_4_

93 9 28
                                    

_______☆☆☆_______

Hades

Cumplir años no me importaba, sólo significaba que continuaba viviendo en este miserable mundo hasta que la muerte me llevara con ella.

Aceptaba ese acontecimiento por Alondra, adoraba preparar las celebraciones de sus hijos desde pequeños. Aún recordaba cuando cumplí diez… se pasó comprando un barco de ciento veinticinco metros repleto de juegos, piscina, salón de actuaciones usado por cuerpos de animación y lo convirtió en un crucero por la costa atlántica de cinco días para todos los invitados.

No había necesidad, por eso, con el paso de los años, fue dosificando su psicopatía hacia aquellas celebraciones. Así que agradecía que esta vez se ciñera a una pequeña fiesta, lo único que seguía reconcomiéndome las entrañas era el hecho de que tuviese lugar en mi propia casa.

Caminaba de un lado a otro mostrando mi mejor cara, sonriente y agradecido por la presencia de todos esos idiotas que se acercaban para felicitarme por mi trigésimo primer cumpleaños y tener que soportar las estúpidas preguntas repetitivas de la prensa.

Byron se encargaba de desviar la atención de los periodistas para conseguir mi tranquilidad. Escabullirme en mi propia casa, ¿había algo más patético?

Necesitaba calma, tener a tanta gente indeseable en mi propio hogar me sacaba de mis casillas y debía mantenerme cuerdo para no ordenar a mis hombres que se liasen a tiros con todos los presentes.

Caminé por uno de los costados de la casa, me dirigía hacia un pasillo de árboles que daba a un pequeño apartadero privado donde me refugiaba en momentos de tensión y necesitaba estar allí en estos momentos.

Me adentraba en aquel lugar cuando un par de voces llamaron mi atención.

—Y espero que el hecho de pertenecer a la “gran familia Rydenhat” no suponga un cambio en nuestra relación.

Llevaba dos años sin oír esa voz, pero aún así la reconocí y en ese momento sentí la rabia recorriendo mi sistema. Él sabía de sobra que nadie tenía permitido estar en esta parte de la propiedad y mucho menos él.

Aceleré mi paso cerrando mi puño con fuerza, tenía claro que le partiría la boca como saludo de bienvenida.

Y paré de golpe.

Mi mente colapsó en un simple instante al recorrer la figura femenina frente a mí. Se encontraba de espaldas, pero en cualquier lugar de este mundo, aunque pasara toda una vida o si la situaran en medio de cientos de mujeres, yo reconocería esa hermosa curva sin ningún problema.

—Buenas noches. —Intervine acercándome un poco más a ellos para hacer notar mi presencia.

Él inmediatamente alzó su mirada cruzándola con la mía y divisé al instante esa enfermiza sonrisa en su estúpido rostro.

—Ven, estrellita. —La hizo girar lentamente, pero eso no minimizó los claros nervios en su cuerpo. —Debo presentarte a alguien.

Mi pecho dolió a causa de la sensación extraña que inundó mi corazón, como si llenaran un globo con aire haciéndolo cada vez más y más grande. Mi corazón volvía a latir después de tanto tiempo inerte.

Ritual II: La historia comienza... ¿de nuevo? © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora