Prólogo.

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Los demonios no duermen bajo tu cama,
ellos viven dentro de tu cabeza.

La noche entera he sido cazado, al salir del páramo oscuro, lugar donde la reencarnación me envió, mí cuerpo sangra ante las heridas mortales de mí ser.

Debí ser más precavido, aunque estoy seguro de que Luxfero jamás sabrá esto, no tengo la fuerza suficiente para derrotar a mis enemigos.

Aún así, es reconfortante...

Apesar de que he sido seguido toda la noche por los malditos 'Ángeles De Muerte' por toda la tierra, conseguí resguardarme.

El aroma de este lugar me llamó.

Generalmente el hedor de los humanos me aleja, pero ahora será la herramienta perfecta para camuflarme. No se en que parte del mundo me encuentro, pero la noche predomina en su totalidad, es la razón por la que termine aquí.

Mí alma y mí ser, no me permiten estar cerca del sol, mi muerte sería lenta y dolorosa si sus rayos llegaran a tocarme.

En la lejanía, por una pequeña ventana abarrotada, logro reconocer sobre los tejados de las casas a dos de los ángeles: Frederick M y Aston K.

Malditos sean.

Ejerzo presión a la herida en mí cuello y a su vez a la grieta de mi abdomen. Eso sin duda limitará mi tiempo de control.

Un gruñido escapa de mis labios, producido por el ardor que me provocan las heridas.

—Corre, corre, corre por el callejón, en medio de la noche él te viene a buscar, sus ojos rojos deslumbran tu camino, su rugido paraliza tu piernas y te hace caer. —La escucho entonar en la lejanía.

—Si te atrapa seguro morirás, en casa él siempre esperará, si es que acaso logras llegar, ocultarte bien, ya está llegando "es hora de cenar". —Que letra tan escabrosa, no debería ser una melodía suave, como para arrullar a un bebé; aún así, desde su dulce voz, deseo escuchar más.

—Él te observa dormir, sabe que es protagonista de tus pesadillas y aspira a cumplirlas todas. —La oscuridad me envuelve en una nube que me transporta a ella.

En el camino de esta casa, puedo ver muchas imágenes religiosas, demasiadas, las paredes estan tintadas en colores claros, en la altura se muestran objetos cristianos.

—No debes invocar nunca su nombre; y no debes hablar cuando él esta contigo, en medio de la noche, en la sombría habitación. Nunca sabrás cuando dejara de controlar su apetito podría ocurrir una desgracia. —Puedo ver varias habitaciones, todas cerradas.

La puerta blanca que resguarda su alcoba, traspaso mi cuerpo por debajo de su puerta manteniéndome en la esquina más oscura. Su cuerpo se mantiene bajo las sábanas de café, se remueve con determinación.

Nunca busques su mirada carmín, no te gustará lo que vez, jamás te aproximes a él, saliendo de las sábanas, solo te lo advierto; cierra bien la puerta. O quizás no tanto, él ya está adentro.Sonrío ante la tenebrosa letra.

Algo en su voz me atrapa, me envuelve, quizás esa es la razón por la que no la he matado, de verdad necesito alimentarme.

Corre, corre, corre a la cama, cubre tu cabeza y no la quites hasta el amanecer, si lo haces puede que su rostro esté junto al tuyo listo para cenar.Algo en ella me atrae, su voz suena muy joven, ¿Qué edad podía tener? ¿12 años humanos?

Mi cuerpo comienza a formarse, mis ropas vuelven y dejan atrás las cenizas, el color azul oscuro de mi piel me permite pasar desapercibido ante su mirada inocente.

  Mi Perdición © [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora