Capitulo XVII

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Al amanecer, decido bajar y prepararle el desayuno a Santos, aún más con la resaca que debe de tener.
Después de prepararle un delicioso desayuno con un café bien cargado, subo hacia la habitación cuando entro en ella encuentro a Santos aún dormido.
Pongo el desayuno en la mesita de la lado y comienzo a mover su cuerpo suavemente para que despierte.

-Dejame dormir un poco más* expresa Santos con su voz ronca y adormilada*

Accedo a su petición y me retiro de la habitación, bajo a comer fruta, que es lo único que no me da náuseas en estos momentos.

Tomo una papaya, la tabla de picar y un afilado cuchillo, comienzo a quitar su cáscara, cuando terminó comienzo a cortarla en cubos.
Lo sirvo en una taza pequeña, tomo un tenedor y me siento en la gran mesa solitaria en aquella sala.

Mientras mastico, mi mente vuela en miles de pensamientos, de verdad tengo mucho miedo con este embarazo, soy muy joven, no tengo a mamá aquí para pedirle ayuda y me de sus sabios consejos. A pesar de no estarlo, me siento muy sola.
Un ruido provoca que salga de mis pensamientos, volteo a mirar de donde proviene y es Santos bajando las escalas.

-Dormiste bien?
-Si amor, gracias, el desayuno estaba delicioso
Se acerca y besa mis labios
-Duchate, hoy iremos al médico, me dice mientras mantiene una sonrisa de felicidad en sus labios.
-Bien
Subo a la habitación y tomo una ducha, me visto con un vestido holgado y sandalias de plataforma.
Bajo y subo a la camioneta donde esta Santos esperándome

[..] En el consultorio

Llegamos a un consultorio privado, porque claramente Santos no se iba a arriesgar a entrar a un lugar público y a vista de todas las personas
-Milena?
Alzó mi mano
-Ven!
Santos y yo entramos, tomados de las manos, las mías bañadas en sudor de lo nerviosa que tengo.
-Muy bien, Milena, cuéntame a qué se debe su consulta
Al tomar aire para expresar mis palabras, Santos se adelanta
-Esta embarazada y queremos que le hagas una revisión general para asegurarnos de que todo esté bien
-Bien, Milena por favor recuestate en la camilla
Sin más, me levanto y me acuesto en la camilla, el doctor levanta mi vestido, en mi abdomen vierte un gel, seguidamente lo esparce y miro en la pantalla una pequeña mancha, diminuta poco visible.
Siento como mi corazón aumenta su ritmo, siento felicidad, mis ojos se llenan de lágrimas apresuradamente. Se forma un nudo en mi garganta pero lo soporto y no me digno en llorar.
Miro a Santos y este está visualizando la pantalla con un brillo y entusiasmo en sus ojos.
-El feto esta completamente bien, con un tamaño normal y saludable para su tiempo de gestación, a si que no hay nada de que preocuparse.
Después de estar varios minutos hablando con el médico sobre mi dieta, las vitaminas que debo tomar etc, salimos de vuelta a casa.

De camino a casa, Santos no paro de acariciar mi cabello, besaba mi mano, trataba de expresar su felicidad, amor y cariño tanto hacia mi como a nuestro bebé en camino.
Después de unos minutos al fin logramos llegar, bajo de la camioneta y entro directamente a la cocina, buscando que comer, me moría de hambre, Gracias a Dios encontré un postre en el refri, lo devoro en cuestión de minutos, todo esto mientras Santos me mira atónito.
-Quieres algo más de comer?
Avergonzada lo miro y niego con la cabeza
Él simplemente sonríe de lado y se marcha a su oficina a atender sus asuntos.
Totalmente satisfecha después de devorar aquel pastel, subo a mi habitación y me acuesto a dormir.
Cierro mis ojos y siento como de un pronto a otro mi estómago se revuelve, básicamente me tiro de la cama hacia el baño, el inodoro se inunda de mi vómito, siento como si estuviera vomitando todas mis entrañas.
Tiro de la cadena mientras me siento en el suelo del baño, mientras me pierdo en mis pensamientos y preocupaciones, la principal, las náuseas, odio vomitar y me preocupa que cada vez que coma me den náuseas. No quiero pasar mi embarazo de esta manera.

ESCLAVA DE LA MAFIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora