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Su madre cuenta la historia de una pequeña bebé recién nacida que fue robada de su cuna, antes, mucho antes de las fronteras y los bandos elegidos, mucho antes de que incluso él naciera. Una pequeña bebé que fue besada y bendecida la noche de su nacimiento junto a otro niño en la gran y cálida manada Holland. Un futuro prometido y deseado por la Diosa Luna.

Una noche de tormenta, las parteras rondaban por la guardería cuidando y controlando a los recién nacidos mientras en la sala de partos las madres descansaban luego de traer a la vida a dos preciosos cachorros. Antes no era obligatorio cumplir una función en tu propia manada, antes todos se ayudaban entre todos y eran un gran manada de lobo puros y lobos tradicionales que estaban apartados de las grandes ciudades y la vida rápida.

Una peculiar partera llegó esa noche, las demás parteras comentaron que lucía alterada, nerviosa y preocupada. Y luego de esa peculiar noche no se volvió a saber de ella ni de la bebé recién nacida besada por la luna. Los padres de la pequeña reunieron a todos los integrantes de la manada, buscaron y preguntaron en cada una de las manadas en aquel entonces, pero nada se supo.

Hasta que escucharon hablar de como una omega había dado a luz a una niña en la manada vecina, una omega que particularmente no parecía ser fértil, pero que de pronto un día dio a luz a una niña sin ninguna señal aparente. Eso alarmó a los padres que tanto habían intentado encontrar a su pequeña cachorro perdida, cuando se acusó a la manada de robarse a su cachorro, la guerra se desató y las demás manadas debieron elegir sus bandos.

Sin resultado alguno los padres murieron en agonía, sus lobos sentían la falta de su tan deseada y esperada cachorra y con el tiempo todo se volvió en un mito y los demás habitantes olvidaron a la cachorra perdida. Aunque la pequeña cachorra creció sintiéndose siempre fuera de lugar en la que se suponía era su manada.

Harry lloró, lloró cuando su madre contó la historia entre lágrimas y lo hizo aún más cuando le contó que ella era la pequeña cachorra, sus abuelos no eran realmente sus abuelos y gran parte de su vida se basaba en una mentira, ahora entiende tantas cosas, tanto como porqué en ocasiones siente que esta manada es más su hogar que la propia donde nació.

[...]

- Debemos llamarlo. - la omega dice entre medio de un sollozo, pasando otro paño frío al alfa que parece delirar por la fiebre. - Es nuestra única opción, alfa, sino nuestro cachorro morirá. - otro sollozo escapa de sus finos labios y el alfa se siente cada segundo más angustiado.

- Él no querrá ayudarnos, no después de como lo trató, no después de... de como lo trató toda nuestra manada por años. - se arrodilla junto a su omega y la toma entre sus brazos, soltando de sus feromonas para tranquilizarla.

- Tienes que intentarlo, sé que él es un buen omega, por favor alfa. - Janne dice con una media sonrisa y pasa su mano por el pelo húmedo de su cachorro, el sudor no se diferencia entre el agua de los paños húmedos. - No quiero enterrar a mi primer cachorro porque no supo aceptar su destino.

- Yo tampoco, cielo, yo tampoco...- suspira, besando la frente de su omega y se levanta del suelo dándole una última mirada al joven alfa que se retuerce en aquella cama. - Si no vuelvo antes del anochecer, llama a la señora Brenfild, ella sabrá qué hacer cariño.

Sale del cuarto y toma las llaves que están sobre la mesa, da un gran suspiro antes de salir por la puerta y subir a su camioneta. Su pequeño cachorro ha estado pasando un celo repentino en el que no ha podido transformarse y solo ruega por su omega, no tiene que ser un adivino para saber de quién se trata así que conduce fuera de su manada y hace unos cuantos metros para encontrarse con la gran entrada de bienvenida de la manada Holland. Un puesto de alto lo recibe en la entrada y baja la ventanilla cuando un beta se acerca a la camioneta.

In The Woods Somewhere [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora