El sol se ha puesto y la alta hierba ondea soñadoramente ahora en el viento de la tarde; y el ave salvaje ha volado de esa antigua roca gris en algún recoveco cálido un sofá por encontrar.
Alrededor todo el triste paisaje no ve luz y no escucho sonido, excepto el lejano viento que viene suspirando sobre el saludable mar.
- Emily Jane Brontë
Él
Hace diez años
La adrenalina propulsó el feroz latir de mi corazón mientras yo me esforzaba por ver al suelo a casi doscientos metros por debajo. Mi visión se hizo borrosa y mi cabeza daba vueltas por el miedo. Apartando los desgreñados mechones de mi frente, me moví hacia el borde. Mis pequeñas y débiles manos agarraron la barandilla con tanta fuerza que mis uñas se hundieron en mis palmas mientras trepaba sobre los confines delgados de acero de la pasarela. El aire era frio, pero de todas formas el sudor recorría mi nervioso cuerpo, inhibiendo mi control en proceder.
Mi pijama favorito, del auto rojo de carrera, era azotado violentamente por el viento. No había duda de que yo iba a saltar, era sólo una cuestión de hacerlo. Acabar con esto.
Preguntas sin respuestas me siguieron a la parte superior de la alta e imponente torre de agua.
¿Dolería? ¿Habría vida después de la vida? Pero una vez que diera el salto, todas esas preguntas serían respondidas, de una u otra forma.
Había estado planeando la ejecución definitiva, durante semanas. Tenía que ser por la noche. No quería que nadie se topara de inmediato con mi cuerpo. O peor, que me vieran antes de que tuviera oportunidad de realizarlo, e intentaran detenerme. No habría explicación sobre lo que estaba haciendo. Probablemente nadie entendería.
No hacían casas suficientemente altas. Si iba a dar el salto, lo haría bien, no más dudas, no más quizás. Los quizás habían estado matándome.
Quizá soy normal, o quizá soy un fenómeno de la naturaleza. Quizá todas las cosas raras que me pasaban eran producto de una imaginación hiperactiva. O quizá no.
Así que había encontrado el lugar más alto en el horizonte y empecé a pensar en saltar. Entre más lo pensaba, más creía que podía realizarlo, y después de que pasaran muchos días, ya ni siquiera parecía alocado. Cuando la pura determinación superó todo mi miedo, decidí que era el momento.
Pensé en mi madre y mi padre. Era su único hijo. Tal vez si tuviera un hermano no habría sido como yo. Quizá hubiésemos sido capaz de confiar el uno en el otro, de compartir nuestros secretos y nuestros dones.
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Affinity -Amanda Murphy
RomanceSINOPSIS. “Muy lentamente los cuchillos se convirtieron en agujas y luego, después de un momento, en meros hormigueos mientras mi cuerpo sanaba. Para el amanecer di un respiro superficial y miré alrededor a toda la sangre en el suelo. Una risa tembl...