Capítulo 1

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Felix miró a ambos lados por el corredor antes de tocar la puerta con el número veinticuatro de acero colgado en la puerta, y su pie nervioso golpeaba el suelo con impaciencia, a espera de que la puerta se abriera.

Cuando la puerta por fin fue abierta, un joven de alrededor uno veinte años, se apareció en el umbral. Sus ojos nerviosos se encontraron con los de Felix, y un silencio incómodo pesó entre ellos.

-Uhm, disculpe por favor, guarde silencio. Mi padre está durmiendo, trabaja de noche -expresó el joven en un susurro antes de apartarse para que Felix pudiera ingresar en el departamento.

La puerta se cerró y el pecoso caminó detrás del joven bajo sumo silencio mientras lo conducía hacia su habitación.

Felix fue el último en entrar a la habitación y cerró la puerta con cuidado antes de ver al chico sentado en su computadora y abriendo una pestaña para enseñársela al rubio.

Era la primera vez que Felix pisaba esa casa, y no se perdió el detalle de observar cuidadosamente la habitación de aquel chico. Era un completo desorden, aunque entre el caos, pudo notar su afición por el béisbol; de las paredes colgaban numerosos banderines de un equipo local, mientras que sobre el escritorio reposaban con orgullo dos pelotas autografiadas, protegidas en elegantes cajas acrílicas.

El chico se apartó de la pantalla de la computadora y se acercó a Felix con su nuevo documento de identidad, mostrándoselo con una sonrisa amistosa.

-En la madrugada terminé con la separación de color y la impresión digital. Utilicé imágenes de Internet y finalmente imprimí las imperfecciones. Ese es mi secreto, las marcas de polvo y la decoloración. Nadie cuestionará ese detalle -explicó con una mezcla de orgullo y nerviosismo, mientras entregaba el sobre.

Felix metió la mano en él y extrajo de él un pequeño carnet impreso y plastificado junto con un pasaporte y demás documentos encargados por él mismo.

Lee Felix: San Francisco, 26 años.

Pierce Haenel: Francia, 26 años.

Kim Joom: Corea, 26 años.

Harry Wasley: New York, 26 años.

El pelirrubio volvió la vista hacia el chico de baja estatura y le sonrío.

-Eres muy amable -le agradeció y le extendió un sobre aun más pequeño que contenía una generosa recompensa -, buen trabajo.

El chico sonrió y acompañó a Felix hacia la salida.

-Fue un placer hacer negocios con usted. Si algún conocido necesita algo...

-¿Por qué lo haces?

El chico, visiblemente nervioso, titubeó antes de responder.

-¿Disculpe?

-Eres brillante la falsificación conlleva una multa de doscientos cincuenta mil dolares y seis años de prisión.

El rostro del menor palideció y sus ojos se abrieron con pánico.

-¿U-Usted e-es... policía? -tartamudeó el joven, temeroso.

Felix soltó una risa nasal y negó con la cabeza, divertido por las expresiones del menor.

-No, estoy más lejos de la ley de lo que puedes imaginar -comentó mientras guardaba el sobre de papel dentro de su bolsa de cuero negra -. Pero odio ver potencial desperdiciado, Sam.

-Mi nombre es Lewis -replicó el chico, inseguro.

-Las pelotas autografiadas dicen Sam.

Sam se mordió el labio nerviosamente y desvió la mirada hacia sus pies.

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⏰ Última actualización: Nov 06 ⏰

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Siete décadas en una noche | hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora