At All Costs · Descendientes Beal

Parte 1

—¿Mal, serías mi esposa? —Dijo Ben, abriendo el cofre aterciopelado que contenía un pequeño pero reluciente anillo de oro rosa con una amatista —. No, eso fue asqueroso —cerró el cofre y dejó de mirar su propio reflejo —. Otra vez. Eres la mujer más hermosa que he conocido ¿te gustaría ser mi esposa? —volvió a mirar al espejo, de nuevo abriendo el cofre y enseñando el anillo —. Podemos mejorar...

—¿Sabes lo que significa el matrimonio muchacho? —Habló su padre por el reflejo del espejo.

—Significa felices para siempre. Una vez que estemos juntos nos podremos olvidar de invasiones de dragones, tormentas eléctricas, desapariciones de villanos y objetos malditos. Todo será felicidad cuando diga "sí" —afirmó Ben mirando con atención el anillo entre sus dedos. La vida con Mal se había pasado en un parpadeo, en unas semanas se graduarían de la preparatoria Auradon y comenzarían una nueva vida haciendo lo que mejor sabían hacer. Él tenía que cumplir con su rol como rey, pero sin la escuela tendría un poco más de tiempo libre, Mal seguiría estudiando artes y se convertiría en una artista admirada y sería su reina.

—El matrimonio significa muchas cosas, hijo —Bestia se acercó y lo tocó del hombro —. Aún pueden esperar.

—Lo sé, pero estoy seguro de que es el momento justo.

Bestia lo aceptó y lo dejó seguir ensayando. Ben continuó analizando el anillo, practicó un montón de frases pero ninguna lo convencía de ser la frase perfecta. La alarma de su celular sonó y él tembló, llegaba tarde a la cita que había organizado para la gran propuesta. Guardó la caja con el anillo en su bolsillo y salió corriendo para tomar la camioneta y recoger a Mal.

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Ben la llevó al lago encantado, el sitio de su primera cita. Tan encantador y mágico como la primera vez, las copas de los árboles llenos de flores, animales adorables escalando por las ramas y el suave arrullo de la cascada junto a las ruinas. Mal robó la tarta de fresa de Ben cuando él se distrajo mirando unos pájaros sobre su nido cuidando a sus huevos. Él tardó un poco en darse cuenta y se rió de sí mismo al notarlo.

—Está bien, lo compré para ti de todas maneras —se relajó un poco, pero volvió a distraerse en sus pensamientos.

—¿Qué sucede? Estás muy distraído hoy —preguntó Mal bajando el plato de fresas.

—Oh, hay... Un par de cosas que he estado pensando toda la semana y... Mal, ¿tú...?

—¿Por qué la siguiente semana nos vamos a graduar y tendremos que planear un futuro? Eres el rey, tienes el futuro perfecto —interrumpió —. Además, cuentas conmigo para todo. Lo sabes ¿cierto? —ella le tomó la mano, sujetándolo con fuerza para darle seguridad.

—Sí... Por eso te amo. Desde el primer día demostrarte ser la más leal y espléndida y...

El celular de Mal vibró en el suelo. En la pantalla aparecía un mensaje del Hada Madrina con grandes letras blancas seguida de varias notificaciones más de ella misma. Mal se apresuró a apagar el celular e ignoró los correos. Ben se mordió el interior del labio.

—¿El Hada Madrina?

—Oh ya sabes, quiere que le dé una respuesta a su propuesta.

—¿Propuesta? ¿Cuál?

Mal apretó los ojos y se lamentó. Se olvidó de que aún no le contaba a Ben lo que había sucedido.

—El Hada Madrina me ofreció seguir estudiando como su aprendiz... De magia. Con Jane, obvio. Desde que restauraste la posibilidad de hacer magia legalmente el Hada Madrina se obsesionó con traer de vuelta la cultura mágica. Enseñar sobre dragones, hechizos, conjuros, magia, todo eso.