El Lado Oculto de Auschwitz

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El caos, los gritos, la nieve, la sangre…

Mi madre forcejeaba con esos hombres que la querían alejar de nosotros, intentaba con todas sus fuerzas liberarse en medio de este caos, de repente uno de los hombres la soltó y saco una pistola de entre sus ropas, ella al darse cuenta le dijo a mi padre: “Cuida de nuestros hijos”. Me dirigió una última mirada antes de que su cuerpo sin vida quedara tendido en la nieve.

Mi padre me tomo del brazo, apretó el agarre que tenía sobre Adriel, mi hermano pequeño, para que no viera lo que acababa de suceder y nos hizo caminar con el resto de la multitud.

De repente unos hombres nos a agarraron a mi hermano y a mí y con brusquedad nos apartaron de nuestro padre, intente aferrarme a él pero estaba tan débil que mi esfuerzo fue en vano.

Por un momento pensé en ponerme a forcejear pero recordé lo sucedido con mi madre y me limite a abrazar a Adriel, quien lloraba con fuerza, para que no nos separáramos. Nos metieron en una sala donde nos raparon e hicieron que nos quitáramos la ropa.

Ya desnudos nos metieron en otra sala que tenía regaderas en el techo, escuche las puertas cerrarse y vi que el resto de los chicos comenzaba a desesperarse y a moverse de un lado a otro, mire a Adriel y me percaté de que estaba sumamente asustado, me miraba con los ojos llenos de lágrimas, le abrace con todas mis fuerzas y me puse a hablarle en el oído intentando que se calmara.

De repente las luces se apagaron y todos a nuestro alrededor se pusieron a gritar, lo que hizo que me asustara aún más; no paso mucho para que las luces volvieran a prenderse y al tiempo que lo hacían comenzó a caer agua de las regaderas, como pude tome a Adriel en brazos y lo lleve debajo del agua para que ambos pudiéramos beber. Cortaron el agua y nos obligaron a ponernos unos trajes a rayas que eran tan delgados que apenas salimos sentí que se me comenzaban a congelar los huesos.

Íbamos caminando por una especie de pasillo, por llamarlo de alguna manera, estábamos rodeados de rejas sin poder ir a ningún sitio más que al frente. De repente un grupo de hombres paso al otro lado de la reja, me los quede mirando unos momentos y entre todos vi a mi padre, golpee la reja procurando que no me vieran los guardias y me puse a hacerle señas para que comprendiera que estábamos bien, alcance a hacer que mi hermano le saludara antes de que los guardias se fijaran en nosotros, mi padre se escondió entre la multitud y yo le imite.

De repente comenzó a nevar, mi hermanito se emocionó a pesar de las circunstancias en las que nos encontrábamos, sonreí; me quede mirando el cielo mientras caminábamos y me percaté de que lo que caía no era nieve, esto era mucho más oscuro y olía mal.

Llegamos a una especie de casa y los guardias me sacaron de mis pensamientos al tironearme para que me apresurara, apenas estuvimos todos dentro cerraron las puertas, como todos comenzaron a empujarse por un lugar donde dormir yo me puse a buscar unas mantas y un lugar para mí y Adriel.

Logre que nos acurrucáramos en unas especies de literas sumamente estrechas, al poco rato todo se quedó en silencio, Adriel ya se había dormido pero yo no podía conciliar el sueño, mis pensamientos me atormentaban, enterré la cabeza en el hombro de mi hermano y me eche a llorar, había perdido a mi madre, me habían separado de mi padre, solo tengo 15 años y siento que soy el responsable de la vida de Adriel, un niñito de 5 años, tengo tanto miedo, no quiero esto, pero podría dejarle solo.

Me despertaron los gritos de uno de los guardias, ni siquiera me había dado cuenta de cuando me quede dormido; me levante rápidamente y desperté a Adriel, nos dieron de comer, aunque fue casi nada, y nos llevaron a trabajar, en el fondo no tenía idea de lo que estaba haciendo pero no importaba, solo no quería tener problemas.

Todos los días me encontraba con mi padre de alguna forma, siempre le sonreía y le decía que estábamos siendo cuidadosos, no quería que estuviera tan preocupado.

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