Capitolo singolo

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Aclaraciones: es simplemente un one-shot smut sin trama, no tengo experiencia alguna en esto, nunca escribí una historia, pero aún así espero que puedan disfrutar esto <3

Por si no notaron o no leyeron la descripción, acá Gordon será el botton/pasivo, si no les gusta pueden retirarse, agradecería que no hagan comentarios despectivos.

Sin más que decir, comencemos!
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Gustabo se encontraba de camino a comisaría, era demaciado tarde por la madrugada, iba a salir de servicio porque se aproximaba una tormenta.

Isidoro se había ido antes para poder descansar mejor, y como el rubio era, junto con Gordon, los únicos altos cargos en ese momento, tuvieron que comerse más horas de patrullaje juntos, para ese entonces eran solo ellos dos en servicio, la ciudad por suerte estaba tranquila, cosa sorprendente ya que hablábamos de la cuidad más corrupta y delinquida de los Estados Unidos de América.

- me cago en todo tío, estoy jodido y cansado, terrible...- como siempre, Gustabo se queja de todo y hace dramas, eso no quita el hecho de que no sea mentira, el de ojos azules tuvo un muy largo día, estuvo trabajando todo el día sin descanso alguno, acudiendo a robos y ventas de drogas, todas exitosas donde el rubio logró atrapar a los delincuentes y empapelarlos como se debe.

Gordon giro levemente su cara y observo detenidamente a Gustabo, que era el que estaba conduciendo, pudo ver las notorias ojeras que tenía el rubio, las facciones bastantes marcadas y varoniles, esa barba que estuvo dejando crecer y ya se podía ver las raíces rubias de ella, también dirigió la mirada a esas herdas rubias de su cabeza, estaba un poco despeinado y algunos mechones caían por su frente. La mirada de gustabo estaba fija en la carretera, estaban cerca de comisaría, el semblante del subinspector era tenso, reflejaba estrés y su mirada azulada molestia. Tranquilamente Gordon podría estar todo el día viendo al rubio, pero este le llamo la atención.

- tan bueno estoy? No entiendo porque esa mirada tan penetrante, si quieres que te empotre dímelo ya eh- el tono del rubio era juguetón y bromista, sin apartar un segundo su mirada de el camino. Gordon se lo tomo muy..personal, el sonrojo no tardo en aparecer en el rostro del mismo, su mente divago en miles y miles de escenarios posibles, titubeo antes de dar una respuesta, no quería sonar tan desesperado.

- pues no me disgustaria la verdad, hace mucho que no tengo acción, señor Gustabo- la sonrisita del rubio se desvaneció por un momento, levantó una ceja levemente mientras miraba de reojo al oficial, grande fue su sorpresa al verlo con un enorme sonrojo, con un claro nerviosismo mientras jugaba con un hilo que desprendía de su ropa, este lo miraba fijamente esperando atentamente una respuesta, nuevamente volvió a sonreír, pero esa sonrisa no era la típica que el siempre hacía, sarcástica o bromista, esta ocultaba algo más, y claramente no era nada...bueno, santo.

La sonrisa lasciva que tenía el ojiazul simplemente bajo todas las defensas del oficial, se sentía tan sofocado, realmente estaba colado por ese idiota. El camino fue silencioso, tardaron poco más de 4 minutos en llegar a comisaría, Gustabo aparco el patrulla y salió de el, dando un leve portazo, Gordon se sentía un poco mal, no sabía exactamente qué hacer, tampoco sabia si la había cagado con el rubio, se sintió agobiado y triste.

Pero todas esas sensaciones y sentimientos malos se desvanecieron rápidamente cuando vio a Gustabo parado afuera esperando a que salga, con la mirada y gestos, le indico que le siguiera. Gordon baja del patrulla tan rápido que casi se tropieza con el escalón, agradece a quien sea de allá arriba que Gustabo estaba ya adentro y no pudo verlo, sintió tanta vergüenza.

Rápidamente se incorpora en la caminata del subinspector, quien se dirigía a el segundo piso, el rubio aceleró el paso y entró en un pequeño despacho que estaba desocupado actualmente. Gordon le pierde de vista pero entra a ese despacho segundos más tarde, se sorprendió al no ver a nadie, el despacho estaba casi vacío, había una mesa, un sillón, un sofá y pocas cosas más, no había ni cámaras ni ventana, el se adentra poco a poco en esa habitación, con algo de intriga, no sabía si estaba ciego o se había imaginado todo lo que estaba pasando, optaba por la segunda opción, no podía creer que se había imaginado al rubio así, después de todo, seguía siendo un compañero.

Una lunga notteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora