La Graduacion: Y el inicio de mi vida

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Me llamo Katherin Howard, pero puedes llamarme Kate. Y quiero contarles que estoy a una semana de graduarme y de comenzar realmente mi vida fuera del colegio. Estoy muy nerviosa y asustada, pero también feliz, y al mismo tiempo triste... Me siento confusa.

Estoy nerviosa por comenzar a vivir a fuera, a buscar trabajo, un lugar donde vivir, a empezar una vida para mi. Me siento asustada pq se que desde ahora todas las decisiones que tome tendré que pagar yo las consecuencias, que los problemas los tendré que resolver yo, ya no tendré al colegio para protegerme y defenderme, aunque sí a mis padres. Estoy feliz porque se que lograré cumplir mis sueños, mis aspiraciones y mis metas. Iré a la universidad, que será un nuevo mundo para mi, en el que estudiaré la carrera que quiero para graduarme. Y estoy triste porque se que la única manera de cumplir mis sueños es dejando todo atrás; mis amigos, familia... mi hogar. No me mal interpreten, no es que al hacer eso no vaya a tener tiempo, si no más bien es que me tengo que mudar; me mudaré lejos...

No es por el dinero, ni la fama, si no mis sueños, mis ganas de estar toda mi vida haciendo lo que quiero. Empezare allá, donde me mudaré, y luego, si puedo, regresaré. Lo bueno es que no empezaré desde cero ni estaré completamente sola. Tengo, o bueno al menos tenía, una tía allá. Me dejó su apartamento en herencia porque ella sabía mis planes y quiso que ese apartamento fuera para mi, y lo mejor de todo es que mi mejor amiga irá conmigo.

Me voy a mudar a Amsterdam y sé que seré una gran escritora. Me encanta pensar que los mundos de historias que cree serán leídos en millones de ciudades y que tanto niños como adultos podrán amar mis historias tanto como yo. Me puedo imaginar sentada en la madrugada en un sillón, con una libreta en la mano escuchando música. Escribiendo todas las ideas que me vengan a mente para al final crear una gran historia. Hay tantas ideas que quiero compartir, tantas historias que quiero escribir, y sé que lo lograré.

-¿En qué piensas que estás tan callada? -me pregunta mi madre a la hora de cenar.

-En nada, es sólo que estoy estoy pensando todavía en lo que voy a decir en el discurso. -Soy la de mejor promedio en mi promoción y por eso me toca decir el discurso de la graduación.

-¿Cómo así? ¿Todavía no has escrito nada? -me pregunta ahora mi padre-. Hija, la graduación está a la vuelta de la esquina, sólo falta una semana.

-Sí, ya sé, papá. Tengo algunas ideas pero quiero que sea algo que nunca olviden, quiero que les llegue lo que les diga.

-Tranquila, hija, yo sé que sabrás qué decir. Al final, encontrarás las palabras perfectas; siempre lo haces. -Es mi madre la que siempre me ha dado todo su apoyo, siempre ha confiado en mi y en mi talento. Gracias a ella, estoy donde estoy. Sonrío, y como ya terminé de comer me levanto y ayudo a recoger los platos, mi papá me dice que si quiero puedo subir a ver si me llega inspiración, cosa que hago.

Al llegar a mi cuarto cierro la puerta y pongo música. Me recuesto en mi cama con el teléfono en mano abierto en las notas y me dejo llevar por la música. Me pongo a pensar en todos mis años en el colegio y en mis compañeros, buscando inspiración en cada situación difícil que pudimos resolver juntos... Y al final, con los ojos aún cerrados, escribo lo que me parece el discurso perfecto.

-Tengo buenas noticias -le digo a Alice, mi mejor amiga, apenas llego al colegio.

-Hola a ti también -me dice ella a su vez sonriendo-. Bueno, ahora cuéntame esas buenas noticias.

-Bueno, ayer por fin pude escribir el discurso y creo que quedó perfecto -le cuento emocionada. Ella me ha insistido, desde que nos confirmaron que sería yo la que diría el discurso de graduación, que escribiera uno, y de eso hace ya más de un mes.

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