Capítulo 1 : La Sombra de la Memoria.

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— ¿Cómo te hace sentir eso? — Preguntó acomodando sus anteojos por el puente de su nariz con dos dedos, suspirando.

Freya no contestó, se removió en su silla temblando, sintiendo un leve dolor en el pecho. Su mirada viajaba entre los ojos de su terapeuta y cualquier otro punto de la habitación, evitando su pregunta con una mezcla de indiferencia e incomodidad. El aire acondicionado y el olor a medicina llenaba su nariz y secaba su garganta.

Silencio.

Su terapeuta suspiró de nuevo, anotando algo en su libreta y luego levantando la mirada, su vista chocó con los ojos azules de Freya la cual la observaba con una mirada estoica de no haber sido por su ceño ligeramente fruncido.

El ambiente se sentía tenso, ambas mujeres una al frente de la otra solo se miraban fijamente mientras el zumbido del aire acondicionado y el constante tick tack de un reloj reemplazaban el sonido de sus voces.

Sintió una punzada en el corazón, luego finalmente apartó la mirada y resopló con molestia. Era irritante el cómo en cada sesión su terapeuta pretendía sobre analizar cada una de sus emociones y pensamientos, se sentía observada y vigilada, incapaz de moverse sin que ella bajara la mirada y volviera a escribir quién sabe qué sobre el papel.

— No lo sé — Respondió finalmente apretando los dientes y cerrando sus puños hasta que sus nudillos se volvieron blancos. Quería irse, maldita sea, quería que la dejaran en paz.

La doctora volvió a suspirar. — Piénsalo un poco más, ¿Crees que tus pensamientos sobre tu familia detonan tus crisis? — Interrogó dejando la libreta de lado y mirándola expectante.

Freya gruñó, sus cuerdas vocales vibrando y emitiendo un sonido bajo en advertencia. ¿Qué demonios importaba si eso era así? No había nada que la gente a su alrededor pudiera hacer para arrancarle los recuerdos de una década entera del cerebro. Los calmantes no funcionaban, la medicación no funcionaba, la terapia tampoco funcionaba, ¿Qué iban a hacer? ¿Rezarle a Dios?

Un Dios despiadado como el infierno mismo.

Si realmente existía ahí arriba, estaba segura de que quienes habían nacido como ella habían sido condenados injustamente; sufriendo el odio y la ira de aquel ente divino misericordioso, solo con aquellos que le fueran fieles a sus planes tiranos.

Fuera lo que fuera, ni siquiera creía en Dios. Las palabras llenas de amor y cariño que decían que transmitía Dios mediante la Biblia eran puras estupideces, y aún más el supuesto mensaje que transmitían las iglesias y sus fieles creyentes. Todas sus bocas llenas de mierda buscando sostenerse de algo para poder vivir sus vidas vacías sin caer en la locura. Algo en lo que creer y aferrarse.

Inevitablemente, sus pensamientos cayeron en el origen de sus ideales. Un destello de recuerdos pasando como una película frente a sus ojos que involucraban una voz cariñosa y suave.

...

..

.

 Todo estará bien, ten fe en Dios, cariño.  Los brazos reconfortantes la rodearon en un gentil abrazo. Una delicada mano acariciando sus cabellos y la otra su espalda buscando calmar su llanto.

 ¿Dios cuidará de papá?  Sollozó, el hipeo constante haciendo su pecho subir y bajar de forma desordenada.

La mirada miel buscó sus ojos oceánicos. La miraron con ternura mientras una sonrisa se estiraba en los labios ajenos.

 Dios siempre nos cui...

...

Un pitido agudo.

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⏰ Última actualización: Sep 10 ⏰

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