Vampiro.

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En el año 2001 el transhumanismo se ha vuelto cosa del día a día. Si tienes el dinero, puedes hacer desde algo tan simple como cambiar tu sexo por completo o ponerte implantes de cualquier índole, ya sean orgánicos o mecánicos, hasta modificarte genéticamente incorporando características de otros seres vivos, lo que en nuestra sociedad se traduce en encontrarte a veces niñas ricas con orejas de animales por haberles parecido que se verían más lindas. Cientos de años de avance tecnológico y una cadena de ADN modificada sólo para tener disfraces más realistas. Claramente los humanos somos todo un tema. Esto lo muestra mejor algo que la mayoría suele obviar, la existencia de los mal llamados "pioneros" de este tipo de avances. A mí me gusta decirles "desahuciados", me parece más acorde y menos romántico. La cuestión es que hace unos treinta años yo fui uno de ellos.

Una cosa es tener la tecnología y otra muy diferente es saber aplicarla eficientemente, y para aprender a hacer esto último se necesitan siempre voluntarios. Hoy por hoy existen varias regulaciones acerca de lo que se puede y no hacer en torno a modificaciones genéticas, pero hace tres décadas no sólo era terreno desconocido, sino que era "tierra de nadie" y un "todo vale". Por supuesto que nadie hubiera sido tan estúpido como para someterse voluntariamente a pruebas que podrían darle una muerte agónica... de no ser por el pequeñísimo, pequeñísimo detalle de que siempre han existido los que, como yo, no tenían ni dónde caerse muertos, y el pago era tan bueno que te permitía comprarte un piso nuevo.

Las pruebas en cuestión eran únicas para cada persona, ya que respondían a distintos proyectos, cada uno con un financiamiento particular. ¿Quiénes financiaban todo esto? Personas extremadamente ricas y también, por lo general, extremadamente viejas, cuyo principal interés era encontrar algún modo de extender su tiempo de vida o al menos de mejorar su calidad lo máximo posible. Ignorando el aburrido tema de la típica bancarrota moral, mi inversor, mi benefactor, era una persona peculiar, y no hay una forma fácil de explicar esto sin que suene absurdo así que lo diré sin más: estaba obsesionado con los vampiros. No me preguntes por qué, no tengo idea, pero ese hombre estaba dispuesto a quedar en la ruina con tal de poder acercarse lo más posible a un vampiro. Treinta años más tarde él está muerto. No, en serio, está muerto. Y yo vivo.

No se le llama modificación genética experimental por nada, la palabra "experimental" es muy importante. Que un individuo determinado tenga ciertas reacciones ante las pruebas no garantiza por completo que lo mismo sea replicable en otros, que los resultados sean los mismos. Eso fue exactamente lo que ocurrió en este caso.

En cuanto a mí, tengo un piso, ahorros y un trabajo estable dentro de todo, así que podemos decir que las cosas me salieron bien. Si obviamos el detalle de que soy un mosquito con lupus. No me refiero a que me veo como un insecto. Antes dije que parte de la modificación genética implicaba la incorporación de rasgos de otros seres vivos, ¿no? Pues el señor inversor, en su búsqueda de crear un vampiro, terminó ordenando un absurdo revoltijo de animales e insectos. Mi piel se volvió sumamente pálida y extremadamente fotosensible debido a una deficiencia genética causada de manera intencional, lo que se traduce en una enfermedad autoinmune y una tolerancia muy, muy mala hacia el sol. Con mala me refiero a que tanto el sol como la luz ultravioleta queman mi piel y pueden producirme cáncer con facilidad, ya que mi ADN es incapaz de reparar correctamente los daños producidos si estoy expuesto de manera constante.

En lo que respecta a la alimentación... no se dejó nada en el tintero tampoco. Biológicamente hablando soy un ser vivo "hematófago obligatorio", lo que quiere decir que únicamente puedo alimentarme de sangre. Para facilitar esto, mis dientes se volvieron filosos como cierras, mis colmillos mucho más prominentes y, al igual que otros animales o insectos hematófagos, puedo secretar una sustancia al morder que anestesia la zona afectada, además de penetrar perfectamente los capilares de la piel para dar con la sangre. ¿Hago esto a menudo? Francamente no, es un asco y algo bastante violento, por no decir ilegal. Lo mío es más bien buscar Recaders que me consigan bolsas de sangre bien conservadas. No me interesa de dónde las saquen, sólo que estén en buen estado. Sonará despectivo o cruel, pero la sangre no es un recurso precisamente escaso o difícil de conseguir, así que más o menos termino gastando en mi alimentación casi lo mismo que una persona normal. En cuanto al sabor, la verdad no tengo mucho que decir, cuando es lo único que consumes terminas aburriéndote y la sientes como una sustancia insípida. De lo que me doy cuenta, por el olor o justamente por un gusto extraño, es si está en mal estado; el resto da igual, no hay nada de glamoroso o interesante en el asunto.

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⏰ Última actualización: Jan 31 ⏰

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