Como desees

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Las lágrimas caían de su rostro al compás de las gotas de lluvia que resbalaban de la ventana al quedar ahí atrapadas

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Las lágrimas caían de su rostro al compás de las gotas de lluvia que resbalaban de la ventana al quedar ahí atrapadas. Cumplió su parte del trato, pero el precio no fue suficiente para compensar lo horrible que se sentía por lo que sus manos habían hecho, a pesar de que todo fue consensuado.

Una enfermedad terminal fue diagnosticada en Xeno de forma tardía, por lo que someterse a algún tratamiento médico para detener el avance del mismo o intentar curarlo ya no era posible. Lo único que preguntó al especialista fue el tiempo estimado que le quedaba, siendo un año la respuesta; no quiso saber más, Xeno abandonó el hospital guardando consigo la noticia de su muerte, aunque varias cosas inundaron su mente, tenía en claro que no le diría a nadie, no quería recibir compasión alguna en esos doce meses.

Tres días le duró el luto a Xeno, o al menos así se obligó a hacerlo, no estaba dispuesto a morir sin antes cumplir todos sus caprichos, así que se dirigió al banco para retirar todo el dinero que tenía guardado y al tenerlo en sus manos, realizó una llamada para hacer un trato. Stanley Snyder, un amante de alquiler del que Xeno se encontraba enamorado desde que estudió con él en preparatoria, fue citado por este en un bar para solicitar sus servicios durante el año que le quedaba; Stanley sabía de los sentimientos de Xeno hacia a él y en más de una ocasión lo rechazó, incluso le dejó en claro que no aceptaría un alquiler de su parte ya que quería evitar cualquier tipo de relación sentimental y sexual con él, por lo que su respuesta al escuchar la proposición de Xeno fue un rotundo no, manteniéndose firme hasta que este le enseñó los resultados médicos de su enfermedad.

—Es mi última voluntad.

Stanley tuvo que beber varias copas antes de aceptar su petición, no estaba para nada seguro de querer hacerlo, pero la paga que Xeno le estaba ofreciendo era demasiado buena para despreciarla, más aún cuando estaba pasando por una pésima situación económica. Sí, acepto alquilarse a Xeno por la necesidad que tenía por su dinero, dejando de lado su ética no involucrarse con ninguna persona que tuviera otras intenciones con él, no sabía si era demasiado estúpido o si solo le dieron ganas de hacer una labor social, de todas formas eso no le importaba mucho en ese momento.

—Conoces las reglas, solo me limito a dar un servicio sexual, así que no esperes que te diga “te amo” ni que haga cualquier otra tontería de un novio.

—Lo sé, pero solo quiero tu compañía, al menos por ahora.

—No lo entiendo, ¿acaso no me contrataste para que te cogiera?

—Solo tienes que hacerlo una vez.

Xeno quería hacer aquello que siempre se propuso realizar, pero que nunca pudo y quería hacerlo a lado de la persona que amaba, incluso si se trataba bajo el régimen de “joven de compañía”. Tras haberle explicado ello a Stanley, el contrato empezó a correr vigencia, teniendo los dos una cita diaria en los lugares que Xeno siempre había querido visitar; habían días en lo que no salían a ningún lado, simplemente Stanley iba al departamento de Xeno para ver televisión o escucharlo hablar, pero había otras ocasiones en las que los dos viajaban a otras ciudades, llegando a compartir habitaciones de hotel, pero durmiendo en diferentes camas. Los planes eran organizados por Xeno, Stanley solo cumplía con asistir como habían acordado, pero de vez en cuando a este se le ocurría planear algo y se llevaba a Xeno consigo como si fuese un gran amigo, aunque no tardó en que eso ocurriese ya que al convivir diariamente, Stanley terminó por aceptar únicamente la amistad de Xeno.

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