Palabra de libro es palabra sincera

248 35 6
                                    

Para Leo, Donatello siempre fue alguien valiente, seguro y demasiado orgulloso de cualquier cosa que haya sido fabricada por sus propias manos. Así que, cuando lo vio al despertar; temblando como una hoja y un sollozo apretado en su garganta, le hizo saber que esto era importante para él y debería tomárselo en serio.

El ambiente cálido que trae un olor suave y lejano del alimento matutino se ve eclipsado por la ausencia junto a su cama. El nido estaba vacío por la ausencia de su gemelo.

Se levanta de prisa, el corazón latiéndole como nunca ¿En su estado, a dónde habrá ido? Un torrente de sentimientos sobreprotectores lo impulsan a salir de su cama, chocando con algunas paredes hasta llegar a la cocina y tropezar con sus propios pies contra el suelo.

──¡Wow! ¿Tanto querías ver las hormigas?

Levanta la cabeza y Mikey lo está picando con el mango de su espátula, en la lejanía su ojo capta el púrpura del caparazón de batalla de Donnie y la paz vuelve a consolar su corazón.

──Muy chistoso Mikey, pude haber muerto ahí.

Devuelve, levantándose del suelo con ayuda de su hermanito antes de que el pequeño de naranja siguiera en el desayuno. Los ojos de Leo se encuentran con los de Donnie, pero él desvía la mirada. Donatello se siente profundamente avergonzado por su comportamiento, sus ideas y, principalmente, la deformidad en su cuerpo.

Azul intenta acercarse y morado lo evita, como el agua evita al aceite. No logró entablar una sola conversación sin ser cortada fríamente.

La cantarina voz de Mikey llamó al desayuno, pero ningún tipo de interacción ocurrió entre los gemelos. Leo miraba de reojo a su contrario, pero él solo mantenía los hombros rígidos centrados en masticar la deliciosa comida. En estos momentos, todo sabía insípido y carente de vida.

La boca de Leo se abrió pero Donatello se levantó abruptamente de su asiento, levantó su plato y lo dejó en el lavavajillas para después retirarse.

La escena dejó a Leo perplejo, observando en silencio como Donatello se retiraba cuando todos los demás le restaban importancia. Acostumbrados a las locuras del científico residente, creyeron que había sido otro de sus momentos de iluminación: con algún otro invento en la cabeza, pero su gemelo era el único que reconocía que este más bien era un escape de una conversación. Algo más llamó su atención, una anomalía en su andar que solo añadió preocupación; aunque muy leve y casi imperceptible, Donatello cojeaba.

Horas después del desayuno, Leo intentó entrar a su laboratorio, pero la compuerta estaba bloqueada con quién sabe cuántos códigos. Un suspiro salió de sus labios y su ceño solo se frunció más, corrió hasta su habitación y sacó su odachi, rasgando el aire con el filo mágico que pronto se volvió azul neón. Entró sin dudarlo al portal, el laboratorio vacío de ruido pero no de vida.

Frente a él, ligeramente lejana, la silla de Donatello estaba dándole la espalda. Casi se sentía mal por irrumpir en mal momento, pero Donatello le había pedido ayuda y planeaba cumplirlo.
Carraspeó la garganta llamando su atención, su gemelo se sobresaltó en su asiento antes de frotar sus ojos.

──¿Qué haces aquí, Nardo?

La voz cargaba dolor, Leo no comentó al respecto.

──Escapaste de mí todo el desayuno, creía que-

──Fue un error.

Las palabras cortaron el aire como las tijeras al papel. Atónito, Leo no pudo responder.

──No debí meterte en esto, para empezar yo... tú... ¿Qué podrías hacer? ¿Para qué te llamé en primer lugar? No lo entiendo... no me entiendo...

Donnie aún no se daba la vuelta y encaraba a su hermano, Leonardo respetó eso permaneciendo en su lugar sin tratar de buscar su mirada. La conversación parecía estancada e incómoda, una idea salvó a Leonardo de retirarse del laboratorio y perderse en su culpa por abandonar a su gemelo en este momento tan difícil.

──Dee, voy a hacerte una pregunta pero necesito que seas totalmente sincero conmigo.

Nuevo silencio pesa en el lugar, excepto por algunos sollozos traicioneros. Donnie asiente desde su lugar.

──Antes de entrar a mi habitación ayer... hiciste algo más? Algo que tenga que ver con tu situación.

El gemelo de púrpura esperaba una pregunta similar, pero aún eso le provocó un hundimiento en el estómago.

──Yo...

Titubeó, indeciso entre decir la verdad o mentir.

──Donnie.

No hubo tiempo para contemplar más opciones fuera de la sinceridad.

──Si, estaba intentando ver si "algo" lograba salir, tal como papá dijo... pero no funcionaba.

──¿Cada cuánto lo haces?

Otra pregunta rápida que deja mudo al interrogado, quien tarda algunos segundos antes de suspirar y responder.

──Desde hace una semana, todas las noches

Leo suspira, tenía sentido decir que habría sufrido algún tipo de desgarre en algún músculo o habría hecho algo de forma muy acelerada. Pero, para su desgracia, en las alcantarillas no hay precisamente un libro de anatomía de las tortugas, apenas había de humanos y estaban terriblemente maltrechos.

──Deberíamos preguntarle a papá ¡El podría saber qué es lo que está pasando y-!

──¡No!

El silencio reina una vez más entre los hermanos cuando Donatello por fin decide encararlo, con los mismos ojos inyectados con miedo que Leo vio la noche anterior.

──...por favor, no se lo digas a papá.

No era ingenuo, sabía que ordenar a Donnie descansar de todo entrenamiento o "experimento" no iba a ser muy útil, pero era lo mínimo que podía hacer mientras se aventuraba en la biblioteca mística bajo el manto nocturno de la noche

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No era ingenuo, sabía que ordenar a Donnie descansar de todo entrenamiento o "experimento" no iba a ser muy útil, pero era lo mínimo que podía hacer mientras se aventuraba en la biblioteca mística bajo el manto nocturno de la noche. No se atrevía a usar más portales, fue una suerte haber logrado llegar a la habitación de Donnie sin antes pasar por algún otro país al otro lado del mundo.

Pudo haber consultado a la inmensa sabiduría del Internet y sus recursos digitales, pero cada búsqueda lo enviaba directamente a algo apenas relacionado de Wikipedia. No gracias, no le confiaría esto a una página que todos pueden manipular, entonces consultó a la inmensa sabiduría de los libros físicos.

Dar con el libro, por más estúpida que fuera su explicación, fue fácil con ayuda de la lógica mágica tras la misteriosa bola de cristal púrpura, desgraciadamente el libro dió poca o nula información sobre este tema ¿Cómo pedirle la explicación a un libro acerca de la ausencia del pene en una tortuga de caparazón blando macho? El libro fácilmente tacharía a Donnie de ser una tortuga hembra y eso no era posible.

Leyó todo libro que tuviera a su disposición acerca de los comportamientos que debería tener su hermano. Afortunadamente al ser una biblioteca yokai, entraba en mayor profundidad al funcionamiento del cuerpo de una tortuga con similitudes humanas, pero no la suficiente y menos en machos... entonces tuvo que adentrarse en el sector de la población femenina.
Nunca olvidará las imágenes de apoyo que contienen los libros así, pero debía tomarse esto con seriedad y profesionalidad. Después de todo, esto era lo normal.

Pero, si Donnie no encajaba en ninguno de los dos casos ¿Él no cabía dentro de lo normal?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 22 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Ausencia | Leotello Donde viven las historias. Descúbrelo ahora