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𝐂𝐨́𝐦𝐨 𝐧𝐨 𝐡𝐚𝐛𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐯𝐢𝐬𝐭𝐨 𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐛𝐚𝐢𝐥𝐚𝐬
𝐋𝐚 𝐦𝐮́𝐬𝐢𝐜𝐚 𝐞𝐬 𝐚𝐢𝐫𝐞 𝐜𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐭𝐞 𝐯𝐚𝐬.

—Dale que llegamos tarde.— Juani volvió a tocarle la puerta, impaciente.

—Pará, ya salgo. — respondió mientras terminaba de arreglarse el pelo.

Era la primera de sus noches en tierra argentina, y Juani se había encaprichado con salir.

El vuelo todavía dejaba rastros en él, pero quería divertirse antes de empezar a trabajar, así que aceptó.

Buenos Aires sería su hogar durante el próximo año, mientras grababa una serie para Netflix en la que había quedado.

Miró la hora en mi celular, las diez menos veinte de la noche

—¿Pero por qué vamos tan temprano?— preguntó.

Juani resopló.

—¿Sos boludo, Blas? Te expliqué que vamos a la muestra de una amiga, y de ahí a alguna previa. Y después si salimos.— Le explicó por segunda vez en la noche.

—Ah, cierto.

Blas le cedió las llaves de su auto a Juani para que manejara mientras él se dedicó a mirar por la ventanilla.

Buenos Aires era hermosa, con su vivir apurado, las voces y la música siendo su característica melodía.

Amaba Madrid, pero Buenos Aires tenía un lugar en su corazón que ningún otro lugar ocuparía nunca.

—Que amigazo, Juani. Primera noche, sábado, y me estás llevando a una muestra de danza contemporanea. Divertidisimo la verdad.— Soltó una risa, irónico.

Adoraba las artes y todas esas cosas, pero un festival de baile no era la idea que más lo seducía esa noche.

—Ya te dije, Mar me lo pidió y se lo prometí. Es un rato nada más.

—Espero que esté bueno por lo menos.

—Sí, baila increíble, ya vas a ver.

El escenario se elevaba tres filas por delante de ellos

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El escenario se elevaba tres filas por delante de ellos.

Felipe y Simon se habían unido al grupo.

Las luces del lugar se apagaron y la música empezó a sonar.

Los reflectores iluminaron el escenario, donde un grupo de chicos dieron inicio al espectáculo.

Un par de presentaciones después, los reflectores se apagaron una vez más.

Video games resonó en la sala y las luces enfocaron a una chica en el escenario.

—Es ella.— Le dijo Juani por lo bajo.

Blas centró su atención en la chica que estaba arrodillada en medio del escenario.

Empezó a bailar, dando vueltas por el escenario, saltando, girando.

Parecía que volaba.

Blas estaba hipnotizado.

Se movía tan bien, como si la canción fuese suya, como si la música fuesen hilos tirando de su cuerpo.

La canción dejó de sonar.

Las luces volvieron a iluminar la saña y la gente comenzó a dirigirse a la salida.

—Vamos a buscarla.— Dijo Felipe.

Los cuatro chicos tomaron lugar al lado del escenario, esperando a la chica.

—Hola lindos.— Una voz habló a espaldas del chico.

—Hola hermosa.— Saludó Simon.

Blas se giró para ver a la dueña de esa voz dulce.

Frente a él había una morocha espléndida, alta, esbelta, denotaba elegancia.

Blas estaba embobado.

—Hola— lo saludó con un beso en el cachete. —Marena, ¿Vos sos?— Se presentó, sonriéndole.

Blas dudó un segundo, pero se aclaró la garganta y respondió al ver que ella lo seguía mirando.

—Blas.— Le sonrió también.

—Un gusto.— le sonrió un instante más, cautivandolo. —Bueno, ¿Qué se hace hoy?— Les habló a los tres restantes.

—Salimos— le contestó un alegre Felipe.

Pero la mente de Blas estaba ajena, pensando en esos ojos verdes y en la sonrisa relajada que le había dedicado momentos antes.

Que mina linda.

AAAA empezamos una fic de mi marido chicaaaas

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AAAA empezamos una fic de mi marido chicaaaas.

Lo amo, les juro.

𝐌𝐎𝐍 𝐀𝐌𝐎𝐔𝐑 ● 𝐁𝐥𝐚𝐬 𝐏𝐨𝐥𝐢𝐝𝐨𝐫𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora