Charla de Las flores y las abejas

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Donatello frotaba los dedos fuertemente contra su hendidura. Gemía y jadeaba lo más discretamente posible mientras su mano libre se aferraba a las sábanas debajo de él. Aún a pesar de la fuerte corriente de placer por la que atravesaba su cuerpo, no podía dejar de llorar por la desesperación y el miedo, la incertidumbre que invade su mente al no saber qué está mal con él.

"En la anatomía de las tortugas de caparazón blando, el pene se encuentra dentro de la cloaca, que es una abertura corporal común para la reproducción."

"Durante la copulación, el pene se despliega desde la cloaca hacia afuera. ¡Como los demás! Se deja caer"

Siempre había un vacío en su mano húmeda. No importaba cuánto placer experimentara, ni siquiera si se forzaba tanto hasta el punto en que la tentación se volvía una pesadilla sensorial; ese algo nunca aparecía, la ausencia prevalecía.

"¿Por qué nos explicas todo esto, papá? ¡Es demasiado incómodo!"

"¡No debería incomodarte, Rojo! A ninguno de ustedes. Deben aprender, tarde o temprano, que esto es normal"

Donatello gimió nuevamente contra sus labios mordisquedos, tercer orgasmo y no logró ningún cambio en su cuerpo más allá de los espasmos momentáneos.

"Esto es lo normal"

¿Donnie no era normal? Él negó con la cabeza ¡Claro que era normal! Solo estaba haciendo algo mal ¿Será que la forma en que se masturbaba era incorrecta? Es vergonzoso pero es mejor pensar que el error estaba en los métodos y no en el funcionamiento.

Sin embargo, era demasiada la vergüenza como para ir y preguntar directamente a su padre. Tal vez podría acudir a Raphael pero él definitivamente sería demasiado inseguro y tarde o temprano le contaría a su padre. Miguel Ángel era demasiado pequeño, infantil; no tiene el corazón para romper esa inocencia.

Entonces solo queda una tortuga de orejas rojas a la qué acudir; su autoproclamado gemelo podría ser de ayuda... ¿Verdad?

Se sintió patético en cuanto más lo pensaba, cuando ahogaba sus sollozos y trataba de obligar a sus propias manos dejar de temblar. No lo entendía a pesar de que su padre había dado la charla tan clara como el agua, incluso demasiado clara como para ser cómodo.

"¿Alguna vez te has 'dejado caer', Donnie?"

"¡No me preguntes cosas así, Nardo!"

Ciertamente había evitado la pregunta porque nunca se la había planteado, ni siquiera sabía la existencia de la "cloaca" o la forma que se supone debería tener su pene porque, ciertamente, jamás lo había visto caer de su cloaca.

Nunca se ha dejado caer, siempre hubo una ausencia. Tenía los dedos húmedos, pero la palma de su mano estaba seca.

Un miedo lo invadía ante la idea de no ser normal, porque su cuerpo no siguió nada de lo que su padre dijo que debía hacer. Se sintió enfermo, mareado, extraño.

──Nardo…

Lo llamó suavemente enmedio de una fría y silenciosa noche, cuando ya todos dormían cómodamente en sus propios vagones.

──Por favor...

Donatello nunca suplicaba por nada, en este momento no le importaba, necesitaba ayuda; respuestas, lo que sea.

Fue casi reconfortante cuando Leo empezó a removerse y lentamente despertar, levantó ese bobo antifaz que cubría sus ojos mientras miraba a su gemelo, soñoliento.

──¿Dee?

El nombrado rápidamente trató de hablar pero lo único que salió de su boca fue un ruido animal, un chirrido al que Leo solo traducía como "desesperación"

──¿Donnie, estás bien? ¿Qué sucede, estás herido?

Leonardo inmediatamente se sentó y acercó a su hermano tomándolo por el rostro, Donnie involuntariamente se inclinó ante el tacto con una serie de gemidos y chirridos angustiantes.
Su gemelo rápidamente se apartó e hizo un espacio en su cama para un nuevo cuerpo, acomodó las mantas y almohadas alrededor mientras Donnie entraba por puro instinto junto con Leo.

Nido, un nido para su hermano.

──Tranquilo, estoy aquí.

Trató de consolar mientras su mano frotaba con una suavidad increíble su correoso caparazón sensible, Donnie se sintió inmensamente más tranquilo con ese tipo de tacto y, sobretodo, por la tortuga del que ese tacto provenía.

──Leo...

El nombrado siguió con las caricias, sabiendo que estaba haciendo las cosas bien.

──¿Fue una pesadilla?

Preguntó en un susurro, sorprendiéndose un poco cuando Donatello negó con la cabeza. Le dió un tiempo más de recuperación a su gemelo, siendo paciente y manteniéndose con él todo el tiempo.

──¿Recuerdas... la charla que papá nos dió acerca de Las flores y las abejas?

Una risita retumbó en el pecho de Leo, aunque una sonrisa incómoda se acomodaba en sus labios.

──Eujh, vaya que lo recuerdo.

──Bueno, la cosa es que yo… cuando dijo acerca de… la anatomía de las tortugas de caparazón blando y…

Casi siente lágrimas amenazar con caer de sus mejillas una vez más, estaba demasiado nervioso y ansioso como para seguir hablando, tal vez esto fue una mala idea, Leo no tenía por qué enterarse de esta anomalía por la cual sufría Donnie. Se aferró más al cuerpo cálido frente a él, escondiendo su rostro contra su pecho.

──¿Donnie?

Frunció el ceño en señal de preocupación, tratando de alcanzar el rostro de su hermano para tranquilizarlo. Donnie solo giró la cabeza hacia el lado opuesto para evadir su tacto.

──Lo siento, yo no… no puedo... yo nunca.

Parece que Leonardo lentamente relacionó la charla de explicación sexual y por qué Donnie parecía tan inquieto al mencionarlo. Su rostro cambió y su ceño fruncido se suavizó.

──¿Es sobre eso de 'dejarte caer'?

Su gemelo lo miró y no pudo contener las lágrimas que se acumulaban en su rostro.

──Si.

Leonardo lentamente dejó de acariciar para ponerse a pensar mejor sus palabras, la falta de tacto solo hizo sollozar más alto al caparazón blando.

Eventualmente las caricias volvieron, un consuelo necesario para su hermano agitado.

──¿No puedes dejarte caer?

Donnie solo bajó la cabeza, ocultándose lo mejor que pudo de la mirada de Leonardo.

──No.

•Splinter creyó que todos sus hijos eran varones, ahora dos adolescentes ingenuos y bobos buscarán solucionar lo que, por naturaleza, ya es perfecto

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Splinter creyó que todos sus hijos eran varones, ahora dos adolescentes ingenuos y bobos buscarán solucionar lo que, por naturaleza, ya es perfecto.

Ausencia | Leotello Donde viven las historias. Descúbrelo ahora