Era lunes, lo que significaba que me quedaba un día para terminar de perfeccionar una disculpa convincente. Nadie, salvo yo, la había leído, pero no sabría decir si ese hecho me daba confianza o me la quitaba.
La reescribí más de diez veces. Las disculpas basura eran un mar de mugre en mi habitación. Pero yo no tenía internet, por lo que era lo más sensato para hacer, dado que me había visto todas las películas buenas en el DVD.
Nadie en la familia me dio crédito por las disculpas mejor ensayadas de la historia porque no me tenían fe. Aunque ahí estaba yo, con una muy mala pinta después de no haber dormido por querer que todo salga según lo estipulado. Hace tiempo no trasnochaba, por lo que me pegó más fuerte de lo habitual. Podía jurar que mis peluches me miraron odio al abandonar la pieza, aburridos de mí y el discurso que practiqué con ellos de espectadores una y otra vez.
Alisté mis cosas y bajé las escaleras antes que todas. Supuse que todos en casa se sorprenderían de mi puntualidad, pero para ellos había algo más importante en la escena que destacar.
-¿Estás bien? -dijo Lily. Mamá estaba constipada, Anna tenía miedo de lo que sea que llegase a ver en mí y Stephanie se aguantaba la risa. El único más razonable fue papá, con una expresión de comprensión y curiosidad por preguntar...
-Sole, ¿te drogaste?
Al carajo, retiro lo dicho.
-¡No! -clamé.
Y no supe descifrar a mamá, pero fue la única que dio en el clavo.
-¿Acaso dormiste?
-No mamá, me quedé despierta toda la noche, escribiendo mis disculpas a Elizabeth -contesté con un evidente sarcasmo que dejó a todos menos alarmados que en un principio. Lo que me sorprendió, porque solo significaba que no habían entendido mis intenciones con el tono de voz, ¿verdad?
Ninguno hizo más preguntas.
-Ya vayan a la escuela -ordenó mamá.
No solté mis disculpas escritas y fui practicando de camino, mientras Anna peinaba mi maraña de pelo a la que no le di importancia antes de salir. Fue cuando Lily preguntó.
-¿Crees que sea buena idea disculparte en este estado?
-¿De qué hablas? -respondí. Ninguna quiso responder-. Oigan, ensayé toda la noche, tiene que ser hoy u olvidaré las palabras correctas.
-No creo que...
-Lily, recuerda la última vez que intentamos detener sus planes -sacó Anna a colación.
-Tienes razón, suerte Sole.
Pero no creí necesitar el apoyo hasta verme cara a cara con Elizabeth. Había llegado temprano a la escuela y pensé que si mis compañeros de clase me conocieran lo suficiente, se asombrarían de la situación. Pero no estábamos en mi anterior escuela.
-¡Elizabeth! -clamé antes de que diera el inicio de clases. Era de esos momentos que definirían mi posición durante el resto del año escolar. Traté de formular las palabras en mi cabeza cuando ella volteó con una venda en el brazo que la había vuelto más popular que antes. Lastimosamente, lo único que se me venía a la cabeza es que se me había olvidado desayunar. Me empezó a rugir la tripa al momento y mis manos temblaban de miedo, sujetando el papel con lo que diría entre ellas-. Escucha...
Ella ladeó la cabeza, alzando una ceja. Miré el discurso y luego a ella. Fue cuando me percaté que el número de gente que nos rodeaba había incrementado en un parpadeo.
Tomé aire y traté de leer desde el inicio, pero no estoy segura de sí involucraba a la falta de sueño u otro factor, pero las letras empezaron a saltar de su sitio. Me pellizqué para evitar desfallecer del sueño.
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Wizard [Corregida]
Teen FictionViviendo entre la delgada línea entre lo normal y lo extraño, Soledad Parker, una chica sincera en extremo, irresponsable, maleducada y de nula capacidad para entablar amistades, inicia su año escolar en una nueva escuela, con la esperanza de partir...