís.

Ambos se quedaron en silencio mientras observaban como la ciudad empezaba a activarse. La calle que se encontraba desolada hace unas horas ahora estaba llena de automóviles. Los peatones corrían para poder alcanzar el metro y poder llegar a tiempo a su destino. Kevin amaba ver esos pequeños momentos, le gustaba lo viva que era la ciudad a comparación del pueblo donde él había crecido.

— ¿Cómo es que terminamos en el piso?

— No se, yo creo que fue el vino barato de tu roomie. — bromeó Kevin.

— Pues que roomie tan raro tengo.

— ¿En serio? Yo no creo que sea raro.

— Solo a veces. Es buena onda, aunque un poco flojo para limpiar cuando le toca.— río Julián siguiéndole la broma a su amigo.

— No soy flojo. — se defendió Kevin riendo. — Solo estoy cansado a veces.

— Si durmieras bien sería diferente.

— No es cierto.

— Bueno, si tú decís.

El silencio volvió a hacerse presente. Kevin se levantó y agarró la botella de vidrio. Intentó tomarle, pero ya no quedaba nada.

— Nos lo acabamos hace como 3 horas. — le informo al argentino. — ¿Además, como es que quieres más? Es la segunda botella, Kev.

— Abriré otra.

Julián iba a detenerlo, pero el mexicano ya se encontraba en la cocina. Sacó una botella de vino barato que había comprado hace unos días y la destapó. Volvió con Julián mientras tomaba un trago.

— Tomar un poco de más una vez no te hará daño. Además esa botella se terminó desde hace rato.

Julián rodó los ojos y tomó la botella para tomar más. Kevin se acostó en el piso con la cabeza sobre su regazo. Aunque podía ser una posición algo íntima, a ninguno de los dos les incomodaba.

— Oye, no te la vayas a acabar. — bromeó Kevin mientras Julián alejaba la botella de sus labios. Kevin rió mientras tomaba la botella, pero al agarrarla demasiado brusco terminó tirando un poco sobre la playera de Julián. — Que pendejo, perdón Julián.

— No te preocupes.

— Pero es vino, no se va a quitar.

— No es nada, Kev. De verdad. Tengo más remeras.

— ¿Seguro?

— Que si, Kev. Eres muy necio a veces.

— Lo siento, Juli, es solo que no quiero que te enojes conmigo. Eres mi mejor amigo, no lo soportaría.

— Nunca me enojaría con vos. A veces me molestan algunas cosas pero no puedo enojarme con vos. Eres como un gatito, es imposible enojarse con vos.

— No me digas que soy como un gato. — se quejó Kevin.

— Pero lo eres. Así todo pequeño y tierno.

— Mido más que tú, wey.

— Sigues siendo un gato.

— No es justo. Tú eres la araña, eso está chido, lo mío ¿que?

— Bueno, está bien ya no te diré gato.

— Eso espero.

Ambos quedaron en silencio sin poder sacar otro tema de conversación. Habían pasado toda la noche hablando así que ya no había más que decir, pero eso no importaba. Con solo tener la compañía del otro se sentían felices. Julián solo admiraba a Kevin, mientras que el otro jugaba con sus manos.

— Oye, tú también te manchaste de vino. — le comentó el menor.

— ¿Enserio? — preguntó Kevin mientras se llevaba la mano a su cara intentando quitar la mancha. Se incorporó buscando su teléfono para poder verse.

— Déjame ayudarte.

Julián acercó su mano a la cara de Kevin en un intento de poder quitar la mancha que estaba sobre el mexicano. Kevin miraba atentamente al argentino. Él sabía que su roomie era guapo, pero en ese momento no podía despegar sus ojos de él. Sonreía al verlo.

— ¿Por qué sonreís?

— Nada, solo eres muy lindo. — respondió Kevin. No sabía si era el alcohol en su sistema pero algo le había dado la valentía para decir eso.

— Vos también sos lindo, Kevin.

Ambos se miraban a los ojos. Julián sabía que si no apartaba la mirada terminaría haciendo algo de lo que se arrepentiría, pero no podía. Estaba atrapado en los ojos cafés de Kevin. No fue hasta que sintió los labios de su roomie sobre los suyos que despegó la mirada.

Al principio no podía creer que Kevin lo había besado. Kevin era un chico tímido y un poco cobarde, además de que era su mejor amigo. No esperaba ese gesto de él, pero no le disgustaba. Tomo el rostro ajeno para poder profundizar más ese beso. No sabía si se arrepentiría de eso, pero no le importaba. Solo quería tener sus labios sobre los labios de Kevin.

— No besas nada mal. — le dijo Kevin cuando se separaron.

— ¿Nada mal?

— Pues si, no sé, creo que necesito otro para comprobar. — respondió el mexicano mientras se acercaba a Julián y unía sus labios de nuevo.


909 palabras.

Esto es lo que pasa cuando una adolescente no duerme. Maroon es mi canción favorita de Taylor y desde hace tiempo tenía ganas de escribir algo inspirado en esta canción. Pensé en hacerlo una historia larga pero no se creo que así está bien. Gracias a mi amiga que siempre me da su aprobación antes de subir esto y ojalá les guste <3

MAROON | JulivinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora