Capítulo único

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- Maldito demonio, ¿Quién se cree al tratar de esa manera a mi hija?, peor aún, ¿Quién le da el derecho de creerse superior a mi?-

Exclamo lucifer con enojo, lanzando el fino sombrero de copa lejos de el, peinando su cabello nuevamente ante este ataque de irá que le había provocado uno de sus subordinados. No, el no servía para el mismísimo "Angel Caído", no, estaba más que claro que sus intenciones eran otros, ¿Porque?, no lo sabia, pero debía buscar la razón del porque estaba ayudando a su única heredera.

Respiro con profundidad, claro estaba, era un demonio y buscaba poder, como todos en el infierno, pero, había algo diferente en el, esa forma en que lo miro cuando expreso "Papá" no era como una amenaza hacia Charly, no, era más como una exclamación, o tal vez, ¿Una burla hacia el?, quizá, pero claro estaba que el pronunciar esas palabras frente a el le daban otras vibras, no como enfrentamiento, lo entendía, pero, ¿A qué más podría referirse?.

Lucifer jamás necesito socializar con los nuevos demonios, por lo que, no entendía la mayor parte de lenguaje que se usaba en los nuevos tiempos, solo se dedicaba a jugar con sus patitos de ule y hacerlos pelear entre ellos, ¿Era un secreto?, bueno, no debí revelarlo entonces, pero eran su única compañía.

- Por la fruta prohibida, ¿Qué piensa ese demonio? -

Volvió a reclamar, buscando entre su mente una respuesta coherente que tomara como amenaza, y así, poder quitarlo de las falsas espectativas que tenía Charlotte, no era un demonio bueno, el lo sabia, los demonios habían evolucionado a seres despedidos que jamás había llegado a imaginar. El usar la palabra de dios en bano era poco, cuando usaban su nombre para justificar sus actos era despiadado, el solo se dedicaba a jugar con sus patitos de ule, ¿Qué necesidad de corromper al mundo tenía?, bien, lo comprende, es Lucifer; el ángel caído y el señor de las tinieblas, pero nunca busco el mal en el paraíso de Dios, aunque ganas no le faltarán después de excluirlo hasta el infierno, donde comprendió el amor que el primer hombre, "Adán", sentía hacia su primera esposa, y que gracias a ese amor mutuo nació su hija. La cual, estaba protegiendo aunque su matrimonio ya fuera solo cenizas en el infierno.

Debía protegerla de las garras de ese demonio, iba hacerlo por todos, eso incluía pelear en contra de su nombre y por lo que una vez fue, un ángel.

- Bien, voy a solucionarlo -

Se aclaró la garganta y se sentó en el trono especialmente de el, pensando y analizando el plan que tenía en mente; se acercaría hasta Charly, le ayudaría con su hotel, le cumpliría todo lo que deseara ganando su confianza, y así, se libraría de un pagano buscando migajas de poder que estaba recolectando a través de su hija. Quizá, fue duro con su expresión, pero era lógico, el demonio buscaba eso de su hija, después de todo ella le confío y le presento a su amada novia, era evidente que no había algo entre Alastor y su bella hija, un problema menos.

Pero aún así, seguía pensando que ese "Papá" que soltó, no era normal, le daba escalofríos con solo recordarlo. Al principio creyó que solo era parte de la rivalidad en busca de la atención de su princesa, causando su actual enojo, pero no, ahora que lo piense bien, fue una rivalidad tonta cuando el era su padre, y quizá no convivía con su hija, pero ella sabía que el siempre estaría para el pase lo que pase.
Y así, como lo pensado, tomo la decisión de poner en marcha su plan, por ello, tomo todo el valor de su diminuta estatura y volvío de nuevo al hotel Hazbin, quizá tardo dos días en llegar, pero llegó.

- Charly, gracias por aceptar a tu padre en tu maravilloso Hotel -

Ingreso al edificio con comodidad, sintiendo ahora el hotel como su casa, una ventaja para el sobre el demonio, quien, bueno, intenta redimirse entre las palabras de su hija que, claramente, no es de interés para el venado.

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