Capítulo uno

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Ciudadela, 1996

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Ciudadela, 1996.

Pilar.

Salí del aula cuando el timbre dio por terminada la jornada. Iba caminando en silencio hacia la salida del colegio, mientras terminaba de guardar mis cosas en la mochila. Afortunadamente para mi, el día había sido bastante llevadero, y las horas habían pasado con rapidez. El grito de una maestra retando a alguien llamó mi atención, y al girar la cabeza pude notar a Carlos, mi primo, caminando hacia el mismo lugar que yo.

Me iba a acercar a él para decirle de irnos juntos, pero me frené cuando vi como este se acercaba a Mariela, la chica con la que estaba saliendo hace un tiempo. Decidí no molestarlos, por lo que seguí caminando para irme sola.

—Ch. Ch. —Apenas puse un pie fuera del colegio, escuché como alguien me chistaba. Mi mirada instintivamente se giró hacia el lugar de donde provino aquel sonido. Era Danilo, el amigo de Carlos. — ¿Qué onda, Piru? ¿Todo bien?

—Todo bien, ¿y vos? —Me acerqué a él con una sonrisa, saludándolo con un beso en el cachete.

—Bien. —Respondió este encogiéndose de hombros, devolviéndome sonrisa. — ¿Y tu primo?

—Con la Mariela. ¿Dónde más? —Respondí levantando las cejas repetidas veces, provocándole una risa.

Nos quedamos en silencio cuando vimos pasar a la mencionada. Al verme, Mariela me sonrió y levantó la mano para saludarme, a lo que la imité. Nos habíamos visto varias veces en las obras donde trabajaba mi tío, cuando yo iba algunas tardes a cebarle mates a Segundo y a chusmear con Carlos. Después de saludarme, ella siguió su camino y se subió a la camioneta de su papá.

Cuando Carlos finalmente hizo acto de presencia, el Uruguayo se acercó a este con su bici, la cual yo recien notaba. Danilo intentó asustar a mi primo, pero este solo lo miró con gracia.

— ¿Todo bien? —Preguntó, mirándonos a los dos con una sonrisa.

—Bien, ¿vos?

—Bien.

—La vimos a la Mariela recién. Pasó para allá. Se fue con el Hugo. —Comentó Danilo abrazando a Carlos por los hombros mientras los tres empezábamos a caminar hacia nuestras casas. — ¿Qué onda? Si te casas con esa, sos vos. Te salvás.

— ¿Y esa bici? —Preguntó mi primo evadiendo la pregunta.

—Mía, la compré con mi sueldo.

—Más choreada esa bici. —Me burlé haciendo montoncito con la mano mientras sonreía con burla, provocando que Danilo chasqueara la lengua  molesto mientras me miraba de reojo. Este intentó golpear mi brazo, pero lo esquivé a tiempo.

—Que hambre que tenés, nena.

Quise seguir molestándolo un poco más, pero preferí quedarme callada cuando escuché la irritante voz de Hernán, un pibito cargoso del barrio que basaba sus días en hacernos la vida imposible a los tres.

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⏰ Última actualización: Sep 11 ⏰

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ORIGINAL RAXETA | Danilo SanchezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora