Vaya Imbécil (2)

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"Serían como unas vacaciones" dijeron.

"Este sitio es aburrido, mereces algo mejor" dijeron.

"Conozco a alguien en Westcoast, les vendría bien tu ayuda" dijeron.

Mirando hacia atrás, todas esas frases sonaban a excusas. Hubiera preferido mil veces que se lo dijeran a la cara, sin rodeos.

"Callate."

"No te soporto."

"Lárgate."

No era nada nuevo, sin embargo , si se lo hubieran dicho de esa forma se habría ahorrado tantas cosas.

Aunque prefirió guardarse esos pensamientos para él.

Tras la muerte de su madre nadie parecía querer tenerlo cerca, de hecho fue una completa suerte que una vieja pareja decidiera adoptarlo, sobre todo teniendo en cuenta que él ya estaba lejos de ser un niño en aquel entonces. No fue un hijo fácil de cuidar, y lo sabe, pero incluso así está agradecido por todo lo que su padres hicieron por él.

Acabó trabajando para una famosa revista en el centro de la ciudad, Le gustaba creer que hacía bien su trabajo. Aunque nunca interactuaba con sus compañeros más allá de lo estrictamente necesario, y si alguna vez intentó hacerlo, ellos se aseguraron de rechazarlo.

Quizás fue por eso que cuando se necesitó a alguien para cubrir una vacante en Westcoast todos pensaron en él. Y como no, él aceptó. (¿Por qué, qué importaba de todos modos? Nadie le extrañaría allí).

Eso también podría explicar el porqué estaba ahora solo en medio de la nada, a altas horas de la noche, con dos maletas y ningún sitio en el que dormir.

Ciertamente eso no era algo con lo que Nathaniel había contado, es cierto que su tren se habia retrasado, pero aun así no esperó llegar tan tarde. Se suponía que al llegar debía ir a hablar con los de imprenta, ellos le explicarían que hacer y dónde quedarse. No cree que los de imprenta sigan despiertos a las tres de la mañana, e incluso si así fuera, él no sabe como llegar a la tienda, por lo que tendrá que optar por un plan b.

Decidió andar sin rumbo, siguiendo el camino de tierra bajo la esperanza de tal vez encontrar a alguien.

Y lo hizo.

Vió a un hombre alto y moreno, con un largo y denso cabello negro que la llegaba hasta casi los hombros, una camisa color vino vieja y sucia que de alguna extraña forma le quedaba bien, y unos jeans negros igualmente desgastados. El hombre traía un caballo con él, cuya melena era igual de oscura que la de su dueño. Se veían algo intimidantes, pero no es como que tuviera más opciones ahora mismo, así que se acercó bajo la excusa de preguntar.

Su intención inicial había sido la de ser silencioso, asustar a un caballo nunca era buena idea, sobre todo si te le acercas por la espalda.

Claro que si hubiera sabido que se llevaría una coz igualmente habría optado por gritar para al menos darle al animal un pequeño infarto.
Bien, no es un pensamiento del que esté orgulloso, pero tampoco arrepentido.

Ahora, tirado en el suelo, con su ropa manchada de tierra, la visión borrosa y su mano tratando de cubrir la sangre que no paraba de escurrir por su nariz escucha algo; una risa. El muy cabrón se estaba riendo.

De él.

Se aseguró de casi asesinarlo con su mirada, para luego sorprenderse cuando el pelinegro le tendió la mano.

Trató de enfocar al hombre, pero tenía la visión demasiado nublada por las lágrimas. En un patético intento de mantener su dignidad se planteó el levantarse por si mismo, pero dado que apenas podia ver con claridad descarto esa idea, aceptando el agarre del hombre. Este lo levantó y se quedaron en silencio.

Almenos hasta que el agudo dolor de su nariz le hizo recordar el porqué odiaba a ese imbécil.

Dió media vuelta, maldiciendo al hombre y a su corcel por todo lo alto.
Bien quizás tendría que pasar la noche durmiendo en el suelo, porque después de eso no iba a retractarse.

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Mismo AU diferente perspectiva.
(En corrección)

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⏰ Última actualización: Feb 04 ⏰

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