(Una princesa y una bailarina)

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A sus ocho años de edad, Kim Sunhee es una niña muy inteligente. O eso dicen los adultos a su alrededor. Quizás porque tiene una letra bonita, o puede que sea porque sabe leer muy bien, tal vez porque se sabe todos los productos correctamente. Pero a pesar de eso, no entiende el revuelo de todos en su escuela.

Es decir, sólo es San Valentín. Lo único que cambia ese día para ella es que es una fecha especial para sus padres, y eso quiere decir que hoy dormirá en la casa de sus abuelos.

-Para ti.-Una caja de bombones de mediano tamaño invade su campo de visión. Parpadea suavemente, observando las mejillas rojas de la niña que extiende los chocolates para ella. Se acerca a tomarlos, porque su papi le enseñó a ser educada y le dijo también que los regalos no se desprecian.

-Gracias, Mirae.-Los ojos claros de la niña se iluminan ante sus palabras y pronto un beso torpe se estrella contra su mejilla. Sunhee ve confundida como una de sus compañeras de clase sale corriendo luego de darle el beso y de nuevo, ¿qué les pasa a todos con el día de San Valentín?

Ha recibido ya tres regalos contando la caja de chocolates. Un paquete de libros de cuentos que leerá para Suha y una tiara que le regalará a Saemi, su padre le dijo que no debía despreciar los regalos, pero en ningún momento habló sobre lo que podía hacer con ellos.

Caminó hasta su salón con dicho pensamiento en su cabeza, era su última clase antes del receso y luego comería alguno de los chocolates que le regaló Mirae. Se sentó en su asiento bajo la mirada atenta de alguno de sus compañeros y observó con amplios ojos negros la rosa roja sobre su mesa.

Dejó a un lado la caja de chocolates, tomando la flor en su mano y se acercó a olfatearla, sonriendo al percibir su perfume. Le encantaban las rosas, su padre Alfa solía regalarle muchas a su padre Omega, siempre en distintas ocasiones y Sunhee había aprendido a apreciar dichas flores como algo bonito.

Siempre que sus papás discutían, un ramo con quince rosas terminaba en un jarrón sobre la encimera de la cocina. Su papi le había dicho que quince rosas significaban "Disculpa", entonces ¿qué significaba una rosa?

-Buenos días.-La voz suave de su maestra de coreano se escuchó por encima de las voces del salón y después de un caótico bullicio en el que todos tomaban sus lugares, el silencio se hizo presente.-¿Qué les parece si retomamos la lectura que no terminamos ayer? Minhyuk, ¿quieres empezar leyendo?-La voz del niño comenzó a escucharse al cabo de los minutos en los que todos sacaron sus libros y la maestra se aseguró de que estuvieran en la página correcta.

La mirada de Sunhee recayó de nuevo en la rosa. Era bonita y no tenía ninguna espina, al parecer alguien las había quitado antes de dejar la flor en su mesa. Un pequeño papelito rosa del que no se había percatado llamó su atención, se apresuró a tomarlo, buscando antes la figura de su maestra. Sonrió al ver la atención de la misma sobre otro de sus compañeros de clases mientras parecía explicarle algo. Abrió la nota y una pequeña letra algo desorganizada se mostró ante sus ojos.

"Kim Sunhee es más bonita que las rosas", leyó.

No era el mensaje más original pero teniendo en cuenta que posiblemente lo había escrito un niño de ocho años ya era mucho. La letra tenía trazos bonitos y además de ella, su maestra sólo había felicitado a alguien más de su clase por tener dichos trazos.

Sus ojos fueron hasta la persona que tenía en mente había escrito la nota. Al hacerlo, se percató de que el niño la estaba mirando. Sonrió hacia él y pronto el pequeño volvió la vista a su libro, agachando la cabeza pero no lo suficientemente rápido como para que Sunhee no se percatara del sonrojo que tenía en las mejillas. Imitó las acciones de su compañero de clases cuando vio a la profesora acercarse a la mesa del niño.

PUSILÁNIME [NAMJIN] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora