BILAB | ❝𝗠𝗶𝗲𝗻𝘁𝗿𝗮𝘀 𝘁𝘂 𝘀𝗲𝗽𝗮𝘀 𝗾𝘂𝗶𝗲𝗻 𝗲𝗿𝗲𝘀, 𝗻𝗼 𝗵𝗮𝘆 𝗻𝗮𝗱𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗱𝗲𝗺𝗼𝘀𝘁𝗿𝗮𝗿 ❞
- Donde Isabella sufre comentarios de odio por el fandom de su pareja
O
- Donde O...
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Narrador Omnisciente
Los días posteriores a su regreso de la luna de miel marcaron el inicio de una nueva rutina para Isa y Valdo. Habían desempacado las maletas, revelado las fotos de su viaje y colocado las mejores en un álbum que ahora ocupaba un lugar especial en su sala. Las paredes del grande pero acogedor departamento estaban decoradas con recuerdos de sus aventuras, llenando cada rincón de alegría y promesas de un futuro compartido.
— ¿Cómo te gustaría decorar la habitación extra? — preguntó Isa mientras sostenía una taza de café, observando el cuarto vacío al final del pasillo.
Valdo, quien estaba revisando unas facturas en el comedor, levantó la vista con una sonrisa juguetona.
— ¿Hablas de la que será la habitación de nuestro primer hijo? — dijo alzando las cejas, ganándose una mirada divertida de Isa.
— Valdo — replicó ella riendo y meneando la cabeza, aunque su corazón latía con fuerza al pensar en ese futuro.
— Bueno, es inevitable. Estoy casado con la mujer más hermosa y quiero llenar esta casa de risas y caos — dijo Valdo, acercándose para abrazarla por detrás y besarle la mejilla.
Isa sonrió, sintiendo cómo ese abrazo hacía que sus miedos del futuro se desvanecieran, al menos por el momento.
— Por ahora, podría ser una oficina o un cuarto para visitas. — Isa dijo mientras Valdo la soltaba con una carcajada.
— Suena bien, pero después será la habitación de nuestro primer hijo — bromeó, haciendo que ambos se rieran.
– ↻ time lapse;
Los fines de semana se convirtieron en una tradición para la pareja. Isa y Valdo dedicaban los sábados a explorar nuevos rincones de la ciudad: cafeterías escondidas, mercadillos llenos de antigüedades y parques tranquilos donde podían sentarse y hablar durante horas.
Un sábado en particular, decidieron visitar un mercado nocturno que Isa había visto anunciado en las redes sociales. Las luces colgantes iluminaban los puestos, llenos de artesanías, ropa bohemia y comida de todo tipo. Isa se detuvo en un puesto de joyería, maravillada por unos anillos hechos a mano, mientras Valdo curioseaba un poco más adelante.
— Mira esto amor — llamó Valdo, sosteniendo un pequeño cuaderno de cuero con hojas amarillentas.
Ella se acercó y observó el cuaderno, que tenía un grabado de una brújula en la portada.
— Es perfecto para escribir nuestros planes de viaje — dijo Isa emocionada.
— O para anotar todos los nombres que se me ocurran para nuestros hijos — respondió Valdo, recibiendo un leve golpe en el brazo de su esposa.
— No pierdes oportunidad, ¿verdad? — dijo Isa entre risas, mientras Valdo pagaba el cuaderno y lo guardaba en su mochila.
Esa noche, ya de regreso en casa, se sentaron juntos en el sofá con una botella de vino que habían comprado en el mercado. Isa hojeaba el cuaderno, escribiendo los nombres de los lugares que querían visitar algún día: París, Kioto, Nueva Zelanda... Cada página se llenaba de sueños e ilusiones compartidas.
