Lisa solo esperaba a que la conversación de Jennie con su madre terminara, sabía a qué dirección iba, siempre era lo mismo, su madre lograba alejar a todos solo con mencionar una buena cantidad de dinero.
_Si tanto te molesta, ¿Por qué no hablas con ella? Déjale en claro que no quieres que intervenga en tus relaciones - era el consejo de su amiga, Rosé.
_Una vez pensaba hacerlo, pero me dí cuenta...- sonrió con tristeza - que siempre tiene razón. Todos aceptan alejarse de mí por dinero. Así sea por necesidad, por avaricia, o porque saben que no hallarán otra oportunidad de obtener tanto dinero.
_¿Creés que ella lo haga?
_¿Jennie? - Rosé asintió - creo que sí. Ella es alguien muy ruidosa, si se hubiera ofendido por la propuesta, ya hubiera hecho un escándalo.
_Parece que te gusta mucho.
_Ella parece única - respondió con voz apagada - me gustaría que se quede y poder conocernos mejor, pero es su decisión.
***
Jennie miraba sin algún gesto aquel cheque que sostenía en su mano, la mayor esperaba su respuesta.
_¿Solo tendría que alejarme y es todo?
La mayor sonrió de lado, sabía que aquella chica era igual, no tenía duda al ver la vestimenta que usa. Gorra de revés, camisa de cuadros color rojo con las mangas rotas hasta los hombros, pantalones anchos y desgastados, zapatillas negras y sucias, parecía salida de un vecindario.
_Exacto, solo aléjate de mi hija y esos cincuenta mil dólares serán tuyos.
_Señora - dejó el cheque sobre la mesa - ¿Su hija vale solo cincuenta mil? Creo que la suma sería algo más elevado, ¿No lo cree?
La mayor se mostró sorprendida por tal atrevimiento, era claro que le estaba pidiendo más dinero.
_Está bien - tomó el cheque y escribió en uno nuevo - te daré cien mil dólares - lo dejó en la mesa - ¿Es suficiente para tí?
Jennie sonrió de lado y asintió, tomó el cheque en mano, disfrutando de verlo mientras seguía descansando con confianza en el sillón, sus piernas descansaban sobre la pequeña mesa.
Jennie levantó la mirada a la mayor y lentamente, el cheque fue roto a la mitad dejando ver aquella sonrisa de la castaña.
_¿Qué haces? - la mayor preguntó con cierto enfado - ¡¿Estás loca?!
Jennie llevó su mano al bolsillo de su camisa y sacó un papel, tomó su bolígrafo del otro bolsillo y lo destapó con los dientes, escribiendo en silencio.
Dejó el papel frente a la mayor y regresó a recostarse en el sillón poniendo sus brazos detrás, sonriendo divertida.
La señora Manobal sostuvo el papel, incrédula, y se mostró sorprendida al ver que era un cheque, lo más irreal era el número.
_Le doy cien millones de dólares para salir con su hija. Pero quiero dejarle en claro que, así no acepte el dinero, seguiré saliendo con ella. Porque, señora - sonrió de lado, divertida - su hija me fascina.