Hilos centrales -HIATUS-

Capítulo 71: Choo Choo, Año Dos

Harry se movió con confianza mientras maniobraba hacia el tren de Hogwarts. Afortunadamente, las miradas esta vez se debieron a su ropa de muy alta calidad, estatura masiva, músculos esculpidos y ojos verdes brillantes. Glen y Windy tenían la culpa de la ropa, pero el resto se había acostumbrado a ignorar después de toda la exposición como figura pública. Al menos no estaba relacionado con su estúpido apodo.

Este año iba a apestar.

Colocándose en un compartimiento de tren, levantó una mano y agarró el aire. Tirando del mundo con un imbécil, la energía cruda inundó la habitación. Alfombra áspera retorcida en una gruesa y rica estera verde, las paredes se expandieron y rápidamente se volvieron cilíndricas, recubierto de gruesos tablones de madera que se cubrieron rápidamente con quemaduras rúnicas a medida que las ventanas se encogían hasta el techo. Los asientos se expandieron y deformaron suavemente, convirtiéndose en un largo sofá curvo que seguía las paredes mientras pequeños divisores de cojín se elevaban al azar entre las sillas. Las paredes brillaron cuando las runas terminaron su trabajo carbonizado, desvaneciéndose en una imagen en vivo de la plataforma de carga ocupada.

El niño de ojos verdes se encorvó en el sofá frente a la puerta, viendo las runas continuaron extendiéndose y haciendo que toda la habitación, excepto el lado con la puerta, se desvaneciera al aire libre, la ilusión se instaló a medida que más runas limpiaban el aire y causaban una ligera brisa, el suave olor de los lirios. Después de la cantidad de tiempo y práctica que había tallado todas esas runas de aire y agua en canales y túneles, esto era casi automático en este punto. Con un zumbido que alcanzó a la derecha, sus dedos arañando el espacio mismo y retorciéndose.

Toda la habitación giró, los sofás girando hasta que estuvo cerca de la puerta de la habitación frente a todas las personas que se movían. Con un movimiento de un dedo, el sofá se separó, exponiendo la puerta para que los niños pudieran entrar al automóvil. Vio a las muchas personas vestidas con ropa extraña mezclarse cuando los grupos llegaron, se movieron, conocieron amigos, se despidieron de sus seres queridos.

Miró con ausencia su brazo, golpeando una de las runas negras para abrir su inventario y agarrando una botella de agua fría. Por alguna razón, el agua purificada del agua de mar de su isla sabía mejor que cualquier otra cosa que tuviera en otro lugar. No es que ya fuera un juez imparcial.

Harry había hecho algunas pruebas con su nuevo cuerpo e hizo algunas realizaciones inquietantes. En primer lugar, nunca fue un gran cocinero. Estaba bien. Su poder crudo en el pasado modificaría activamente sus ingredientes, sus técnicas, incluso cada producto terminado. Fue literalmente FORZADO a ser perfecto, sin importar cuán defectuoso fuera. Hizo arreglar sus problemas difícilmente si nunca se dio cuenta de que había hecho uno para empezar.

En segundo lugar, su sentido del gusto estaba jodido. Aparentemente, casi todo lo que había comido el año pasado, no, todos los años cuando su cuerpo estaba roto...Todo se había transformado para tener un sabor a tarta de melaza. Ni siquiera reconoció el sabor de las judías verdes cuando tuvo algunas después de que su cuerpo fue arreglado.

Por eso le gustaba la comida maldita, el sabor de la magia era tan DIFERENTE de la tarta de melaza que se había vuelto un poco loco.

Tomando otro profundo sorbo del agua de su isla mágica, suspiró. Ser un rey y aprender sobre su nueva gama de responsabilidades había sido estresante. Se le dijo que a su nivel de poder podía ignorar todas las reglas si deseaba que esas cargas emocionales fueran más difíciles de soportar y aún más importantes. Estaba más que listo para regresar a la escuela, incluso si no era realmente por razones educativas.

Afortunadamente, Hogwarts patrocinó principalmente a las brujas y magos de clase alta, así como a los estudiantes de sangre nueva. Ninguno de sus nuevos ciudadanos tenía hijos que iban a su escuela, lo que debería reducir drásticamente el número de 'Sí señor!' y '¡Por supuesto su Majestad!' tuvo que aguantar mientras estaba fuera.