Capítulo O3

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Año 2017

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Año 2017

Salir de la escuela de hechicería no era algo muy común para Ieiri, desde que había aplicado el examen para medicina —uno en el que había hecho trampa para obtener una nota más alta—, su vida se desarrollaba dentro de esas cuatro paredes que formaban la enfermería y su consultorio.

A pesar de los años, su conocimiento sobre el cuerpo humano y la técnica inversa maldita, seguía siendo demasiado valiosa para arriesgarla en un absurdo y peligroso campo de batalla, pero había ocasiones en que se le solicitaba atender a los heridos en el mismo campo, o en otras ocasiones en que salía a dar un paseo y beber un trago, justo como había hecho con Nanami hace unas noches, fuera de esas opciones, Ieiri ni siquiera consideraba salir de ahí.

Sin embargo, eran finales de agosto, y aunque Ieiri no había sido compañera directa de Haibara Yū, lo recordaba como un buen kōhai que siempre le pedía disculpas cada que terminaba en enfermería o le pedía su ayuda para curarse, hace poco más de diez años que había fallecido en un enfrentamiento donde no se había medido qué tipo de maldición era y, debido a su espíritu valiente y complejo de héroe, había desembocado en que perdiera la mitad de su cuerpo en el enfrentamiento y que Nanami considerara dejar la escuela de hechicería, y aunque a ella le hubiese gustado ayudar, con sus conocimientos de esos años, no habría logrado hacer gran cosa más que dar falsas esperanzas para que, al final, todos terminaran decepcionados.

—¿Shōko? —Ella alejó sin mirada de la lápida de Haibara y volteó a ver a su compañero peliblanco—. ¿En qué tanto piensa esa cabecita tuya?

La castaña lo pensó por unos segundos mientras veía su reflejo en las gafas de sol que llevaba Satoru, pensando si mentirle o decirle la verdad, ¿era honesta con su amigo o mejor evitaba una conversación triste e incómoda?

—No pensaba en nada —mintió, haciendo su agarre más fuerte sobre el ramo de flores que sostenía—. Solo... Me imaginé cómo sería Haibara en la actualidad.

Y aunque en aquel momento sí que era mentira que estuviera pensando en ello, no es que nunca se le hubiera cruzado ese pensamiento por la cabeza, se preguntaba si sería igual de algo que Nanami o Satoru, si hubiera elegido el camino de la docencia, con lo que le gustaba tratar con los niños, lo más probable es que así fuera, se preguntaba si habría tenido el valor de invitar a salir a la chica que le gustaba por aquellos años... Pero solo eran ideas de su imaginación, porque la vida de Haibara Yū había quedado suspendida en el tiempo cuando apenas tenía 17 años.

Cuando Nanami se alejó de la lápida y se acercó a ellos, Satoru no dudó en comenzar a molestarlo con cualquier tontería que se le ocurriera, e intentando que ella no fuera presa de sus pésimas bromas, se acercó a donde descansaba Haibara eternamente, extendió su mano hacia los kanjis que formaban su nombre y ahora a estaban grabados en piedra.

¡Ieiri-senpai, sí que es genial! —El recuerdo vino a su cabeza de repente—. No cualquiera podría hacerlo.

No es para tanto, Haibara —respondió ella, como si no acabara de arreglarle el brazo que se había roto en una mala caída y comenzó a jugar con el cigarrillo entre sus labios—. Pero si te rompes el brazo más seguido, podré practicar y ser mejor.

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⏰ Última actualización: Mar 27 ⏰

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Remember All Too Well | Shoko IeiriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora