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Como era de esperarse, nada salió a favor de Mark Lee.

Había costado demasiado tomar aquella decisión, alejarse de Donghyuck y renunciar a su amor era lo correcto, incluso si este permanecía aprisionado en su corazón por el resto de su vida, en cadena perpetua. No obstante, no consideró la opción de que Donghyuck se negara a aceptar lo que había decidido por ambos.

Mark no lo comprende, ¿acaso no se da cuenta de lo problemático que es seguir siendo amigos? La gente habla, y por obviedad, todas esas críticas repercutirán solo en él.

Ya puede oír sus comentarios maliciosos, sería tratado como un omega fácil que se encuentra esperando la oportunidad adecuada para abrirle las piernas a quién solía ser su amigo de infancia. De solo pensarlo, su cuerpo tiembla en anticipación. Siempre fue muy receptivo en cuanto a la opinión del resto, tal vez, por lo mismo le aterraba tanto la idea de ser un tonto omega.

Así que con los músculos más que tensos, toma la madura y sana decisión de quedarse en su casa hasta que Donghyuck regrese a la ciudad. Sí, sería fiel a sí mismo y no permitirá que sus pensamientos y deseos influyan en su ultima palabra. Eso es todo.

Por supuesto, Mark no imagino que el alfa aparecería en su casa al día siguiente, fingiendo demencia.

─¡Donghyuck, mi vida! ─el grito de su madre explota contra las paredes, ella corre tan rápido como puede en su dirección. Toma el rostro acaramelado entre sus manos pequeñas e intenta sujetar las mejillas que ya habían desaparecido por completo─.¿Como has estado? Tanto tiempo sin verte...

Mark se vuelve pequeño en la cocina, sus piernas tiemblan inevitablemente y el cuchillo cae de sus manos al fregadero. No cree que pueda seguir con la cena. Desde lejos, escucha los cuestionamientos de su madre y puede sentir la sonrisa agradable de Donghyuck, encantado por ser bien recibido en la casa, como si nada hubiese sucedido entre ambos.

Almendras y whisky inundan sus fosas nasales, es tan adictivo y relajante a la vez, se filtra por su piel y se impregna ahí. Mark se siente enfermo de inmediato, como si fuese una capa de neblina que le impide ver la noche, lo sujeta y presiona la piel de sus brazos, impidiendo que se marche y dejándolo ante el peligro vivo de la oscuridad. Su garganta se aprieta y tiene que abrir la boca para poder respirar correctamente, boqueando como un pez fuera del agua.

Es una completa locura.

─¿Quieres quedarte a cenar? Mark y yo estábamos haciendo una sopa de verduras, seguro Johnny llega pronto del campo.

─Claro, me encantaría ─el tono agradable le hace cerrar los ojos para recordar cuando salían apodos cariñosos de esos labios y sus ojos negros lo miraban con un brillo hermoso─. ¿Está Johnny trabajando en el campo?

─Oh, sí, pero solo por la temporada ─su madre ríe y la escucha acercarse, Mark observa hacia todos lados, pero no hay forma de que pueda esconderse entre muebles pequeños y especias colgadas en la pared─. Dijo que le traería muchas fresas a Mark, le encantan.

─Lo sé.

Lo sabe.

En cuestión de segundos, su bajita madre ha entrado a la cocina con Donghyuck a la rastra, lo toma del brazo como si fuese un caballero importante de esos que salen en los libros de historia, vestido de traje y con una boca convincente que puede mover masas para salirse con la suya. Pero a diferencia de ellos, el alfa solo trae una camiseta negra normal y pantalones del mismo color, su cabello peinado hacia atrás y la piel canela brillando gracias a los rayos de atardecer en la ventana.

El tiempo se detiene en cuanto sus ojos se vuelven a encontrar, el cosquilleo en su estómago se extiende por todo su cuerpo y lo deja completamente inmóvil, siendo la presa perfecta para un depredador como él.

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