Prólogo

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Don't Leave Me

8 de Julio 1992

—Papá, papá, no me dejes —pedía una niña de 5 años y cabellos castaños oscuros—. Prometo no ser una mala niña, pero no te vayas.

Aquella niña lloraba desconsoladamente mientras abrazaba a su padre. Pues el hombre empacaba sus cosas para irse de aquel lugar.

—Tú simplemente fuiste una equivocación —suelta el hombre, quedando grabadas esas palabras en la pequeña—. ¡Suéltame! Que ya no quiero saber nada ti, estúpida niña.

Empuja a la pequeña y sale de la casa para luego subirse al carro y emprender su camino. La niña solo se asomó por la ventana y ve como se alejaba el que se hacía llamar su padre. Lloraba desconsoladamente, pidiendo con dolor que regresara su madre mientras abrazaba la única foto que tenía de ella. Deseaba con todo su corazón que ella entrara por la puerta y le dijera "aquí estoy cariño, todo va a estar bien", pero ese deseo no se cumpliría. Antes ella y su padre eran unidos, pero no sabía que es lo que había pasado para que la odiara y la abandonara.

A la semana, la comida que había quedado en aquella gran casa se había acabado. La niña tenía hambre, pero tenía miedo de salir. Se armó de valor, se cambió de ropa, se arregló y salió a buscar comida al super. Tomó unas cuantas cosas y se dirigió a la caja con lo poco que tenía, sin embargó, sus monedas no eran lo suficiente para pagar los productos que había agarrado.

—Nena, ¿y tú papá? —le pregunta la cajera. Pregunta que rompió a la pequeña. Quería decirle que su padre la abandonó, pero... ¿Y si su papá regresaba y se enteraba que anduvo diciendo eso? ¿La volvería a dejar?

Cuando estuvo a punto de hablar, una voz masculina se hizo presente.

—Aquí estás mi princesa —la carga un hombre con cabello castaño un poco oscuro, tenía una barba bien recortada y un color de ojos peculiar para la niña. Su mirada expresaba calidez y cariño, algo que la niña anhelaba, y por inercia, lo abrazó—. Perdón, se me adelantó mi niña y quiso sentirse una adulta al pagar, todavía no se acostumbra.

La cajera le sonrió y le cobró al señor. Saliendo del super, el hombre aún seguía cargando a la menor, quién se había dormido en sus brazos. Su expresión cambió a una de preocupación, pues le dolía dejar a la niña sola otra vez. Caída la noche, la pequeña castaña despertó y se encontró en su habitación, a su lado, un peluche de un tigre; su favorito. Bajó a la sala y vio que la chimenea de su hogar estaba encendida, curioso, porque ella recuerda no haberlo prendido. Tomó del mueble uno de sus libros favoritos y se puso a leer frente a la hogareña chimenea.
Ella no recordaba como había llegado a la casa y cómo había conseguido la comida. Por más que trataba de recordar, no podía.

La luz de la luna se hizo presente por un ventanal de la sala, junto con la luz de las llamas de la chimenea. Se acercó a ver la luna, y pudo ver las estrellas.

Flashback

—Mira mamá, se ve bonita la luna —comentó ella con menos edad.

—Así es corazón, hoy la luna está más hermosa que nunca —sonrió la mayor—. Así cómo tú, un día, cuando no llegue a estar contigo, me puedes buscar en la estrella más brillante en el cielo nocturno y estrellado.

—¡Serás la estrella más hermosa! —exclama la pequeña.

La menor vio a una ninfa del bosque cerca del árbol que a su madre le encantaba. Le comentó a su progenitora sobre el ser que vio, provocando una leve risa en ella.

—Eso es una ninfa, o un espíritu de la naturaleza —le explicó a su hija.

—Es hermosa —dijo la niña, para luego saludarla.

Phoenix heart ||Percy Jackson||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora