4.

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Viajaron a Osaka con la madre y la hermana de Suguru. El viaje en helicóptero duró media hora, y Satoru se la pasó conociendo a los familiares de su esposo mientras éste miraba por la ventana, sin aportar casi nada a la conversación. Al menos, a diferencia de algunas personas, sus parientes parecían bastante agradables. 

La madre de Suguru, Ryoko Geto, era beta. Debía de estar cerca de los sesenta, pero aún se veía hermosa, su rostro apenas tenía arrugas. Riko Amanai era excepcionalmente bonita, su olor a omega dulce e inofensivo. Tenía veintiún años, el mismo cabello negro azulado y los mismos ojos negros azulados que tenía su madre. Aparentemente también tenía otro hermano, un macho alfa cuatro años mayor que ella.

—Toge regresará a casa pronto —le dijo Riko emocionada—. Ahora que la guerra ha terminado, su despliegue terminará —Sus ojos brillaban de alegría—. Yo lo extraño mucho. 

—Todos lo hacemos, querida —dijo Ryoko, lanzándole a su hijo mayor una mirada que Satoru no pudo leer—. Nunca debería haberse ido.

La mandíbula de Suguru estaba apretada. Él no dijo nada. Satoru se preguntó acerca de la extraña tensión entre la madre y el hijo, pero no preguntó. Apenas conocía a esta gente. Por fin llegaron. Satoru salió del helicóptero y se quedó mirando la hermosa mansión. Era más pequeña que el palacio de su padre, pero no mucho. No era tan alta, pero era más extensa. 

—Bienvenido a Osaka, Gojo-San —dijo Ryoko—. Tu nuevo hogar. 

Satoru le dedicó una leve sonrisa.

Dudaba que se quedara aquí el tiempo suficiente para empezar a pensar en este lugar como un hogar.  Inclinó la cabeza hacia un lado cuando notó que alguien estaba parado en los escalones que conducían a la puerta principal. A medida que se acercaban, se hizo obvio que la persona era un omega masculino. Debía de tener más o menos la edad de Suguru, tal vez mayor, pero olía sin reclamar, lo cual era inusual para un omega mayor de treinta, especialmente uno que era tan hermoso. Y realmente lo era. Cabello castaño oscuro y corto, grandes ojos azabache, una cara muy hermosa con una delicada estructura ósea y una piel perfecta, y un cuerpo pequeño y en forma con curvas en todos los lugares correctos: este hombre parecía un omega perfecto.

—¡Yu! —Dijo Riko, agarrando la mano del omega e inclinándose para besar su mejilla—. Permíteme presentarte a...

—Riko —dijo Ryoko con brusquedad—. Es costumbre que el hombre de la casa presente personalmente a su cónyuge.

Riko se sonrojó y miró a su hermano en tono de disculpa.

Suguru no parecía que le importara de una forma u otra.

—Este es mi esposo, Gojo Satoru —dijo, poniendo una mano sobre el hombro de Yu—. Este es Yu —dijo, dándole al omega una suave sonrisa. 

Satoru frunció los labios, molesto. ¿Este es Yu? ¿De verdad? ¿Ni siquiera iba a explicar quién era el omega?  Respiró profundamente, tratando de controlar su temperamento, sin entender por qué esto le molestaba tanto. Pero respirar profundamente solo sirvió para hacerlo más consciente del dulce aroma de Yu. El aroma de un omega fértil no reclamado. Yu claramente había tenido su calor muy recientemente; por eso su aroma era abrumadoramente dulce. 

Satoru notó que  Suguru lo estaba mirando con atención, con los ojos ligeramente entrecerrados. Al principio estaba confundido antes de darse cuenta de que Suguru debía haberse sentido protector con ese omega.  Frotó a Satoru de la manera incorrecta por razones que no pudo identificar. ¿Su marido pensaba que era tan incivilizado que no podía controlarse con un omega recién salido del celo?

Difícilmente era un alfa verde que recientemente había hecho su primer nudo. 

—Es un placer conocerte —dijo Satoru con su voz más agradable, estirando la mano.

Prohibido|SUGUSATO ( SUGURU GETO X SATORU GOJO) |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora