Una Bebida Tentadora

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Los viernes por la noche siempre eran los más animados en el Galloping Star en Canterlot, siendo uno de los numerosos bares que la pomposa ciudad tenía para ofrecer, los ponys en su interior se juntaban para celebrar el comienzo del fin de semana con una buena dosis de alcohol, pudiendo contar varias docenas de sementales y yeguas riendo a carcajadas alrededor de las mesas redondas, chocando sus tarros de sidra, conversando, bebiendo o bromeando, siendo una escena que se repetía a lo largo y ancho del establecimiento entre un mar inagotable de bullicio.

No obstante, a pesar de lo animado y agradable del lugar, apartado del resto de mesas, sentado en una solitaria barra donde su única compañía era el barman quien limpiaba con su paño una fina copa de cristal, yacía un corpulento semental de pelaje carmín y melena anaranjada, con un arnés verde adornando su musculoso cuello, además de tener una cutie mark de una manzana verde partida por la mitad en uno de sus costados, quien solo podía suspirar, tomando un largo sorbo de su sidra de manzana dura, devolviendo el tarro en su lugar sobre el tablero antes de soltar otro lastimero suspiro.

A pesar de que Applejack probablemente no aprobaría que su hermano mayor tomara su segundo trago tan rápido, la soledad y tristeza empujaron al fuerte semental a beber. Sin familia, ni amigos con quienes estar, su único compañero en esta ciudad de brillantes edificios era el brebaje del pueblo.

Quedándose divagando entre sus pensamientos mirando su reflejo resplandeciente desde el racimo de las docenas de burbujas creadas por la espuma de la sidra. Big Mac suspiró de nuevo mientras sus dedos se apretaban alrededor del asa de hierro. Este no era su escenario pero las manzanas de la granja tenían que ser entregadas a Canterlot y últimamente Big Mac era el único que podía hacerlo. Tomó otro trago y gimió levemente al pensar en la empresa de entrega que habían contratado. Ciertamente no eran malas personas, pero simplemente no podían mantenerse al día con la cantidad de productos de manzana que su familia creaba día tras día. Big Mac se recargó contra el asiento acolchado mientras su mente debatía en si adquirir una nueva bebida o ir de vuelta al lugar donde se hospedaba, donde le aguardaba nadie más que su fría cama.

No obstante, en medio de su profundo pensar Big Mac se sintió enormemente desconcertado al caer en cuenta lo tranquilo que estaba el lugar, girando su cabeza por todo el salón antes rebosante de risas que ahora guardaba silencio. La consolidación de conversaciones transformadas en una galería muda donde por un brevísimo momento los clientes del Galloping Star pudieron escuchar las bisagras de la puerta cerrarse, esto fue suficiente para que Big Mac mirara a quién exigió aquel silencio, quedandose completamente atónito al ver de quien se trataba.

Frente a la puerta de madera pintada de amarillo aun ondeante por su entrada, parada con un porte lleno de clase y misterio, habia una bella yegua de pelaje amarillo y melena rosada quien llevaba un vestido largo, tan rojo como el carmín cubierto de glitter, brillando majestuosamente como las estrellas en el firmamento, luciendo aquella falda apenos unos centímetros más arriba del suelo; revelando una buena cantidad de piel a través de una ancha abertura a la izquierda de su vestido, comenzando justo por encima de una cutie mark de tres murciélagos rosas en pleno vuelo, bajando hasta el final de sus tobillos, exponiendo más de su pierna ajustada por una fina malla de red, además de usar un par de guantes blancos de la más fina seda en cada uno de sus brazos, cubriendolos desde la parte inicial de sus hombros hasta la punta de sus finos dedos. Su melena era de un rosa salvaje, pero estaba domesticado y acondicionado en un arco casi perfecto sobre el lado derecho de su cara, ocultando una gran oreja de murciélago mientras la otra quedaba a la luz. luciendo ademas un par de alas coriáceas, plegadas con fuerza sobre el lomo desnudo de color amarillo palido de la yegua, escondiendo la parte posterior de sus hombros, mientras que sus pechos del tamaño de sandías de dimensiones colosales, estaban fuertemente levantados por el vestido que sólo enfatizaba la figura curvilínea y deliciosa de la yegua quien curioseaba entre el público de bebedores con sus ojos carmesí rasgados verticalmente, escaneando de esquina a esquina el local con una mirada depredadora a lo que estos trataban de ignorarla o simplemente intentar verse mas pequeños para que la pegaso no los notara.

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⏰ Última actualización: Feb 04 ⏰

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