El suicidio.

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-Levántate Martina. Ya es hora de ir al entierro.

Con estas palabras de su madre Martina se despertó alterada y fatigada por las pocas horas de sueño que había conciliado a lo largo de la noche. Ya era hora de ir al funeral de su hermana Camila. Ella se había suicidado días atrás sin ninguna razón aparente.

Mientras se preparaba en su habitación, Martina pensaba en Camila. Pensaba en lo que le había dicho. Pero lo que más le atormentaba era lo que no le había dicho. Pensaba en que su relación a lo largo de los años que aunque no había sido mala, jamás había sido muy cercana, puesto que sus personalidades eran muy diferentes, pero sin importar eso ella siempre había amado a su hermana gemela. Así nunca se lo hubiera expresado.

Se dirigió a la cocina donde sus padres tomaban café con los ojos desorbitados, viendo sin ver. Trato de no hacer ruido, pero aun si lo hubiese hecho, ellos no la abrían escuchado. Se tomó un café cargado y amargo, como el que se tomaba antes de ir a la universidad cada mañana y espero a que todo estuviera listo para dirigirse al cementerio.

Al llegar al cementerio se encontró a muchos de los compañeros y amigos de la universidad que estudiaban con Camila. No tardo en ver a Julián, el novio de su hermana.

-Hola Martina. Hoy se te ve mejor que ayer. Julián se acercó a Martina con un semblante triste. Era obvio que de él no se podía decir lo mismo.

- Hola Julián, si gracias es que logre dormir un poco anoche. Respondió ella con una sonrisa triste.

-Yo en cambio no logro dormir ni un poco. No paro de repasar en mi cabeza cada detalle, pensando en que pude hacer para impedir que esto pasara. En que me pude equivocar para que Camila tomara esta decisión tan drástica.

-Lo sé, pero no es culpa de nadie. Aparentemente ella estaba muy bien.

Los de permanecieron en silencio y se unieron al resto del grupo que esperaba a que empezara la ceremonia.

Entre lágrimas y dolor todos los presentes le dieron el último adiós a Camila. Sea cual fueren el motivo que la había hecho querer abandonar este mundo sería una incógnita de la que jamás obtendrían respuesta.

Freddy que era el novio de Martina no se despegó de ella desde el momento en el que habían salido del cementerio y la escucho cuando ella le confeso lo mucho que se arrepentía de no haber compartido más con su hermana, y que le horrorizaba pensar que por esto y por su disfuncional familia tal vez ella había optado por suicidarse.

La familia de las gemelas Restrepo gozaba de buena posición social, sus padres, la señora Olga y el señor simón siempre había dado a sus dos únicas hijas todo lo que ellas había necesitado, y hasta más. Pero se les había olvidado que además de las cosas materiales también necesitaban darles cariño y atención y ahí se habían quedado cortos. Las niñas siempre rodeadas de lujos y de regalos aparentaban estar muy bien pero la verdad es que a las dos les faltaba más su papá y su mamá que otro regalo costoso para adjuntar a la colección. En esta situación cualquiera habría pensado que las gemelas tendrían una relación estrecha, pero no era así. Su constante choque de personalidades hacía que sus únicas semejanzas fueran físicas, tanto que al alcanzar la adolescencia las discrepancias se fueron haciendo cada vez más visibles: Martina tenía una personalidad más fuerte, su carácter la hacía muy fiel a sus convicciones y su mayor característica era la franqueza extrema. Si algo le molestaba no tenía problema en hacérselo saber a los demás, de allí que tuviera constantes discusiones con sus padres por la falta de tiempo que ellos le dedicaban a ella y a su hermana. Camila por otro lado era más callada, más noble y esa misma nobleza en ocasiones la hacía esclava de su silencio, siempre con miedo a decir lo que en verdad pensaba por no incomodar a los demás, de ella era extraño oír una queja o un reclamo, por eso todos pensaban que vivía feliz.

Adiós Camila...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora