Mis hadas

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Zeus

Entonces la miré, y lo supe. Ella de verdad necesitaba salir de las rejas. Viajar disfrutar del mundo, conocer a gente y reconocerse en el camino con ella misma, porque cada día que pasaba, día que cada vez más se perdía a ella misma. Y ese era su temor, así era su forma de escapar de la realidad era cantar hasta sentir que ya no podia, que se iba a quedar sin voz, afónica. En el bosque, sin ninguna mirada acusadora, que no le hacia avergonzarse de ella misma.

— Te ayudo a escapar con dos condiciones. — le dije a mi twin mirandola a los ojos, pero esta vez ella no desvió la vista como siempre, si no me la sostuvo. Aunque a los segundos emepezó a reise.

—Dime hermanito, que era lo que tenías que decirme. Dime las condiciones.

Como se nota que quiere algo mío, sino, me hubiera mandado a la mierda. Me hubiera insultado... Y me hubiera pedido que me fuera y la dejara tranquila.

— Te ayudo a escapar hasta que viajemos a Saturno, después de una semana de volver de allí te ayudo.

— ¡Genial! Eso es fácil..

Oh oh, no sabe lo que le espera...

Calla que le quitas la gracia.

— Espera, la última es si va contigo Ciao.

— De acuerdo. Lo hago, pero dame tu palabra.

Su desesperación me dejó con el corazón en el puño, me dolerá su partida, pero creo que nunca me equivocaré de elegir esto. Esta oportunidad. Y de verla feliz, aunque sea a distancia.

Luego de seguir hablando, y poniendo ideas para donde irse. Nos fuimos a nuestras habitaciones, una enfrente de la otra. Y lo mejor de todo eso, es que no nos encotramos con ninguno de nuestros padres por el camino.

Me puse mi pijama y me metí dentro de mi cama de dos personas. Una amplia cama para mí solo, que me recuerda todo los días que estoy tan solo que ni mis padres me echan cuenta.

Estuvo dando vueltas tras vuelta, pero no conseguía poder dormirme. Me levanté y me dirijí al cuarto de mi hermana. Ella era mi lugar seguro, el lugar donde podía descansar sin miedos. Porque sé que aunque sea una dama, me da mil vuestas en la fuerza e ineligencia. Tiene tanta fuerza que es capaz de romper un ladrillo con sus manos.

Estaba allí, durmiendo. Me metí al lado suya y supe que ese era mi hogar. Aunque mi hogar estaba todo el día triste, escapandose y huyendo de este castillo.

***

Me desperté con el ruido de las trompetas que daba la señal que lo reyes se iban y tenían que estar todos en sus hogares hasta que que volvieran por si atacaban el reinado.

Mi hermana ya no estaba, me fui a mi cuarto, me vestí y bajé. Ya estaban todas las maletas en el helicóptero, Ciao, mi hermana con un sombero y un vestido rosa y blanco.

— Vamos hermanito. ¡Vamos a llegar tarde por tu culpa! ¡SÚBETE YA! — Dijo con la mano haciendo un gesto para que me acercara.

Ahí estaba ella, con esa magnífica sonrisa que esconde. Esa que nada mas verla, ya sabía que mi día iba a ser perfecto. Y charlatana. De pequeño no paraba de pedir que se callara. Pero desde que lo hizo, echo muchísimo de menos aquella voz que no paraba de moverse y salir ese sonido que tanto esconde.

Estuvimos un buen rato hasta llegar al puerto espacial para coger el helicoptero. Y luego llegar a Saturno y ahí coger una nave y poder llegar a Satulia.

Cuando llegamos, había un montón de gente alrededor de una alfombra roja con bordados dorados que llegaba hasta nuestra nave hasta la familia real de las ninfas. 

Se abrió las puertas, las trompetas sonaron, aunque fue un ritmo y una melodía totalmente diferente de la nuestra. 

— Si que se lo han currado, eh. — dijo mi hermana.

Ciao se rió, bueno el único, padre serio, mi mare callada y yo sin saber que decir.

La gente se inclnó mientras pasábamos. Y en el centro de la familia, había una mujer preciosa, diga de ser una ninfa y un dios. Una mezcla tan perfecta... Tan preciosa.

Con esos labio gordos, pero no tantos como una kardashian humana. Rubia, pero muchísimo más rubia que mi hermana. Rubia como la miel o como el sol. Como una estrella, una estrella que brilla siempre. Una luz brillante.

Con el pelo rizado, tan rizado como una africana humana. Con la piel blanca, las cejas finas, la mandíbula marcada, fornida, y con unos pechos que se ven desde aquí. Y con ese vetido verde agua, se le veí una cintura tan pequeña que podría cogerla con mis dos manos y se tocarian mis dedos entre ellos. Sin ningún lado donde no estuvireran mis dedos alrededor de su cintura tan bonita y delgada. Como me ponía.

— Bienvenidos a Satulia, la capital de Saturno — dijieron los reyes de Saturno.

Una mujer igual que su hija. Aunque a mi parecer la hija le daba mil vueltas. Un hombre igual que mi padre pero moreno en vez de pelo azabache.

— Gracias. Estos son mi hijos Artemisa y Apolo. — Señalaba padre a mi hermana y luego a mí.

— Son muy guapos, digno de dos dioeses tan bellos como vosotros. — Dijola reina sonriendo, una sonrisa preciosa.

¿Cómo sería la de su hija?

Callate ya.

— ¿Y quien es esta preosidad de aqui? — padre besó la mano de la princesa preciosa que todavía no sabía su nombre.

El rey cogió la mano de la princesa, alejandolo de padre. Mirandolo con cara de asco.

Sé como te sientes, yo siento el mismo sentimiento que tú. 

— Es nuestra hija Estrella. — Le echó una mirada amenazante.

— Digna de una ninfa, eres preciosa.

Sí, nos estan dando ganas de vomitar. 

— Gracias... — Dijo la princesa más bella que había visto.

Ah, que voz tan preciosa y dulce. ¿Como sería ella gimi-

¡YA ZEUS!

— Estrella...

Mierda, ¿lo he dicho en voz alta?

Sí.

Nuestras miradas se conectaron, y por primera vez sentí ese temor de perder a alguien. Mi hermana si desaparece sé que estará protegida por Ciao. Pero, ¿y esta princesa de aquí? Tenía la misma mirada que mi hermana, con ganas de salir de entre las rejas, pero a diferencia de ella, había nacido con cariño. Echaría de menos esto, pero le gustará conocer el mundo.

Ella ama a su pueblo, la corona, todo lo relacionado con los bailes y la realza, sus padres... Mi hermana no. Estrella quiere viajar por curiosidad, saber como es el mundo... Artemisa lo hace porque le desespera estar aquí.

***

Pasaron los días, al principio me quedaba en mi cuarto o salía o para comer, para saber donde y como estaba mi hermana o para salir engapuchado con Alexis, el hermano de Alexia.

Él es mi confidente, i amigo, mi guardaeslpadas,  mi apoyo y mi lugar donde me desahogo. Incluso si él no me entiende o no llegan las palabras que espero. Porque sé que él me aprecia tanto como yo a él.

Después de pasar las dos primeras semanas y que en el comedor cada vez que comía  estaba a mi lado Estrella, empecé a salir a su jardín con ella. 

Su jardín es impresionante, el nuestro es todo verde plano con columpios, mesas para la hora del té en iferentes sitios, alrededor de todo esto hay unos setos verdes en forma cuadrada largos.  yasta. Pero a diferencia del nuestro, el suyo es todo lleno con flores. Hay una camino que guía desde la puerta hasta

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⏰ Última actualización: Feb 27 ⏰

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