DESEO CUMPLIDO ༄♡

Terence era el jefe de una agencia de publicidad, y Candice acababa de ser contratada. Él no sabía nada de ella, solo que tenía un currículum impresionante y que había sido recomendada por Anthony, un amigo suyo de la infancia.

Terence estaba de pésimo humor, porque una de las ejecutivas de ventas, Susana Marlow, le informó que uno de sus clientes potenciales canceló la renovación del contrato con la agencia. Después de escuchar la sarta de excusas sin sentido de parte de la rubia Marlow, salió de su oficina como alma que lleva el diablo. Ya que no era la primera vez que perdía clientes por la incompetencia de la rubia peli-lacia.

Al pasar frente a una oficina, recordó los rumores sobre la última contratación, quien tenía a todos sus colegas encantados, principalmente a Archibald Cornwell, el director ejecutivo.

Con una sonrisa endiablada, Terence decidió ir a conocerla personalmente, quizás la mujer en cuestión sería su víctima para descargar la furia que le produjo Marlow. Con pasos elegantes pero decididos, se dirigió a la oficina.

No golpeó a la puerta ni se anunció, entró con su típica arrogancia, pero al tener un pie dentro de aquella oficina, se quedó sin aliento.

Allí estaba la famosa Candice White, sentada frente a su computadora, con una sonrisa encantadora y su cabello largo rizado, peinado con una coleta. Terence sintió que el tiempo se detuvo cuando ella alzó su mirada, hechizándolo por completo. Tragó en seco, por unos breves segundos no supo qué hacer. La mujer era bella, demasiado hermosa en realidad.

Sacudió la cabeza en negación, al sentirse como un idiota atraído por la rubia. ¿A qué había ido?, ah sí, se recordó. Así que, con pasos lentos, se acercó a ella y habló —Hola, Candice. Soy Terence, tu jefe, —se acercó más y extendió una de sus manos—. Quería darte la bienvenida, y felicitarte por tu trabajo.

«¿Felicitarla por su trabajo? ¿Cómo demonios le dije eso? ¡Diantres Granchester! Eres un completo imbécil», se reprochó mentalmente.

Candice se quedó igual de sorprendida con su cercanía, detallando lo guapo que era.

Ella fue la primera en reaccionar y se aclaró la garganta, ya que Granchester seguía apretando su mano con algo de fuerza, algo muy descortés según las normas de la etiqueta.

Terence, de pie frente a ella, le soltó la mano y se disculpó; dedicándole una mirada intensa y seductora en el acto. Candice sintió su corazón latir con más fuerza, y para su mala suerte, sus mejillas ya estaban sonrojadas, pues sentía el ardor.

La rubia se levantó de su silla, y le respondió con amabilidad — Hola, Terence. Soy Candice White, gracias por su visita, y por el elogio.

La verdad era que no sabía ni un comino qué responderle, ya que, durante los meses dentro de la agencia, nunca había recibido felicitación alguna por su trabajo. De hecho, estaba considerando renunciar porque sus propuestas nunca eran consideradas.