El comienzo del final

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Julieta:

—Respira.

Marcos extendió su mano para secarme las lágrimas.

—No puedo.

—Julieta, todo va a estar bien—dijo Michael.

No se me pasó por alto la mirada que Michael y Marcos se dieron antes de subir a la ambulancia conmigo. Mi pulso estaba enloquecido, me dolía absolutamente todo el cuerpo con excepción de mi rodilla, lo cuál era irónico porque mi rótula se había dislocado. Literalmente la tenía en un lugar al que no pertenecía. No podía mirarla, me daba mucha impresión la posición en la que estaba mi pierna.

Y al parecer, mis dos mejores amigos tampoco, porque miraban a donde fuera, pero no dirigían sus ojos a mi pierna.

—Lo he arruinado todo—dije justo antes de perder la conciencia.



Me sentía mareada.

Mi cabeza daba vueltas.

No sabía en dónde estaba, lo único que tenía frente a mi era un fondo blanco.

—Michael—conocía esa voz, era Marcos—. Ya despertó.

Los dos aparecieron frente a mi. Noté en sus rostros la preocupación que intentaban ocultar con una tímida sonrisa.

Estuve a punto de hablar, pero hice una mueca.

—Llamaré a las enfermeras—dijo Michael en cuanto me vio.

—Todo va a estar bien—me prometió Marcos y se acercó a mí para apartarme el pelo del rostro—. Te darán analgésicos y será más llevadero...

Fue entonces cuando recordé todo.

Y comencé a llorar, sin contenerme.

—Mi vida...—solté con fuerza. No podía respirar—. Marcos, he arruinado mi vida—mi llanto era fuerte y no había espacio para la vergüenza ni la contención. Todo por lo que había trabajado durante tantos años estaba yéndose a la basura sin que yo pudiera hacer algo para evitarlo, ni siquiera podía detenerlo o pausarlo, se iba.

—No pienses eso—susurró Marcos, estaba tratando de tranquilizarme—. No es así, todavía no ha venido el doctor, a lo mejor es una lesión leve, eres joven, te recuperarás rápido, solo tienes veintiuno.

No podía parar.

Todas las horas bailando. Todas las veces que me había privado de comer algo por mantener mi físico. Todas las veces que había dicho que no por asistir a un ensayo. Todas mis horas en el gimnasio para hacer que mis músculos sean fuertes...

En este momento no servían para nada.

El peso de ello cayó sobre mis hombros de golpe. Sentía como si fuera la estatuilla del hombre agachado con la enorme roca sobre la espalda. Estaba a punto de aplastarme.

—Shh... Shh, todo irá bien, lo prometo—Marcos intentaba consolarme, pero nada lo haría. Nada conseguiría que yo pudiera detenerme.

—Sí, sería de gran ayuda, por favor—dijo Michael entrando en la habitación junto con la enfermera.

Acababa de echar a perder mi vida.

Todos mis sueños...

Bailar era lo único que yo había deseado desde que tenía memoria y en este momento no podía hacerlo.

—Tranquila, cariño, todo irá bien en unos segundos—dijo la enfermera con un inglés muy marcado, se notaba que no era su primer idioma. La vi administrar algo en la bolsa dónde suponía estaba mi suero—. El dolor desaparecerá...

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⏰ Última actualización: Feb 09 ⏰

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