8-Bravo.

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Capítulo 8: Bravo.
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"-Es un payaso, no se le puede tomar en serio."

-Vamos a jugar un juego, ¿Si?

-¡Si!

Cantinflas tomó un maletín de su cajón/carreta, soltandolo a un costado del círculo donde abriría el acto, y Pedro, masculló divertido al pensar que Mario era como un caracol, llevando su carreta a todos lados, empacando sus pertenencias en una caja de madera para atravesar el mundo y enfrentar aventuras.

-Esto se llama, "Mi mama dice"

-¿No es: Simón dice?-Corrigió Pedro, haciendo de contratiempo.

-No, no, no.-Del bolso sacó un balón y un mandil.-Aquí vamos a actuar como mamá en casa.

Pedro ya lo había discutido con Mario casualmente entre pagas, todavía no definían el límite de su comedia, ni qué temas podían abordar, más Pedro procuraba mantenerlo al tanto de las costumbres y mentalidad de su propio pueblo, teniendo hasta temor a seguirle el juego. Mario lo comprendió y lo sosegó con la promesa de que él se haría responsable en cualquiera de los casos, agradeciendo por la advertencia.

-Mira, así funciona, yo seré el hijo y usted-Tomó el hombro de Pedro-, mi mamá. Ahora, yo haré una travesura y usted me regaña, ¿Entendido?

-¡Sale!-Posó sus manos en el aire.

-¡Vale!-Y Mario correspondió el saludo de socios.

Ambos se apartaron del centro y Cantinflas abrió la escena, pateando una pelota, alzándola en el aire y realizando las famosas "dominadas", sorprendiendo a los niños, Mario exagero sus movimientos, torpe, inocente. Y Pedro se le quedó mirando, pasmado.

-¡Pero regañeme!-Le indicó Mario, saliéndose de su papel y recibiendo risas del público infantil.

-Ah, ah, si. Si.-Pedro tropezó con su pose embobada y se puso rápidamente el mandil.

-Cámara, ¡acción!-Cantinflas aplaudió y volvió a su trabajo con la pelota.

-Mhm.-Pedro carraspeo, entrando en el personaje.-¿Qué estás haciendo?-Pronunció con un tono cantado, típico de las doñas del pueblo.

-¡Nada!

Justo, Cantinflas dejó caer la pelota en un cantarito, rompiéndolo y encogiéndose de hombros, siseando con culpa, simpatizando con los chamacos que reían, cómplices, pues alguna vez les pasó y ya sabían lo que vendría.

-¡Ih! ¡Chamaco! ¿¡Que te dije de andar jugando dentro de la casa!?

-Ah pero momento, momentito.-Cantinflas busco sobre el bolso de material y menea su cintura, caricaturizado.-Algo pa que me pegues.-Canturreo, inocente.

-¿¡Que, que, que!?

-¿A poco las mamas no pegan, niños?-Y Cantinflas se dirigió al público-¿¡Si o no!?

-¡Si!-Y como periquitos los niños fueron alborotando la encuesta, exponiendo a sus madres, con anécdotas presumidas, y una competencia tonta de a ver a quien era más tremendo.

-¿Vez?-Y volvió hacia Pedro.-No importa, desde cero, pero ahora enojada, enojada.

Ambos payasos vuelven a sus lugares, y Cantinflas suelta la pelota de nuevo, machacando el pobre cantarito. Pedro se agarra la cintura, indignada, y con el índice alzado se acerca a Mario.

-¡Te estoy viendo, chamaco!-Pedro disimular su sonrisa, le había salido tan natural que hasta le recordó a Rosario.

-No, no, no y no. ¡Más enojado!-Mario le paró el aguado chanclazo que le iba a dar y se quedó pensando.-A ver, yo soy la mamá y usted es el hijo.

Jacinto - AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora