Escena extra

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Hay pocos momentos de la vida en donde una persona puede tener la satisfacción de decir que alcanzó el nivel máximo de vergüenza.

Hacerse pis encima durante una misa, reírse incontrolablemente en un velorio, atravesar por un accidente de ropa que deje al descubierto las partes íntimas, y así la lista podría seguir con distintos niveles de gravedad según la situación.

Pero que tus amigos y tu ama de llaves te agarren justo en el preciso instante en el que el chongo que te estabas levantando te la iba a poner, tiene su encanto.

Esa tarde, luego del papelón, Lionel se vistió calmadamente y una vez que Doña Luisa le abonó por sus servicios de la limpieza de la pileta, se retiró sin agregar nada más. Lo último que Pablo vio de él fue una sonrisa cómplice que invitaba a un segundo round, esta vez con la clara intención de concretar el encuentro. Esteban, Marcelo, Román y Walter se hicieron la tarde cargándolo a más no poder, como era ley en una circunstancia así. Pero los días pasaron y los chicos decidieron organizar un asado para limar asperezas entre Pablo y sus amigos, invitándolo también a Lionel y aprovechando que los padres del dueño de casa siguen viajando en el crucero.

[CABEZÓN]: en veinte paso a buscarlos.

[CABEZÓN]: enano, más te vale que no te encontremos en pelotas de nuevo en el living porque te la corto

[CUCHU]: todavía tengo la chota de Pablo grabada en la retina

[CABEZÓN]: JAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJA

[MUÑECO]: Pablo, al final viene el piletero??

[YO]: Se llama Lionel.

[YO]: Y si, viene.

[MUÑECO]: ay bueeeno lioneeeel jajajaja

[MURO]: yo llevo queso y salamín porque me cago de hambre hasta que esté listo el asado

Previo al encuentro, el joven arma una estrategia para no quedar como un pelotudo a cuerda. La primera vez pudo ser gracioso, pero la segunda no. Se mentaliza para no actuar como un novio baboso porque, al fin de cuentas ¿ellos... qué son? Apenas si pudieron intercambiar números y concretar la juntada. Lo máximo que llegaron a interactuar fue cuando Pablo le dijo que era muy lindo y Lionel respondió con otro piropo. Pero nada más. Una cosa es decir "que lindo sos" por texto y otra muy distinta es "ponete en cuatro porque me quedé con las ganas," estando cara a cara. De ahí a una relación, hay un largo y sinuoso camino por delante.

El chico decidió que se comportaría como si nada pasara entre ellos, como si fuesen simples conocidos en una juntada social con amigos. Sin ataduras. Ya de por sí el ambiente será incómodo con la presencia de sus amigos que, dicho sea de paso, ya vieron a Scaloni en pelotas. No necesita empeorar la noche.

Tarda exactamente una hora y media eligiendo qué se va a poner. No puede usar ropa demasiado flashera porque no es una salida; está en su propia casa. Pero tampoco quiere parecer un croto adelante del que le gusta. Opta por una camiseta alternativa de River Plate y un par de shorts de jean. Se baña, se perfuma y se afeita los pocos pelos que le quedan en la cara para tener el rostro limpio.

Suena el timbre.

Cuando vislumbra la cara de Lionel cerca de la cámara de seguridad, el corazón comienza a latirle a mil. Hace un paso al costado y chequea sus rulos en el pequeño espejo sobre una columna del living, antes de atender y abrir la puerta principal. Respira profundo y se encamina a su encuentro.

—Hola.

—Hola, Pablo. Gracias por la invitación.

Esta noche, el piletero está más fuerte que patada de allanamiento. Se puso una camisa blanca simple, pero en contraste con la piel tostada por el sol, hace que el cuerpo del mayor resalte aún más. Los dos primeros botones están desabrochados, dejando ver algunos sutiles vellos renegridos en su pecho. El look lo completó con un jean rotoso y zapatillas, sumado a un perfume sumamente provocador.

La pile de PablitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora