CAPÍTULO 1.

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CAPÍTULO 1.

No es fácil...

No es fácil dejar atrás el lugar donde viví la mayor parte de mi vida.

No es fácil abandonar y empezar de cero.

Simplemente... No es fácil.

La ventana del auto se empañaba con mi respiración. No pude dejar de ver el camino boscoso hacia mi lugar de destino. Mi cabeza posada en el vidrio demostraba lo abrumada que me sentía al tener tantos pensamientos en mi mente. Se siente como estar entre la espada y la pared.

Las últimas palabras que me dijo mi madre al salir de casa fueron; "Cuídate hija, te quiero mucho". De hecho no le respondí. Hace un tiempo que no nos hablábamos, aún viviendo en la misma casa durante unos largos meses. Problemas personales.

Alejarme no cambiaría nada, pues la única afectada sería yo, y la verdad era lo que más importaba en ese momento. Quizás estar fuera del ambiente que detonaba mi depresión, sería lo adecuado para mí.

Llegué a mi destino después de un largo viaje. Para muchos, los suburbios son la clase de lugar en la que una persona no quisiera ir, a menos que sea que quiera estar sola. La verdad pensé que estaría un poco más habitado. La humedad en el ambiente se sentía, toda la zona tenía muchos árboles, tantos que cubrían la gran parte de la vista hacia el cielo. Un inquietante silencio se apoderaba, y solo el canto de las aves se escuchaba a lo lejos.

<< Paz. >>

Tiré mi bolso en el suelo al entrar al que sería mi nuevo hogar y me dejé caer en el sofá polvoriento que estaba frente a la chimenea.

<< ¿Polvo?. >>

Mis ojos recorrieron la habitación, observando las telarañas que colgaban del techo y el polvo que cubría cada rincón. Un suspiro escapó de mis labios mientras me preguntaba si había tomado la decisión correcta al mudarme a ese lugar.

El cansancio del viaje de siete horas se apoderaba de mí, pesando mis párpados y haciendo que mis músculos se sintieran aún más cansados. La idea de limpiar todo parecía una tarea titánica en ese momento. Me pregunté por qué me había sentido tan decidida al dejar mi zona de confort, y una punzada de tristeza me invadió.

Respiré hondo y me prometí que haría de ese lugar mi nuevo hogar, que lo llenaría de vida y lo convertiría en un refugio acogedor. Con esa determinación en mente, me dispuse a limpiar cada rincón de la casa, decidí dejar atrás la tristeza y la incertidumbre que me había invadido al llegar.

El camión de la mudanza llegó una hora después y el personal empezó a bajar las cosas que pude traerme, como mi cama, la mesa de la computadora, una pequeña nevera, cocina, un closet en el que guardaría toda mi ropa y otras cosas personales, y un pequeño sofá.

Todas mis pertenencias tuve que arreglarlas en un solo espacio de la casa, ya que según, Charlie, el agente inmobiliario, la mayoría de ella necesitaba arreglos.

La sala tenía una medida de ocho metros de largo y seis de ancho, la chimenea estaba en medio y se podía apreciar al entrar al hogar. La cama la situé en una esquina junto al closet y un ventanal algo alto. El sofá frente a la chimenea lo cambié por el que había traído, y la nevera junto a la cocina las situé en el otro costado del salón. Ponerles bombillas, cortinas y algunas cosas de decoración le daban el toque final.

La casa contaba con dos pisos, un sótano y un ático. En la planta baja, estaba la sala, la cocina, un baño de visitas y un cuarto de depósito al que no pude acceder por no encontrar las llaves de la puerta.

Al subir las escaleras, me encontré ante un pasillo en el cual observé siete puertas de madera con un diseño único y un nombre diferente en cada una de ellas. Las siete habitaciones que Charlie me había mencionado.

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⏰ Última actualización: Feb 01, 2024 ⏰

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