🍒║❛ Si te encontraras con un intruso de la altura de una barbie y las intenciones de un ladrón cualquiera, ¿Qué harías? Bang Chan decide hacerse cargo de él, con su instinto salvador puesto en juego y más que dispuesto a ayudar a Seungmin, el ser h...
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Seungmin no salía de entre las sábanas, no tocaba la comida y Chan estaba desesperado. Tampoco le hablaba, le daba la espalda y con suerte emitía algún sonido si Chan insistía mucho.
Cuatro días habían pasado y el chiquillo no mejoraba, lloraba por las noches hasta altas horas de la madrugada. Chan ya no sabía que hacer, todo había intentado para verlo mejor, pero cada uno de sus intentos había fracasado notablemente.
-Seung, come por favor- Murmuró Chan, con la mirada perdida en el pequeño bulto escondido entre las sábanas. Era la tercera vez en el día que le llevaba comida para que éste se alimentara, el chiquillo se enfermaría si seguía con esa actitud y Chan no sabría qué hacer.
¿Acaso existía algún hospital para chicos en miniatura?
Seungmin se removió más no dijo nada y mucho menos salió de la cama. Al menos daba señal de estar vivo, por suerte.
Chan cerró los ojos y en un suspiro lastimoso agarró la sábana, levantándola. Seungmin quedó expuesto, y a Chan le dio la mala impresión de que era aún más pequeño.
Seungmin no quería salir, no podía comer, había llegado al punto de que no tenía lágrimas para llorar y Chan no hacía más que insistirle. Él lo odiaba, él no quiso ir a ver a esa anciana y mucho menos quedar totalmente a la vista de ella. Se sintió humillado, tonto, y a Chan no le había importado.
O quizás sí, pero demasiado tarde.
Él sólo era un estorbo para Chan. Nada más.
Se sentó en el colchón con la vista clavada en sus piecitos.
-Come un poco ¿Si?- Chan estaba aliviado de que aunque sea Seungmin se sentara, estar acostado todo el día también le iba a hacer daño.
El pequeño asintió en silencio, tomando el trozo de cartón en el que estaban sus cubiertos y el tazón con Spaghettis. Una sonrisa dolorida se instaló en su rostro mientras comía, quería llorar otra vez.
Chan lo observó unos segundos antes de mirar la pantalla de su móvil, se estaba ausentando otro día más en el trabajo y sabía que a su padre no le iba a hacer ninguna gracia que uno de los trabajadores más importantes en la compañía se tomará días libres porque sí. Luego lo llamaría, Chan tenía prioridades y una de ellas era Seungmin.
El pequeño finalmente terminó de comer, dejando el plato vacío para alivio de Chan, y se paró con dificultad, sus piernas estaban entumecidas de tantos días estando acostado y la espalda le dolía horrores. Chan rápidamente lo tomó entre sus manos con sumo cuidado, notando lo delgado que estaba el pequeño.
Lo depositó sobre la mesa de luz, cuidando de que Seungmin quedase parado, y le abrió el armario de ropa.
-Te darás un baño ¿Si?- La alegría de que el pequeño pareciese estar mejor lo había inundado por completo, o al menos en gran parte, y Seungmin asintió, mirando la ropa que tenía a su disposición. Mientras elegía sin mucho entusiasmo, se dio cuenta de todo lo que Chan había hecho por él y la culpa lo carcomió vivo. Ahora tenía una deuda demasiado grande con el mayor, y no podía pagarla.
Jamás podría hacerlo.
Chan rápidamente cambió las sábanas de su cama y abrió la ventana, dejando que el aire cambiase las energías de adentro del cuarto. Mientras, Seungmin tomó la camiseta más básica que encontró y agarró un pantalón suelto, no tenía ánimos para arreglarse. Él sólo quería dormir otra vez. Desaparecer por unas horas.
Chan lo volvió a tomar entre sus manos y lo llevó al baño, con una sonrisa.
-¿Te lo preparas tú?- Le preguntó mientras ponía el tapón al desagüe del lavamanos. Seungmin asintió, otra vez, y le hizo una seña para que lo dejara solo.
En cuanto Chan salió, Seungmin abrió las canillas de agua caliente y fría y comenzó a preparar todo. Se sentía torpe, sus manos temblaban mucho y además le costaba ver bien lo que ocurría a su alrededor, tenía los ojos hinchados y las pestañas pegoteadas. Seguramente se veía ridículo.
Le avergonzaba que Chan lo viese en ese estado.
Nada más el agua tuvo la temperatura que quiso, se zambulló en ella y dejó que el calor de esta lo reconfortara. Tomó el jabón con una de sus manos y su labio inferior tembló, el jabón era más grande de lo que recordaba. Se bañó con urgencia, ya sin darse el lujo de disfrutar aquello como mínimo, y al terminar de vestirse verificó con dolor que la ropa le quedaba aún más suelta que antes.
No podía ser cierto.
Tiró del tapón que tapaba la cañería y oyó a Chan tocar la puerta antes de abrirla. No lo dejó hablar.
-Mídeme- Ordenó, por primera vez en días lo miró a los ojos y Chan sonrió de costado. Era una pésima idea, aquellas ropas excesivamente holgadas lo indicaban.
-Seung...- Quería convencerlo de que no lo hiciera, el mayor sabía que no iba a salir bien si lo medía.
-Mídeme, Chan- Volvió a ordenar, y el hombre suspiró resignado, agarrándolo con cuidado.
Volvieron a la habitación y lo puso sobre la mesa de luz, mientras tomaba la misma regla que la primera vez.
-No me mientas- Espetó Seungmin, con un nudo en la garganta mientras se paraba lo más derecho que podía. Quizás así, inconscientemente, podría ser más alto.
Chan asintió y apoyó la regla en su espalda.
Tragó con fuerza y vio las manos del pequeño temblar de temor. Pero no le podía mentir más, eso le haría más daño.
-11,2 cm- Susurró. Instantáneamente Seungmin se dejó caer al suelo, llorando sin control frente a Chan, destruido y aterrado. En un intento de consuelo, lo tomó entre sus manos para reconfortarlo contra su pecho, sintiendo las pequeñas manos de Seungmin agarrarlo con fuerza.
Poco a poco estaba desapareciendo. ¿Cuál iba a ser el límite? ¿Iba a morir antes de llegar a ser diminuto? Tenía terror, él no quería morir. No todavía.
Chan sentía el corazón partirse en miles de pedazos, su chiquillo era cada vez más pequeño y él no podía hacer nada. Él veía las lágrimas en los ojos de su bebé, y se sentía tan inútil, tan impotente.
-Cariño- Susurró, separándolo de sí. Seungmin refregó sus ojos aún sin dejar de sollozar y lo miró a la cara. Un ser así de dulce no se merecía tanto dolor.
Chan se acercó y le dio un beso en la frente, secándole las lágrimas con su dedos -Haremos todo lo posible ¿Si?- Prometió.
Seungmin asintió, volviendo a abrazarlo con todas sus fuerzas.
Él necesitaba de Chan.
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