unica parte

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Suguru ha notado que casi no ha pasado mucho tiempo con su esposo, tiene mucho trabajo y no ha prestado tanta atención a su pareja, sabe que eso no es un bueno teniendo en cuenta que satoru es una persona que ama las muestras de cariño.

El pelinegro tenía que buscar una manera de liberar espacio en su agenda y tener un día con su amado satoru, despues de hacer muchos sacrificios, lo logró y por último, le pidió a su amiga, shoko, que cuidara a sus niños.

Geto tenía todo listo, planeo una noche de películas, compró algunos bocadillos y dulces para su esposo y unas cervezas, las cuales eran para el porque satrou no tomaba, su tolerancia al alcohol era casi nula.

Satoru llegó del trabajo, estaba cansado, solo esperaba poder ver a sus niños, quienes lo recibían con abrazos y besos todos los día, sin embargo, quedó confundido cuando anunció su llegada y nadie se acercó. Dejó sus cosas en el lugar correspondiente y se dirigió a la sala, se sorprendió cuando encontró a suguru sentado en en suelo junto a la mesita, quien rápidamente se levantó y se acercó para darle un abrazo y un beso.

—Hola cariño, seguro estás confundido del porque estoy aquí tantemprano —comenzó a hablar el pelinegro—bueno, quise tener un tiempo contigo, así que despeje mi horario y le pedí a shoko que cuidara a los chicos.—terminó de decir con una sonrisa.

—Eso es tan lindo sugu—dijo conmovido el ojiazul, extrañaba a su esposo en esos días que estuvo muy ocupado y ahora se encontraba tan feliz—deja me doy una ducha y regreso—le dio un beso y se apresuró dirigiéndose a su habitación.

Una vez terminada su ducha, satoru se coloco solo una bata, una que iba a juego con la que llevaba puesta su esposo. Se dirigió nuevamente a la sala y se sentó junto a Suguru.

—Y, ¿que vamos a ver?—preguntó el albino cuando vio que la televisión estaba encendida.

—Puedes elegir si quieres, por mi esta bien—le contesto el de ojos violetas, mientras tomaba una cerveza—por cierto, te compré tus dulces favoritos, toma todos los que quieras.

—Gracias cariño, pero hoy quiero tomar contigo—no sabía porque había dicho eso, el alcohol no iba con el pero por alguna razón quería eso.

—Satoru, ¿estas seguro de eso?—preguntó el pelinegro—recuerda que no eres bueno con esto.

—Claro que si, además, no pasará nada porque estoy contigo—terminó de decir con una sonrisa.

Geto sin nada más que decir lo dejo, solo se limitaba a observar a su querido esposo beber, sabiendo que en cuestión de minutos satoru iba a emborracharse. Conversaron por un rato hasta que suguru se iba a levantar para ir por un vaso de agua, sin embargo, el albino lo detuvo rápidamente.

—¿A donde vas suguru?—dijo alargando la última letra del nombre—¿Acaso me vas a abandonar otravez.

—Solo voy a por agua, es para ti—dijo el de ojos violetas, intentando calmarlo.

—Claro que no, te vas a ir y me vas a abandonar, eres un mentiroso —parecía que en cualquier momento el ojiazul se pondría a llorar, definitivamente estaba ebrio.

Suguru ya no sabía ni de que estaba hablando su esposo, solo estaba divagando por el alcohol supuso. De un momento a otro, satoru lo tumbó en el suelo y se sentó en su regazo.

—Satoru, ¿que crees que haces?—preguntó el pelinegro, mientas buscaba como apartarlo sin que se pusiera de dramático.

—Suguru, ¿que te parecer ir por el quinto hijo?—habló el albino, que ya había comenzado a moverse sobre su esposo, intentando provocarlo.

—Cariño, sabes muy bien que son adoptados, no podemos tener hijos—sabía muy bien que satoru estaba ebrio pero se le estaba difícultando controlarse.

—No perdemos nada intentándolo—dijo satoru, mientras bajaba su bata, descubriendo sus hombros y pecho, sin perder tiempo, tomó la mano de su esposo y la dirigió a su pectoral—vamos sugu, tócame porfavor.

Geto no soportó más, apretó los pechos del ojiazul, viendo como rápidamente quedaban las marcas de sus dedos, le encantaba dejar sus marcas en la piel pálida de satoru.

Rápidamente comenzaron a besarse, era un beso desordenado, mientras intentaban quitar toda la ropa de por medio. Una vez que estuvieron desnudos, satrou continuó moviendo sus caderas en círculos sobre la dura ereccion que tenia su esposo.

—Porfavor suguru, te quiero dentro, metemela ya—talvez fuera por el alcohol en su sistema pero el ojiazul se encontraba más desesperado de lo normal.

—Tranquilo cielo, necesito prepararte primero—le hablaba el pelinegro con calma, a pesar de estar igual de necesitado, habían pasado muchos días que no lo hacían y no quería lastimarte a su pareja.

—No necesito eso, lo quiero ahora—sin querer esperar más, satrou tomo el pene de su esposo y lo alineó en su entrada, dejándose caer completamente.

Suguru no esperaba eso, se sintió tan bien, sin embargo, vio que satoru dejaba salir algunas lágrimas.

—Cariño, duele—dijo satoru, ahora si consideraba que no debió hace eso.

—Te lo dije amor, tenias que esperararte—dijo el de ojos violetas, a la vez que besaba el rostro de su amado—ya pasará, solo no te muevas.

Geto comenzó a besarlo y a acariciarlo para que se distrajera, al poco rato sintió como Gojo empezaba a moverse de nuevo.

Al sentir como el dolor pasaba y en cambio sentía placer, satoru comenzó a dar pequeños brincos sonre el pene suguru, quien lo tomó de las caderas para ayudarlo con sus movimientos.

—Justo así, se siente tan bien—gemia el albino—suguru, más, más rápido—bueno, más que gemir, gritaba.

—Te ves tan bien montando mi polla, satoru—el pelinegro se sentía en el cielo, después de tanto tiempo sin intimidad, creía que se iba a correr en cualquier segundo.

Suguru vio que el ojiazul comenzaba a cansarse, así que lo tomo y volteo para esta vez dejarlo acostado en el suelo, donde ahora lo embestia rápidamente, sin darle tiempo al albino de nada.

El pelinegro lo besaba y acariciaba en los lugares exactos para reducirlo a simples gemidos, talvez fura su ebriedad, pero satrou se sentía tan sensible y exitado.

—¡Suguru!—gritó el albino, sentia como el de ojos violetas golepeaba su prostata sin piedad—espera, me voy a correr.

—Hazlo cariño, ese es el propósito —susurró el pelinegro con una sonrisa de lado.

Satoru no soportó más y derramó toda su semilla, quedando agotado en el suelo. Suguru le siguió después de cuatro estocadas más, corriendose en su interior, se retiró de su interior y se recostó a lado de su esposo.

—¿Estas bien, cariño?—cuestionó el pelinegro, al ver que el otro no se movía.

—Eso estuvo increíble, extrañaba tanto tu gran polla—contestó con una gran sonrisa—¿Crees que quede embarazado después de tremenda cogida?—preguntó como si nada.

Si, seguía muy ebrio. Suguru soltó una ligera risa y dejó que su amado esposo siguiera hablando, sabía que eventualmente se quedaría dormido en unos minutos.

Fue una excelente noche y aún tenían el día siguiente libre, así que lo llevaría a una cita y talvez tenían más sexo. Difinitivamente amaba ese plan.




Le había prometido a mi amigiby que iba a subir algo por el 14 de febrero, pero me dio un bloqueo y estaba a punto de no subir nada, sin embargo, yo no iba a quedar como político que promete y no cumple, así que subo este, un poco tarde pero bueno.

Siento que no me quedó muy bien, algo no me convenció del todo, así que seguro lo voy a editar después

Drunk / Sugusato (OS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora