† Prólogo †

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El sacerdote estaba dando la oración del domingo, rezando por las personas para que encuentren su camino y rogando por los pobres para que puedan encontrar el camino a su iglesia para alimentarse con la palabra del Señor y comida. Hoy era uno de los tantos días en que el sacerdote realizaba obras de caridad para los más necesitados. Invitaba a otros sacerdotes de su misma religión, aunque no les negaba la entrada a personas de otras religiones, ya que creía que aquellos que obran bien serán recompensados. Terminada la misa, empezó a ordenar las cosas para que comenzara pronto el día de caridad..
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—Padre, ¿podría hacerme un favor? — Nuestro protagonista le preguntaba a un obispo que se encontraba cerca. — Necesito que alguien lleve esto a la cocina para las monjas — decía mientras sostenía una fuente con verduras.

El obispo tomó la fuente y se la llevó.

Hasta ahora todo iba de maravillas. Esperaba poder abrir pronto las puertas de su iglesia para que ingresaran aquellos que necesitaban ayuda.

Al abrir las puertas, se alegró al ver a tanta gente, entre niños y adultos, que requerían del Señor. Empezó por dar alimentos, continuó proporcionando ropa a quien la necesitara y pronto comenzó a ofrecer la palabra del Señor a quienes la quisieran.

Terminando su día, se alegraba de tener nuevos creyentes y de haber podido contribuir con un granito de arena al mundo. El joven se encontraba ordenando la iglesia cuando escuchó sonidos lamentables dentro de ella. Sabía que el sexo era parte del ser humano, puesto que Dios así lo quiso, y muchas veces se le habían insinuado, ya que era bastante atractivo. Medía 1.97 metros, su cabello era corto y de color negro, y su mirada parecía juzgar cada pecado. Obviamente, muchos lo deseaban, pero él había hecho voto de celibato. Lo que le molestaba era que estuvieran teniendo relaciones en la casa del Señor. Molesto, decidió ir a detener lo que hacía ruido. Cuando entró de manera repentina, quedó horrorizado al ver al santo obispo teniendo relaciones sexuales con una indigente, en la casa de Dios. Estaba molesto e indignado. Se supone que a ellos se les dice que deben hacer el celibato y, peor aún, estar en la casa de Dios. Lo enfureció. Aparentemente, estaban tan concentrados en tener relaciones que no notaron su presencia. Cerró la puerta y se fue a su casa. ¿Cuántas más cosas le ocultaban? ¿Qué otros secretos tenía la iglesia? Esto no podía quedar así. Él tenía que descubrir todo aquello que cubría la Iglesia Católica.

Priest [Top!Male reader × Lucifer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora